Alexia, he oído lo que ha pasado. Llámame, por favor.
Alexia, necesito hablar contigo. Llámame.
Dime al menos que estás bien.
Alexia, por favor.
Soy yo otra vez. Ya no sé qué hacer para localizarte. Nadie sabe dónde estás, nadie lo sabe. Por favor, responde a alguien. A quien sea.
Alexia, sé que seguir intentándolo es inútil, pero necesito saber que estás bien. No sabes cuánto lo necesito. Nadie me ha dicho por qué no te has casado, ni yo he preguntado. Solo quiero oírlo de ti. Alexia... por favor.
Te sigo queriendo, ¿lo sabes, verdad? Respóndeme.
¿Y si hacemos un trato? No es el de aquella vez, tranquila. Ahora a la única chica que quiero en mi cama es a ti. El trato es el siguiente: tú me respondes y yo vuelvo a Londres. Necesito verte. Necesito tenerte otra vez. Pero qué digo, ¿otra vez? No te he tenido nunca, Alexia. Y eso es lo que quiero. Te quiero y siempre querré tenerte. Aunque respondas tarde, el trato sigue en pie. Siempre... siempre te estaré esperando. Pero por favor, no llegues tarde.
Esta es mi última llamada. Siento esta avalancha de mensajes, de sentimentalismo. Ya se acabó, no... te molestaré más. Tú puedes llamar cuando quieras. Con amor, Oliver.
Nos hemos quedado callados, en silencio. No sé, sinceramente, cuánto llevamos así. Podrían ser segundos o minutos. El móvil sigue sobre la mesa baja del salón, ya la pantalla dejó de brillar hace rato y ahora está en negro, bloqueada. Connor coge el teléfono, lo desbloquea y vuelve a leer los mensajes. Lo deja sobre la mesa otra vez. Yo lo sigo con la mirada, en silencio. Descubrir estos mensajes ha sido como darle la vuelta al mundo en el que vivía. Si hubiese visto esto mismo hace cuatro años en lugar de apagar el móvil y no querer saber nada de nadie, mi vida hubiera sido muy distinta. Y de todas esas cosas que me ha dicho, lo único en lo que pienso es en esas tres últimas palabras: <<Con amor, Oliver>>. Con amor. Amor. Esa palabra... esa palabra es una espinita en el corazón. Qué digo una espinita, un puñal. Creo que nunca he oído a Oliver decir la palabra amor. Y pensar que la utilizó para mí hace que se me pare la respiración.
Supongo que cualquiera diría que ya da igual, que esos mensajes no importan, que han pasado cuatro años. Cuatro dichosos años. Pero, aunque me empeño en creer que no siento nada por Oliver, sé que algo sigue habiendo en mi interior. Algo que ha hecho que me den ganas de llorar cuando Oliver ha besado a Valery, cuando he visto que son felices, que tienen un perrito encantador y que lo tratan como si fuera su hijo. Y, mientras tanto, ¿yo qué he conseguido? Sí, terminé la carrera. Una carrera que ahora sé que no me gusta nada. Sí, vale, tengo trabajo. Después de dejar una oportunidad única en un gran bufete. Y, sí, también he conocido gente grandiosa como Connor, y sigo teniendo a mis amigos. Pero es como si no hubiera avanzado en la vida. Como si tuviera la misma vida que hace seis años. Si ni siquiera tengo novio, joder...- Tenemos muy mala suerte en el amor, Connor. Está claro que no estamos hechos para querer.
Un extremo de sus labios tira hacia arriba, en una sonrisa cansada, amarga.
- ¿Te imaginas? –dice-. Tú y yo con pareja. Saldríamos por ahí los cuatro, a cenar, al cine... Nuestros sábados de Netflix y cine estarían algo concurridos, pero estará bien, ¿eh?
- ¿Qué pasa? ¿No te basta con nosotros dos? No necesitamos a nadie más –digo recostándome sobre él-. Tú me tienes a mí, y yo te tengo a ti. –Tras un silencio añado:- Pero sí, estaría bien tener a alguien con quien compartirnos.
- Ay, Alexia... -suspira-. El día que alguien nos quiera sin medida vamos a salir huyendo...
Cuánta razón tiene.
Me abrazo más a él y Connor me besa la coronilla. Nos quedamos así bastante rato.
Poco después, dice:
ESTÁS LEYENDO
(I'm) Yours: Cruel love
Teen FictionHan pasado cuatro años desde que Alexia tomó la decisión más importante de su vida. Ahora, cuatro años más tarde, su vida es completamente distinta a como la imagina ella misma: Trabaja en una empresa de videojuegos. Vive en un apartamento co...