01: Egoísta.

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Tres años, dos meses y diecinueve días me separan de lo que alguna vez llamé hogar. Y no me refiero a una casa o una ciudad. Cuando digo 'Hogar' me refiero a dos fuertes brazos sujetándome, a una sonrisa cálida e infinita...a unos ojos plenos del color y la profundidad del mar.

Dios...cómo lo extraño.

¿Y todo por qué? Por mis malditos miedos, por mi afán y discurso de ser libre, de querer volar, crecer, experimentar. Todo por mis malditos miedos de quedarme atrapado en un pueblito del sur anhelando ver el mundo. Pues ya lo vi. Forjé una carrera y viajé por países cuyos nombre apenas puedo pronunciar.

Toda esta travesía de más de tres años en busca de algo...en busca de una libertad que parece no estar en ninguna parte. Pero me encuentro buscando ese 'Algo' permanentemente y a veces siento que lo he encontrado. En los ojos azules de los trenes de Europa, en las pieles claras en las playas del Caribe, en el calor de desconocidos en los cuartos de hoteles. Pero nunca es real...Los ojos nunca son tan azules, las pieles nunca son tan suaves...el calor nunca me quita el frío.

Quizás es un mecanismo para autoconsolarme, pero me gusta pensar que irme fue una buena decisión correcta, que era necesario para mi saber qué había más allá de las fronteras, para probarme a mí mismo que Sí podía lograr todo lo que me propusiera.

Pues ya lo logré...ya viajé, ya viví, ya logré forjar esta pequeña fama. Canto, la gente me conoce ¿qué más podría pedir?

Y aún así sigo siendo egoísta.

Cuando me fui, juré que era para siempre, ni siquiera mantuve contacto cuando partí, pensando que así sería más fácil para ambos.

Qué equivocado estaba.

Sigo siendo egoísta...porque le sigo pensando. Cada día, cada minuto. Yo, que fui el que desertó, el que se fue...el que lo dejó atrás; y aún así no puedo liberarlo. Soy egoísta porque lo sigo buscando en cada ciudad que visito, aunque sé que no está ahí. Su recuerdo sigue tatuado en lo más profundo de mi alma y me niego a dejarlo ir...A pesar de que fui yo el que se rindió.

Qué maldito egoísta soy.

Cuanto daño causé bajo el discurso de querer ser libre.

Seguramente me odia.

Qué pretencioso puedo ser.

Seguramente me olvidó.

Quién sabe cuántos cuerpos han pasado por el suyo después de tanto tiempo. Quién sabe cuántas citas ha tenido. ¿seguirá usando el mismo peinado? ¿seguirá poniéndose el mismo perfume? ¿Alguien más habrá descubierto esa hermosa constelación de pecas en su espalda?

...

¿También habrá tenido que contenerse, como yo, para no gemir mi nombre en la cama de otro?

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