Besos.

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Entró en su habitación emocionada sin acabarse de creer lo que había ocurrido hacía tan solo unos minutos.
¿Acaso era verdad? ¿Acababa de dar su primer beso?

Se tiró a la cama en plancha metiendo la cabeza en la almohada y soltando un gritito.

Estaba tan ilusionada. Ni siquiera podía hacer desaparecer la estúpida sonrisa de su boca.

Solo de recordarlo sus mejillas se convertían en dos tomates.

Recordó sus dulces y finos labios deslizándose por los suyos como un baile en perfecta coordinación, como sus manos se habían posado en sus delicadas caderas tratándola como si de una muñeca de porcelana se tratase.

Recordó como, los abrazos, las suaves caricias y las muradas cargadas de amor, se habían convertido en besos, y los besos, en una magnífica forma de llegar al infierno.

Soltó otro gritito en la almohada y se colocó boca arriba mirándolo hacia en techo con una sonrisa pintada en su cara.

- Hija, ¿estás bien? -preguntó su madre apareciendo por el marco de la puerta.

Ella, se lo pensó unos segundos antes de contestar.

- Mejor que nunca. -dijo al fin.

Trozos De Una Vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora