Recuerdos.

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Como un eco perpetuo
Tu nombre resuena en mi mente.
Mi eterna condena es recordarte.
¿Y cómo no hacerlo?
Si mis ojos quedaron impregnados
En tu sonrisa,
Si mis oídos, traicioneros, reproducen una y otra vez
Tu voz... Tu risa.

Tus ojos tatuaron constelaciones
En los míos.
Esas estrellas
Que en aquel atardecer brillaban
Ahora agonizan
En un mar inmenso
De recuerdos.
De recuerdos de un ayer,
De un ayer remoto,
De un ayer que no volverá,
De un ayer que, sin embargo,
Permanece...
Y se apodera de las tierras
De mi presente.

Te busco en cada rostro
Y cuando a fin creo encontrarte
Te ocultas.
Temo algún día
No hallarte
Ni aún en tu persona.

Tus manos,
Tus manos que aún están unidas a las mías.
Recuerdo cuando se aventuraban en un viaje
Por mis mejillas,
Por mi cabello,
Por mi cintura.
Delicadamente, con ternura e inocencia,
Sembraban mi piel de caricias.
Ahora su ausencia
Ha marchitado la frágil sonrisa
De una alegría ya sin lluvia.

Estoy cansada,
Cansada de esperar
A que mil millas
Se reduzcan a centímetros o a nada.
Cansada de la ambigua
Esperanza
Que dejó un Febrero sin Sol
Ni brisa.
Cansada de la indiferencia,
De las miradas de contrabando,
De las palabras prohibidas,
De las noticias ajenas.

¡Que venga el olvido ya mismo!
¡Que haga un diluvio en mi memoria,
Mayor que los tesoros que me dejaste!
¡Tesoros que se pudren!
¡Tesoros que solo guardan una vaga ilusión de lo que valían!
¡Más que tesoros son plagas!
¡¡Que desaparezcan ya mismo!!
Quiero vivir tranquila...
Sin que tú me persigas.
Quiero olvidarte.
¡Por favor, Dios mío escucha!
Que ya no quiero recordar
Esas galaxias,
Que ya no quiero escuchar
Esa apacible melodía,
Que ya no quiero más vida sobre mi piel.
¡Que ya no quiero su existencia cerca de la mía!

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2016 ⏰

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