Capítulo dos. 'El pasado siempre vuelve.'

24 3 0
                                    

Después de cinco largas horas perfeccionando mi trabajo y tras dos cafés con leche, me dispuse a salir de la biblioteca.

Eran las nueve y media y estaba oscuro, pero las farolas iluminaban el camino. De todos modos, no tenía prisa por llegar a casa, así que me lo tomé como un paseo.

Las calles estaban prácticamente vacías, sólo quedaban un par de personas que salían de bares a fumar y algún que otro borracho.

Había un chico apoyado en una pared, con la cabeza agachada y una capucha, por lo cual no le pude ver la cara.

No le presté mucha atención y continué caminando.

-Sé que me echas de menos.- dijo una voz a unos metros de mí.

Sí, conocía esa voz, por supuesto que la conocía. Y por un momento me sentí idiota por no reconocer al chico misterioso de la capucha.

-Vaya, Raúl, no sabía que ahora fueses un espía.- dije con una sonrisa pícara mientras me giraba para mirarle a la cara.

Él se rió y se acercó a mí con media sonrisa en la cara.

-Cuánto tiempo.

-Sí, mucho.- dije bruscamente.

 Pude apreciar cierta tristeza en sus ojos, a pesar de que su sonrisa expresase sincera felicidad.

En cambio yo estaba seria, impasible ante aquellos preciosos ojos verdes que podrían hacer que hasta un cubito se fundiese.

 Él rió de nuevo dulcemente y me volvió a mirar con esa ternura tan típica de él.

-Venga, vamos a tomar algo, por los viejos tiempos.

-No creo que sea buena idea.

-Vamos Dana, hace mucho que no nos vemos. Creo que los dos sentimos curiosidad.

Suspiré.

-Me arrepentiré, pero creo que no tengo más opción.- sonreí mientras le miraba a los ojos, y él me correspondió.- Eso sí, invitas tú.

Entramos en el bar más cercano y nos sentamos en una mesa, quedando uno delante del otro y pedimos unas cervezas.

 -Por los viejos tiempos.- repitió mientras chocábamos suavemente las jarras.

 -Y, ¿qué hay de ti?- preguntó finalmente.

-Lo de siempre, sigo estudiando como una loca. ¿Y tú?

-Como bien sabes, estuve vagando por el mundo.

Pegué un sorbo de cerveza.

-¿Y qué te trae de vuelta?

-Me quedaron cosas pendientes.- dijo serio mientras me miraba fijamente.

Me incomodé al saber a qué se refería y aparté la mirada.

-¿Tenemos que hablar de esto?- dije molesta.

-Claro que tenemos que hablar de esto.- dijo él sonando igual de molesto.- Claro que tenemos que hablarlo, nunca me aclaraste nada, siempre me has evitado, has huído como si nada te importase y siempre he tenido que callarme mis dudas. Así que definitivamente sí, tenemos que hablar de esto.

 Le miré sorprendida y dañada, nunca le había visto tan tenso ni tan a la defensiva.

-Si me has traído aquí para machacarme será mejor que me vaya.

 Iba a levantarme cuando él me agarró del brazo.

-No, por favor, quédate.- su rostro se relajó y dio paso a una expresión que demostraba disculpa, incluso vergüenza.- Lo siento, de verdad. Pero tienes que entenderme, llevo meses intentando comprenderlo todo, no he podido pensar en nada más, y todo esto me supera.

Labios como espadas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora