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(Guarninnn: no apto para kokoros sensibles)

Harry POV

Después de llorar a mares en la habitación de Louis, la enfermera me pidió que abandonara la habitación, por primera vez le quería hacer caso, ya después afuera de esta, le rogué que me dejara a solas, quería dar un "paseo" fue mi justificación.

Confió en mí y me dejo vagar por el inmenso lugar.
Vi como desaparecía por el largo pasillo, después de perderla de vista, emprendí mi recorrido.
Había un sin fin de puertas adornando las paredes paralelas, cada puerta tenía una pequeña ventanilla que dejaba ver dentro.

Solo eran tres de pacientes y las demás eran cuartos de almacenamiento.
Mire por la mayoría de las puertas, hasta encontrarme con la que llevaba dentro lo que necesitaba.

Cruce mi dedo medio e índice con la esperanza de que la perilla cediera.
Cerré los ojos y la gire.
Afortunadamente y como si fueran las puertas del cielo, se abrieron las dos de par en par.

Di un vistazo a mis espaldas protegiéndome de que alguien me fuera a ver, después de estar seguro entre al pequeño cuarto y cerré las puertas detrás de mí.

Escuche el 'click' de las puertas cerrarse y camine hacia la estantería que había.
Eran gavetas, estantes y cajones llenos de objetos de medicina.
Muy estupido fue haber dejado este cuarto abierto.
Comencé abriendo los cajones y a hurgar en ellos, pero no estaba lo que buscaba.

Seguí batiendo los cajones uno por uno, después de terminar de revisarlos pase a una gaveta pequeña.
Perfecto, en cuanto lo abrí, salió a relucir lo que buscaba.
Hice un chillido de emoción y lo saque.

El hermoso filo de los bisturíes brillaba en la penumbra de la habitación.
Me levante la bata y metí un par en la goma de mis bóxers para que no se cayeran.
Cerré la gaveta y trate de imaginar la habitación como estaba antes para no provocar un cambio muy brusco.

Fui a la puerta y la abrí con cuidado.
Mire hacia la derecha y luego a la izquierda, acto seguido de empujar la puerta con mi pierna y salir.
Suspiré de la presión que sentí ahí dentro.
Camine lentamente para no parecer un maldito loco y me envenenaran las venas con algún tranquilizante.
En el camino me encontré a la misma enfermera.

Me dijo que fuera con ella para que me pudieran poner otro catéter para mi nuevo suero.
A lo cual no estaba tan seguro de hacer, porque ya no era necesario.

Entramos a mi habitación, y ahí le susurré que no dejará pasar a nadie, que quería descansar, ella asintió, y dijo que cuando terminara de colocarme el suero me dejaría tranquilo.
Volvió con la pesada bolsa de líquido transparentoso y tomo la manguera para conectarla con el catéter.

Le sonreí torcidamente, y tal vez sería a la última persona a la que le haría eso.
— Wow espere!– salte de la cama antes de que saliera.
— ¿Que pasa? ¿Te duele algo? Puedo llamar al doc...
— Solo necesito un rotulador, un bolígrafo, lo que sea, ah y una hoja... Es que... Me aburro.– trate de escucharme lo más verídico posible.
Ella solo río y asintió.

Comencé a mecer mi pie al compás del sonido que hacían las manecillas del reloj del cuarto, se estaba tardando en llegar la maldita hoja.
Después de cinco minutos volvió la enfermera.

La hoja tenía una receta prescrita por detrás, me dijo que no había más, y me entregó un bolígrafo de tinta azul.

Se lo agradecí y ella salió.
Cuando no escuche ruido alguno, saque los bisturíes.
Los saque de su bolsa protectora y los puse en la cama.

彡☆Ginger Man☆彡 // Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora