III.

86 6 3
                                    

Su forma de querer -Si es que la conocí en algún momento. Era tan extraña, tan fría, tan cruel.

Al principio pensé que podría con ello, me aventuré a pensar que podríamos asimilar todo eso "juntos". Así de ingenuo solía ser.

Poco a poco me fue consumiendo, no entendía como sin que ella me diera señal alguna yo seguía tan embelesado con cada detalle que iba conociendo de ella y es que cada pequeñez que surgía encajaba en mi ideal como si ella hubiera sido hecha de acuerdo a mi lista de deseos. Me atreví, entre fantasías, a llamarla "Mi media naranja" pero con el tiempo entendí mi gran error.

No podía llamarla así, primero porque es un cliché entre los enamorados llamarse así y sabía que ella sin duda estaba fuera de las medidas comunes y un título tan típico sería un insulto para tan majestuosa rareza y segundo que aún si me dolía verlo no había tal correlación, no existía una necesidad mutua entre nosotros, simplemente era yo el que pensaba en ella, el que moría por ella, entonces no era una relación de "mitades", era algo más, una relación tan difícil, tan imposible, que sólo parecía como si un simple mortal se hubiera enamorado de la luna.

La Luna Negra. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora