Capítulo tres. {Maratón; 1/3}

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Dedicado; Fernanda Pereira. 

Capítulo; O3♡. {Maratón; 1/5}

Me levante al rededor de las 7:15 por culpa de los sonidos raros de Mangel, por un momento pensé que estaba teniendo un ataque de asma o algo por el estilo, pensé en mil maneras de ayudarlo y otras mil maneras de verlo morir, pero cuando por fin cesaron y murmuros adormilados ocupaban su lugar, supe que solo se trataba de unos fuertes ronquidos. 

Tendí mi cama y agarre mi bolso de aseo personal. Me metí al baño y me di una ducha rápida, me vestí con el uniforme ñoño del campamento y oculte mi cabello en el gorro que Tobias me había dejado.

Salí de la habitación en busca de comida. Todos los pasillos estaban desiertos, ningún rastro de vida humana. Apenas 24 horas de estar aquí y ya me sentía asfixiada, necesitaba soltar mis pechos y mi cabello. Quería bailar desnuda por toda la habitación y cantar a todo pulmón hasta dañarme la garganta, quería hablar con mi voz normal y maquillarme. Pero no podía, tenía que seguir fingiendo durante tres meses más, ¿como podría lograr eso? ¡si apenas estoy tolerando esté día!. Seguí caminando hacía la nada, todas las cabañas eran exactamente igual, lo único que diferenciaba las unas con las otras era el número asignado. Llegue a lo que supuse que era el comedor, tenía largas mesas de madera y sillas del mismo tono, también habían maquinas de caramelos y gaseosas.

Una voz grave hizo que diera un salto.

— ¿Qué haces tan temprano? —me giré y ahí estaba Rubius. Aun tenía puesto su pijama de polar. 

— Tenía hambre —susurré y camine hacía donde estaba— ¿Tu también? 

— ¿También qué? 

— Si también tienes hambre 

— No, te vi saliendo de la habitación y quería saber que hacías —movió ambos hombros hacía abajo— ¿Quieres comer algo?

— No hay nada, y las maquinas necesitan dolares

— ¿Quien necesita las maquinas? —sonrió— Te mostrare algo.

Tomo mi brazo con fuerza y salimos disparados hacía fuera. Caminábamos a pasos grandes. Llegamos al final del campamento y soltó mi brazo. Delante de nosotros habían cercas de metal. 

— ¿Listo muyayo? ¿quieres comida? 

— Dudo que aquí haya, ¿donde mierda estamos Rubius?

— Rubén... dime Rubén —carraspeo y estrecho su mano— Ahora seremos compañeros de habitación y amigos, así que llámame por mi nombre 

— Bien, Rubén —rodee los ojos y tome su mano sacudiéndola como saludo formal— Ahora dime, ¿donde estamos? 

— En el patio del campamento. Pero no por mucho. 

Puso ambas manos en la cerca y comenzó a escalar. ¿Que demonios le ocurre a esté chico?. Miré confusa como terminaba de saltar la cerca y limpiaba sus pantalones. Nuestras miradas se juntaron y sonrió mostrando todo sus dientes. 

— Vas tu —dijo y golpeo la cerca con las manos. 

— Ni de coña, ¿que te pasa? ¿quieres escapar o algo así? si es así no te ayudare, no quiero irme suspendido o algo por el estilo... dios, ¿en que piensas? ¡ya regresa a esté lado! 

— Relaja las tetas hermano... ¿qué le pasa a tu voz? suenas gay —soltó una carcajada. Aclare mi garganta y lo mire con odio. 

— ¡Estoy enfermo!. ¿Ya puedes volver? 

— Tobias no pasa nada, quiero enseñarte un lugar... allí podremos ver a chicas de culos gordos y hacer cualquier cosa, vamos hombre... soló ven... ¡sube la cerca!

— No quiero ver culos ni hacer cosas idiotas, te pillaran... si no vuelves iré a buscar a Mangel 

— ¿Mangel? ¡está durmiendo! ¡todos lo hacen!. 

