Al minuto de estar toda la clase en silencio, se vuelve a armar un alboroto.
McMurdy dice que no nos preocupemos, que seguramente ha sido un apagón, pero en realidad todos estamos asustados y, ella extrañamente también.
Nos manda a Lola y a mí a la sala de profesores donde se supone que deberían estar los profesores que no estaban dando clase en esos momentos y estaban de descanso. McMurdy dice que le digamos a cualquier profesor que esté que vuelva a dar la luz, que se había ido.
Cuando llegamos, está Jose solo. Trabajando con su portátil. «O eso creo, igual es del colegio y no de él. Bueno no importa».
—¿Qué hacéis aquí las dos? —mientras sigue concentrado en su trabajo mirando seriamente a la pantalla del portátil— ¿Ya os han castigado? ¿Qué habéis hecho?
—No —Dice Lola con desazón.
—Estamos aquí porque se ha ido la luz, creíamos que de todo el colegio, pero veo que aquí no se ha ido, Jose —digo mientras miro cómo de concentrado sigue en su trabajo.
—Mm, vale. ¿En qué clase y con qué tutor os encontrabais?
—Con McMurdy en clase de historia, pero es extraño que aquí no se haya ido la luz también si se ha ido en todo el colegio.
—Vale, ahora enseguida vuelvo a subir el plomo de la luz de tu clase, estáis en la clase de la derecha del tercer piso, ¿verdad?
—Sí.
Mientras sube los plomos de nuestra clase, miro a Lola algo preocupada, parece que no esté muy bien o que esté intranquila por algo, no sé...
Los plomos se encontraban en una cabina detrás del armario, era un lugar enorme. Jamás lo hubiera imaginado.
—Bueno con esto debería estar ya, chicas —dice Jose.
—Vale, muchísimas gracias Jose.
Salimos de la sala de profesores y nos encontramos con que todos nuestros compañeros están bajando, y al contrario que ellos nosotras teníamos que subir. Somos una contradicción. El caso, es que teníamos que subir porque habíamos dejado allí nuestras mochilas, y también porque McMurdy nos había castigado. De no ser por las mochilas, nos hubiéramos escabullido seguramente del castigo, o al menos lo habríamos intentado.
Llegamos al tercer piso, tuvimos que bajar al primero, y volver ahora al tercero era como una tortura o algo así para nosotras... eso, o que éramos unas vagas a más no poder.
Ya enfrente de la puerta, tocamos dos veces y se escucha una voz que parece que diga "adelante", aunque tampoco estoy muy segura, aun así Lola y yo, entramos.
Allí estaba la señorita Margarita y sin nadie más, ya se habían ido todos. Solo estamos ella y nosotras. «¿Qué nos hará hacer? ¿Qué castigo nos pondrá?, ¿Será un castigo?»
—Pasad chicas, pasad. Vamos, adelante -dice McMurdy.
Entramos y tomamos sitio.
—Ya veo que han tardado más en irse nuestros compañeros, pero aún se van antes que nosotras. ¿Por qué les ha hecho esperar con usted aquí? —digo.
—No esperarías que me quedara yo aquí sola hasta que llegaseis vosotras... —me responde cortantemente.
—No, no. Claro que no, no he querido decir eso, perdóneme.
—No pasa nada querida, tranquila.
—-¿Por qué nos ha castigado? —dice Lola.Ya se me estaba haciendo demasiado raro que no hablara, llevaba mucho rato callada para lo que le gusta hablar a ella.
—Hay ciertas cosas y actitudes que no se pueden tolerar en las clases, señorita Lola.
Miro a Lola desconcertada, pero esta no me devuelve la mirada. Sino que se limita a quedarse seria, distante y fría. Quería preguntarle qué le pasaba, por qué estaba así, pero no podía porque teníamos a McMurdy delante.
ESTÁS LEYENDO
El Ángel de Mia.
FantasySoy Mia, una chica tímida, tan tímida y tan insegura que a veces ni yo misma sé quien soy, casi me lo tienen que recordar. Tengo una vida feliz, a pesar de que mi infancia no fue la más bonita ni la que todo niño querría tener, tengo unos padres ge...