Trozos de mi diario.

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En cuanto lo vi, algo nuevo despertó en mi.

Siempre fui una chica muy sentimental, y cuando digo sentimental no me refiero a cursi, no. Me refiero a que a veces siento demasiado. Digamos que soy la típica chica que si un drogata le pide dinero por la calle para drogas yo se lo doy, por pena.

Desde hace ya un tiempo le cogí pánico a eso de las relaciones. Ya sabes, esa bonita sensación de tener alguien que te quiera, salir a caminar de la mano por la calle, reír hasta que te duela el estómago y se te caigan lágrimas de risa de los ojos, compartir hobbies y secretos... Pues bien, yo a eso le tengo pánico, y me gustaría decir por qué. pero ni siquiera yo lo sé.

Hay un viejo amigo, que dice que soy como un pájaro libre al cual no puedes encerrar, porque no puedes esperar que un pájaro que nació para volar sea feliz dentro de una jaula. Y creo que tiene razón, nunca me han gustado las jaulas, y por desgracia para mi veo a las relaciones como tal. Como una jaula para estar siempre a merced de esa persona. Pero supongo que a algunas personas eso les parecerá bonito.

Pero aún así, tampoco puedo controlar a mi corazón rebelde. Y es que al verlo, algo cambió en mi, aunque en ese momento, ni lo noté.

Pero esos ojos, me cautivaron. Azules como el hielo de la Antártida. Y una sonrisa tan calurosa como el calor del Sajara. Y cuando canta, dios mío cuando canta. Es que no puedes dejar de mirarle.

Irónico ¿no? Un alma libre que se deja enamorar tan rápido. Pero que se le va a hacer, nunca he perdido la fe en el amor.

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