Nos quedamos unos minutos en silenció. Rubén suspiró cansado y metió un brazo en unos de los orificios de la cerca, tomo mi camisa y tiro con fuerza, mi cuerpo se estrello con el metal y solté un gemido. Mis pechos dolían como mil demonios. Estábamos lo bastante cerca para sentir nuestras respiraciones, traté de soltar su agarre pero fallé, su puño apretaba con una fuerza increíble. Giré mi cabeza mirando el gran árbol seco que se ubicaba en el otro extremo. Sentía la mirada de Rubén y eso me ponía nerviosa, quería que me soltara y que volviera aquí para no ser expulsados por intento de escape.

— Por favor volvamos —susurré y giré mi cabeza una vez más para reencontrarme con sus ojos verdes.

— Acompáñame...

— Nos pillaran

— No lo harán, confía en mi —soltó mi camisa. Masaje mi torso y luego mi rostro. De seguro tenía las marcas de la cerca en mis mejillas. 

— Nunca confiaría en alguien como tu 

— Tratare de vivir con ello —sonrió— Si vienes nunca más te molestare 

— No lo haces 

— Pero desde ahora lo haré y créeme, será duro 

— ¿Tu madre no pensó en adoptarte? 

— No, dice que soy especial... entonces ¿vendrás? 

— ¿Me queda otra opción? 

— No.

Tendría que estar loca para saltar de una cerca de dos metros, fácilmente podría romperme un brazo o morir al saltar. Rubén lo había logrado por su alta estatura, con un 1,85 era pan comido saltar algo de dos metros... pero; ¿1,54? ¡ni de coña!. 

Después de minutos que solo parecían segundos puse ambas manos en la cerca, tenía miedo... miedo de fracasar y caer.

Mis manos y piernas temblaban, tenía que apresurarme o nos pillarían, era ahora o nunca. 

Escalé sin dificultad los primeros cinco centímetros, pero luego todo se volvió extremo, sentía como mi corazón se aceleraba cada vez más, en cualquier momento explotaría. Tienes que calmarte, vamos _____. Suspiré y trate de relajarme, Rubén silbaba y decía que apresurara o nos pillarían... y tenía razón, en cualquier momento todos despertarían por la alarma del desayuno. Volví a escalar dejando atrás mis miedos y el suelo. Llegue a la punta de la cerca y pase mis piernas con cuidado hacía el otro lado del campamento, era oficial... ya estaba afuera, solo falta saltar.

—Solo tírate —grito Rubén.

— ¡Tengo miedo! —solté y aferre todo mi cuerpo a la cerca.

— ¡No seas niñita!.

Un sarcasmo real. Joder, quería gritar que era mujer y que estaba apunto de romper a llorar y llamar a mi madre con gritos desesperados, en que momento se me ocurrió está mierda... ¡estoy a más de dos metros! ¡moriré!.

— ¡ME ARREPIENTO! ¡QUE TE DEN POR CULO! —grité y oí las carcajadas de Rubén. 

— Venga macho, ya tírate. 

Hice caso omiso y comencé a devolverme hacía el otro lado de la cerca, tenía que volver y poner todos mis pensamientos en orden, no podía ser una persona fácil de manipular, apenas conocía a esté tío y ya casi saltaba dos metros por él. 

Traté de pasar ambos pies hacía el otro lado, fallé. Estaba colgando, moví las piernas frenéticamente pero solo ayudo para que mi mano izquierda se resbalara, tenía una sola mano cargando todo mi peso. Sentía como me comenzaban a picar los ojos de lagrimas, Rubén gritaba algo pero no podía escucharlo, estaba sorda y cegada... solo pensaba en afirmarme y tratar de estabilizar mi cuerpo y mente. 

Fue cuestión de solo segundos para que mi única extremidad sujeta se resbalara. Estaba cayendo y veía todo en cámara lenta, mi cuerpo se alejo por completo de la cerca y mi vista fue directo al cielo, solo quedaba una cosa; Esperar la caída.

Una infiltrada en la familia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora