Apenas son las nueve de la mañana y ya estamos preparando la casa para cuando lleguen los invitados.
Valery y yo llegamos ayer por la noche, después de hacer varias horas cada uno en el trabajo. He tenido que mover cielo y tierra para no tener que ir a trabajar en todo el fin de semana, allí soy el último mono. El nuevo, a pesar de que lleve varios meses de residente y han llegado otros más nuevos que yo.
Mi madre nos ha despertado esta mañana a eso de las ocho, en la mesa de la inmensa cocina estaba preparado un desayuno de reyes. Siempre se me olvida lo mucho que le gusta a mi madre el papel de anfitriona. Mientras hemos desayunado no he dejado de mirar a mi alrededor, cada viga del techo, cada marco en la pared, cada panel de madera. Recuero que cuando éramos pequeños veníamos mucho, pero hubo un momento en que dejamos de venir, o al menos en el que yo dejé de venir. Prefería pasarme los días en la casa en la que estuviéramos viviendo en esa época a venir hasta aquí, la fría y aburrida Londres. Pero ahora me siento tonto, es una gran casa, preciosa y familiar. Mi madre siempre bromeaba diciendo que algún día esta casa sería nuestra, que viviríamos en ella con nuestros hijos y esposas. Nunca dijo quién de los dos sería esa persona, y me sorprende que, en este momento, sea yo el que más se esté acercando a ese futuro.Comenzamos a quitar las hojas y los insectos de la piscina, a rastrillar el jardín y a sacar los cojines de los sillones de mimbre siempre colocados en él. Mi madre nos obliga también a sacar las sombrillas a juego con el conjunto de sofás a pesar de que el sol es bastante débil hoy. Incluso diría que va a comenzar a llover en cualquier momento. Y mientras mi hermano y yo nos encargamos de esto último, mi padre se percata de que la barbacoa está lista para usar.
Mi madre encarga a Valery que se acerque a por Yaya a casa, ella no quería pasar la noche aquí sabiendo que mi madre la pondría a trabajar. La puerta del jardín se abre y aparece Valery con ella, que sonríe nada más vernos. Hugo y yo nos acercamos a ella y la estrechamos en nuestros brazos. Pero en cuanto dejamos de abrazarla nos dice que volvamos al trabajo. Yaya es así, es divertida y muy cariñosa, pero es como el jefe de la casa, siempre dando órdenes en ocasiones como esta.Cuando ya está todo listo, subimos a cambiarnos. A pesar de que no hace un espléndido día, sí que hemos pasado calor moviéndonos de un lado a otro, cargando con cosas y limpiando.
Cojo una simple camisa de aspecto vaquero de manga corta (que me queda a la altura de los bíceps) y un pantalón negro. Cuando bajo, Valery se me queda mirando de arriba abajo con una sonrisa traviesa, conozco esa mirada. Me acerco y le beso, y al oído le digo:-A ver si consigues aguantar hasta la noche.
Ella se muerde el labio inferior mientras me alejo.
Últimamente las cosas entre Valery y yo han ido mucho mejor, como solía ser antes, cuando comenzamos a salir. Ella ya no está tan seria ni tan distante como hace unas semanas, ni yo tan irritable. Hemos vuelto a recuperar el cariño y la pasión de los primeros meses.
Coronel llega corriendo y empieza a saltar a mis pies, lo cojo en brazos.-Eh, pequeño, ¿qué pasa?
-Están llegando –dice entonces mi padre.
Así pues, suelto a Coronel y sigo a mi padre unos pasos por detrás hasta la entrada. Él continúa andando hasta la verja para abrirla y dejar pasar a la gente. Yo me quedo en la puerta, apoyado en el marco. Esta fiesta me entusiasma tanto como si alguien quisiera empujarme desde un precipicio.
-Controla tu emoción, hermanito.
-No voy a pedir perdón por no querer estar aquí.
-Tranquilo, yo tampoco. Y te recuerdo que esto es por mí, así que estoy en peor situación que tú.
-¿Qué dices?
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(I'm) Yours: Cruel love
Novela JuvenilHan pasado cuatro años desde que Alexia tomó la decisión más importante de su vida. Ahora, cuatro años más tarde, su vida es completamente distinta a como la imagina ella misma: Trabaja en una empresa de videojuegos. Vive en un apartamento co...