Capítulo 6.

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Ya había comenzado la clase unos minutos antes, así que estoy algo empanada cuando de repente veo a Lola hacerme algunas señas. Me quedo mirándola, intentando descifrar qué es lo que me quiere decir, pero Margarita parece haberse dado cuenta del suceso y con sus enormes ojos recorre por encima a Lola y luego sigue por mí.

—Chicas, ¿tenéis algo importante que decir? Si es así, ¿por qué no lo contáis a toda la clase, y así nos enteramos todos? —dice entre dientes la profesora Margarita—. Seguro que puede esperar al final de la clase.

Miro a Lola con cierta incredulidad y ella me devuelve la mirada. La profesora nos vuelve a mirar, pero hacemos como si no nos hubiéramos dado cuenta.

—Mejor será que os quedéis después de clase chicas. Castigadas. Hasta las seis.

Se escuchan risas de fondo.

Me parece que Margarita se ha pasado un poco, seguramente, hoy no es su día.

—Y ahora, ya que os veo algo despistadas y además de eso habéis llegado tarde a esta clase y ni si quiera tenéis la más mínima apariencia de curiosidad ni de que os interese el tema que estamos tratando hoy... quiero decir, ya que no hacéis ninguna pregunta al respecto, seré yo la que os ponga al día. Veamos... —dice con tesón.

Lola y yo nos ponemos algo tensas en nuestras sillas, y nos preparamos para lo que pueda ocurrir los siguientes minutos, o en este caso, en sus próximas preguntas.

—Bueno, así por casualidad, ¿os habéis enterado de qué es sobre lo que estábamos hablando?

—Sí.

—Pues dígame, señorita Mia, ¿qué es lo que ocurría en la Edad Media con las brujas?

—Las perseguían.

—Bien, bien —me mira y pone una mueca extraña.

Sigue formulando preguntas acerca de la Edad Media, de la magia, de las brujas. Explicando todo.

Nos pone unos deberes de un montón de páginas y mientras que yo sé responder con facilidad a todo, mi mejor amiga, Lola, no sabe responder a nada. Por señas me dice que le pase las respuestas en un papel, por debajo de la mesa. Parece que esta vez, nuestra increíble profesora Margarita McMurdy no se ha enterado.

Le paso todo por escrito a mi amiga, pero Fredy tiene que pasárselo de mi parte ya que él está a su lado y yo no, «qué mierda».

La hora estaba transcurriendo tan despacio... y pensar que luego nos tendríamos que quedar castigadas, se me encogía el alma solo de pensarlo. ¿Qué íbamos a hacer todo ese aburrido rato? Porque, ¿iba a ser aburrido, verdad?

Cuando salgo de mi ensimismamiento, para mi suerte, quedan cinco minutos de clase. Aunque, he de decir, que se me está pasando tan lento el tiempo que parece que alguien lo haya parado, o incluso que alguien, lo haya atrasado.

Pasan los cinco minutos, todos estamos callados, pero cuando falta un minuto ese silencio se hace ensordecedor ya que todo el mundo empieza a murmurar y a recoger, y cada vez esos murmullos se escuchan más altos.

Margarita pide silencio, pero nadie le hace caso. Excepto una chica, una chica que siempre estaba callada y atendía a todo, que sacaba buenas notas, todo sobresaliente. En ese aspecto, me recordaba a mí, solo que yo, hoy, estoy algo fuera de mis casillas.

Por segunda vez, Margarita, vuelve a pedir silencio. Nadie la escucha, pero yo... puedo observar, puedo ver y darme cuenta de que mi querida profesora McMurdy, se estaba enfureciendo lo suficiente como para pegar un chillido que se escuchara de aquí hasta mi casa. Se estaba poniendo roja. Parecía que en cualquier momento iba a explotar.

De un momento a otro, pam, se va la luz.

Se puede volver a apreciar ese silencio abrumador. Todo el mundo se ha callado.

El Ángel de Mia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora