El hada soltó las lágrimas y no pude evitar compadecerme. Nunca me había pasado eso, yo soy un zorro, astuto e indiferente...pero Camelia. ¿Por qué me conmovía? A penas la conocía, amiga ya era una exageración. Sin pensarlo -o quizás sí- tomé su mano y le acaricié el rostro. Sequé sus lágrimas con en pañuelo que llevaba y vi sus ojos intensamente verdes.
-No llores. Ojos tan hermosos...no deberían estar manchados con tanto dolor.- le digo. Suelta un sollozo y sonríe.
-Gracias...por ser tan amable conmigo.- dice.
-Baja la voz, tengo una reputación ¿Sabes? No sé si te diste cuenta, pero soy un zorro. Astuto e indiferente.
-No me digas.- dice sardónica aun sonriendo.
-Oh, sí. Debo mantener mi imagen...será nuestro pequeño secreto.-digo columpiándome en la silla.
-De acuerdo.- me encantaba su sonrisa, tan sincera y cargada de felicidad ¿En qué pensaba? No, no, no. Soy un Ancestral, ella un hada. En fin, justo en ese momento llega Alba con las galletas y el té.
-Bueno, aquí está. Más te vale pagarlo esta vez, Ren.- Me dice en tono de advertencia, a lo que me saqué el sombrero y agaché mis orejas.
-¿Yo? ¿No pagar? Alba, me insultas. Seré lo que soy, pero algo me queda de honor. La última vez fue...por despistado, había tenido un mal día. Gracias por todo Alba.- la golondrina se hecha a reír y el hada se tuvo que resistir. Cuando Alba se fue le confesé la historia.
-Pedí un almuerzo satisfactorio, digno del rey, envidiable para el mejor chef de todos los reinos. Era delicioso y abundante, pero cuando me dieron la cuenta...Mi billetera quedaría desnutrida y aun así iba a deber. Así que...me fugué. Alba quedó perpleja y yo me sentía un poco culpable. Pasaron semanas hasta que conseguí el dinero y se lo pagué a Alba. Y lo peor de todo es que me dijo "Si me hubieras dicho te hubiera rebajado el precio" Pero yo ya le había entregado todo el dinero, así que quedé perdiendo igual.- terminé de contar la historia y ella sonrió otra vez dándole otro sorbo a su té.
-Sabes, me agradas. Fue un muy buen descanso, y una muy divertida historia, pero debo atender a mis ahijados.- dijo poniéndose de pie.
-Entiendo. ¿Podríamos..?
-Estaré en mi casa a las ocho. Sé que podrás encontrarla.- dice sonriendo.
-Claro, entonces...- me pongo de pie y me acerco a ella.- ¿Nos vemos esta noche?
-Por su puesto. Hasta la noche.-dice. Le beso la mejilla y ella se sonroja.
-La esperaré con ansias.- digo y ella se ríe. La veo alejarse, cruzar la puerta y emprender vuelo. En eso llega Alba con la cuenta en la mano y me ve sonreír.
-Creo que alguien ha quedado enamorado.- dice con una sonrisa pícara.
-Oh, por favor, no digas eso.- Tomo la cuenta y le paso el dinero.- Quédate con el vuelto.
-Estás nervioso. Eso significa que tengo razón.- dice su voz a mis espaldas. Sé que está sonriendo, podría apostar. Abro la puerta e intento decir algo en mi defensa, pero solo digo:
-No le digas a nadie.
(...)
El hada no se equivocó: No me demoré nada en saber dónde estaba su casa. Era una casita de madera muy bonita. Estaba la chimenea encendida y el humo desaparecía en el aire puro del bosque. Me acerqué y toqué la puerta, la que no se tarda en abrir. Se había cambiado el vestido por uno más cómodo. Era casi igual al otro pero sin tantos adornos, era más sencillo. Su cabello estaba suelto y andaba descalza. Se veía mortalmente bella.
-Eh...H-hola...Mm...esto, eh...estás muy hermosa.- rayos, estaba tartamudeando.
-Gracias. Adelante, siéntete como en tu casa.-dice ella con dulzura.
-Eh...la verdad no tengo casa. O al menos no una estable. Se están acabando los bosques Ancestrales.-dije bajando la mirada mientras me sentaba en una silla de el comedor.
-Mm...supongo que no todos los humanos son ...
-Yo diría que ningún humano lo es.-dije. Camelia me miró con en ceño fruncida y se sentó delante mio enfadada.
-Mis ahijados son muy buenos, no matarían una mosca. Ellos son dignos de esto. La magia. Me encantaría que por favor no hables así de todos los humanos, por que te juro que ninguno de mis ahijados me haría daño jamás. Ni siquiera psicológicamente.
-Bueno, lo siento. No quiero que te enfades, así no llegaremos a ser amigos. Empecemos todo de nuevo, sin discusiones de humanos.-me aclaré la garganta y ella sonrió.- Hola preciosa, me llamo Ren ¿Y tú?
Le tendí la mano y esperé así hasta que dejara de reír a carcajadas. Cuando se calmó me estrechó la mano sonriente.
-Soy Camelia, un placer.
-El placer es todo mío, dulzura.-dije guiñándole un ojo y relajándome en la silla, lo cual le sacó otra risa.
Así nos pasamos horas, hablando y riendo. No me dí ni cuenta cuando era media noche. Camelia cabeceaba y yo sabía que mañana tendría que levantarse temprano. Hasta que se levantó de su asiento a duras penas por el cansancio.
-Me voy a la cama. Si quieres quédate junto a la estufa un rato más. Buenas noches, Ren.- dijo bostezando. Pero cuando avanzó unos pasos, tropezó con una pata de la silla y casi cae. Antes de que se hiciera daño, reaccioné y la tomé entre mis brazos.
-¿Estás bien?-le susurro. Estábamos a unos centímetros.
-Eh...sí. Gracias.-iba a soltarse cuando me levando con ella aún en brazos.-¿Qué haces?
-Relájate, confía en mí.- la llevé así hasta su habitación y la recosté en la cama. La cubrí con las sábanas y le besé la frente.- Buenas noches, Cam.
La dejé ahí y me fui. Cuando dejé muy lejos la pequeña casa tomé mi forma animal y me fui en busca de algún lugar para pasar la noche.
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Ren: El zorro Ancestral
FanfictionBueno, es verdad que es muy emocionante la vida de una hada madrina, pero...¿Y yo? ¿Qué hay de mí? ¡Soy un Ancestral! ¡Sacrifiqué mi cola por...! Ejem, perdón. Es que aveces olvido que tenía una razón para esforzarme tanto. Para matar a Azalea, petr...