7.

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Capitulo siete

Todos los chicos se habian resignado a la idea de que ya no podian salir del lugar. Y por tal motivo no hicieron más que comenzar a instalarse. Cuarto por cuarto, todos llegaron a estar listos. Y tenían supuesto pasar al menos un buen tiempo allí, o lo que sea. No se les ocurria otra cosa, y cuando una idea asombrosa azotaba la mente de alguno de los intelectuales, bam, algo totalmente ilogico sucedia, y su idea se iba al coño. Todo corria su curso normal dos días mas tarde. Exepto una cosa, algo que superaba toda la locura del lugar junta. Y sucedió justo cuando la chica Aries intentó entrar al cuarto de los chicos Leo.

-Si, ven Aries-. Pronunció la rubia. -En mi cuarto tengo una crema expectacular para eso, no tienes que preocuparte por el daño que pueda llegar a hacer una rizadora, querida.

Llegaron a la habitación, Aries iba detras de su nueva "amiga" si así podría llamarse, era la segunda chica con la que se llevaba bien. Leo pasó sin ningun problema, pero cuando a Aries le tocó cruzar el umbral, una bruma de fuerza la empujó de nuevo hacía afuera. Quedó atónita, pero lo volvió a intentar, y de nuevo, no pudo hacerlo. Era un echo, lo mismo sucedió en todas y cada una de las habitaciones, no podían entrar a otra que no sea la suya propia, para desgracia de Escorpio, que ya tenía planeado con quien acostarse.

Todo resultó relativamente normal, bueno, lo más normal que podía resultar. Los chicos se las habían apañado por mantener la casa en orden y fuera de un incendio. Se turnaron algunas tareas, y aunque hubo conflictos, todo salió bien.

-¿Por qué no comes Tauro?-. Preguntó la chica piscis. Todos estaban almorzando.

La chica sintió como se le caía el alma a los pies. Como el mundo se le iba encima. Respiró con profundidad, cerró sus ojos y estaba a punto de pronunciar algo. Se arrepintió, no sabia cómo decirlo, o si decirlo en cuestión. Cerró la boca y salió casi corriendo. Piscis se mordió la lengua a tal punto que le dolió, con tal de reprimir las ganas de salir tras ella. Al carajo, pensó y corrió a buscarla.

Despues de buscarla por varios minutos, al mismo tiempo que el sentimiento de culpa y remordimiento crecían en ella, la encontró. Con las piernas dobladas y sus rodillas pegadas al pecho, sentada en el suelo, abrazandose a si misma. Y claro, sollozando.

-Vete, vete por favor Piscis-. Comenzó.

-No puedo evitar sentir que estas así por mi culpa, no voy a dejar esto asi...

-No es tu problema, no puedes arreglar esto, no lo entenderias ni tu, ni nadie.

-Oh dios, ¿Qué no lo entendería? ¿Que no entenderia que eres anorexica? ¿Crees que no pasé por eso? ¿Crees que no me doy cuenta como sales disparada al baño cada vez que comes algo?

-¿Qué? Tú, no tu..

-Sabes lo siento-. Pronunció piscis mas relajada. -Lo siento muchisimo, nose porque lo dije así. Oh dios mío. El punto, el punto es que se por lo que pasas, probablemente sea la única. Y por eso vas a hablar conmigo. No te digo ahora, pero si cuando estes lista.

Se acercó con pasos cautelosos, insegura, pero la abrazó. Y Tauro sintió la calidez de su abrazo. Y la abrazó tambien. Fue raro, en verdad ninguna de las dos se conocia como para sentirse comoda, pero, asi fue.

-No tienes que pasar por esto sola, nadie tiene que hacerlo. Puedes contar conmigo, y no lo digo por decir, en serio, cuentas conmigo, y no te estoy preguntando, te lo estoy asegurando.

-Casi ni te conozco, ¿Como podría contarte algo, siquiera?

-Podras. Lo se. Y no tienes idea de cuanto deseé que alguien hubiese estado cuando lo necesité, pero no hubo nadie. Por eso, no voy a dejar que te pase a ti, y menos delante de mis ojos-. Se le cayó una lágrima al recordarlo. Sacó una barrita de su bolsillo y se la lanzó a Tauro. -Ahora cómete eso porque voy a enloquecer.

12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora