R e e n c u e n t r o

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Daniel caminaba de un lado a otro con nerviosismo sobre los rieles de aquella vieja estación, lugar de enamorados que se veían en secreto durante el día y de contrabando por las noches. Afortunadamente no había nadie más que el. Tenía un sobre azul en las manos, había decidido escribirle una carta a Clarisse, siendo ignorante de que Clarisse le había escrito cartas durante dieciocho noches exactamente, y pudiera haberle escrito más si no fuera por lo que ocurrió minutos más tardes.

El chico estaba pálido, sus labios estaban rojizos, y sus pecas se notaban más que antes. Pero su mirada no era la misma, seguían siendo los mismos ojos cafés de los cuales Clarisse se había enamorado meses atrás, pero transmitían preocupación y sus pupilas se atenuaban cada vez más. Dan miró su reloj, 3:45. Por su mente se cruzó la idea de que quizá Clarisse sería la que lo dejaría esperando esta vez, también pensó que se lo merecía, pero aún así esperaba con ansias que ella llegara. Su celular sonó sacándolo de sus enredos mentales.

Es usted familiar de Clarisse Hurley?- Se oyó al otro lado de la línea, Dan dijo que sí sin importarle si estaba mintiendo. La preocupación inundó su rostro al oír lo peor:

''Ella ha sufrido un accidente, el bus en donde iba se ha volteado, está siendo trasladada al hospital de la 54, está muy grave, por favor vaya al hospital lo más rápido que pueda''.

Dan llegó lo más rápido que pudo, y no le importó si moría en ese instante por falta de oxígeno, el sólo quería verla. Ahí se encontraban ya los padres y la hermana de Clarisse, junto con Sophie y Janeth. Y Daniel lloró amargamente, y no le importó que las personas lo viesen. No dejaba de repetirse que la chica estaba en aquel lugar por su culpa. Margareth, la madre de Clarisse, lo abrazó, le dijo que nada de esto era su culpa, que no podía sentirse mal por las decisiones de su hija, ella había decidido ir a verle. Estaba eligiendo su propio camino. También le dijo que ella iba a mejorar. Y Dan deseó con todas sus fuerzas que eso sucediera.

El médico les dijo a todos que Clarisse había caído en coma. No se sabía si podría mejorar o empeorar. Sólo había que esperar. Todos pasaron a verla, a excepción de Dan que se quedó en la sala de espera, odiándose a sí mismo por citar a la chica esa tarde. Pasó de último. Se desvaneció por dentro al ver a Clarisse con muchos tubos a su al rededor, no es que no estuviese acostumbrado a dicha maquinaria, después de todo, el tenía cáncer. Es que le dolía verla en ese estado, ¿Cómo una persona tan pura podía terminar así? Y se odió a si mismo, odió a su cobardía que le impidió hablarle cuando debió hacerlo, y por supuesto, odió a la vida y deseó morir el con tal de que ella viviese.

La miró, y se sentó a su lado, saco la carta del sobre y tomó su mano, suspiró y empezó a leer. ''Querida Clarisse''... y cuando terminó sintió un leve apretón en su mano. Era ella, definitivamente le había escuchado. Pero no le dijo ni al doctor, ni a nadie, decidió que ese sería su último secreto.

Efectivamente, Clarisse Hurley murió esa noche. Toda la escuela había ido al funeral. Unos hasta se preguntaban quién era aquella chica que estaba en el ataúd. Todos hablaban sobre su muerte, pero en una semana, quizá menos, se les olvidaría a todos. Menos a Sophie, y por supuesto a Dan, que aunque estaba destrozado y con cáncer fue al funeral. Lo que no se esperaba era recibir una caja de color verde por parte de la hermana de Clarisse. Le dijo que no leyera hasta que estuviese mejor. Y no fue hasta dos meses después que Dan se sentó en el césped de su casa, sin cabello casi a punto de morir, cuando saco varios sobres y comezó a leer. Noche 1: "Hey Dan...."

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