Prólogo

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En un universo infinito del que hemos escuchado a través de los años, existe un planeta en especial, un planeta sé que encuentra a miles de millones de años de nuestro hogar llamado Tierra.

Este planeta tan lejano puede parecerse mucho al nuestro y a la vez puede ser totalmente diferente, tratándose de un lugar donde las respuestas que siempre buscamos, se vuelven fácil de encontrar, donde lo que es imposible para nosotros, es cotidiano para la raza que subsiste en él, este planeta del que hablamos ha sido conocido por varios nombres pero la manera correcta de llamarlo sería Lounk.

A pesar de la distancia entre Lounk y la Tierra, existe una conexión por medio de un enorme agujero que funciona como portal entre ambos mundos. Lounk es un lugar donde sus habitantes son las criaturas que solo conocemos por historias de gente loca o muy imaginativa y donde también habitan personas casi iguales a nuestra especie.

La magia es más que real en este lugar y es un flujo principal de su existencia; a través de los años varias criaturas de este lugar han sido valientes y aventureras al atreverse a cruzar el portal entre nuestros mundos. Creando lazos con nuestros antepasados, dándoles conocimientos inimaginables; intercambiaron ambas razas grandes cantidades de información. Visitantes de Lounk les enseñaron la magia y el humano la transformo en ciencia, mientras que los admirados visitantes llevaron los avances científicos a su tierra formando así un mundo más avanzado sin perder la magia que ellos ya conocen.

Lounk fue un mundo de paz durante varios siglos, parecía que el concepto de la guerra no existía entre sus habitantes pero a pesar de todo, al final, aquella semilla de caos y sufrimiento que había sido olvidada, logro germinar y entonces el Lounk que todos conocían, comenzaría a cambiar y luego a desaparecer...

Justo cuando nadie lo esperaba, un movimiento se inició de entre los rincones más obscuros de aquel lugar; se hizo llamar la organización fénix y con su creación lo único que se logro fue la destrucción y aniquilación absoluta de miles de ciudades y especies.

Pero Lounk no estaba tan perdido, mientras Fénix infundía miedo y destrucción en todos lados, un hombre fue capaz de hacerle frente a aquella calamidad, un hombre sin ningún valor, un simple mercenario, un ladronzuelo sin nada de que ofrecer. Su nombre era Iren... Iren Zaikareass.

No paso mucho para que Iren lograra popularidad entre todos los pueblos y tampoco paso mucho para que se iniciara el propio movimiento del mercenario, mucha gente comenzaba a unirse a su causa...

Antes de contarles el resto me gustaría adentrarme un poco más en la vida de Iren. Hablaremos de como realmente empezó la organización que armaría Iren pero para eso tendría que conocer a una persona que no fuera de Lounk... si no de nuestra amada Tierra.

Iren se encontraba en el campo de batalla, derrotando a los soldados de Fénix, iban ganando y su pequeña brigada comenzaba a parecer más un gran ejército por la cantidad de gente que se habían unido a él, fue una lucha extraordinaria y con muchas pérdidas entre ambos bandos pero sin duda la perdida más grande que tuvieron fue que Iren había desaparecido al ser lanzado en un pequeño portal que yacía abierto cerca del campo de batalla.

Muchos lo dieron por muerto pero lo que nadie sabía era que este seguía vivo y había caído en la Tierra, exactamente en los jardines del enorme palacio de Versalles, estábamos en el año de 1771, era de noche y una fuerte tormenta azotaba todo el lugar, con fuertes vientos, densa lluvia y miles de rayos. Era una noche espantosa, tanto que nadie tenía ganas de estar afuera, no había nadie, salvo los pobres guardias que tenían que estar afuera, y que trataban de ocultarse de la lluvia colocándose en zonas techadas. Y como si no fuera poco para los pobres guardias, en apenas unos segundos, sin anunciar, un poderoso rayo cayó justo en los jardines del palacio, sacándole un susto a más de la mitad de gente que había en aquel lugar.

Temerosos, los guardias se acercaron al lugar donde el rayo había caído para encontrarse con arbustos siendo consumidos por el fuego, rápidamente, comenzaron a apagar el fuego antes de que este avanzara hacia el resto del jardín. Estaban tan ocupados con eso que no notaron que nuestro héroe había entrado como un intruso en el palacio y que se movía con agilidad entre la obscuridad. Se encontraba muy herido y no dejaba de sangrar por lo que decidió escalar rápidamente hacia uno de los balcones del palacio para poder entrar al lugar y descansar. Una vez arriba, Iren se detuvo unos minutos, exhausto, su herida en su costado era muy profunda, se estaba desangrando. Miro confundido hacia la obscuridad de los jardines, no tenía idea de dónde demonios estaba.

—¿Quién demonios eres? —se escuchó una vocecilla con un fuerte acento francés, proveniente del interior del palacio, sobresaltando al muchacho, el cual se giró rápidamente listo para atacar a la dueña de la voz. La cual al ver la agresiva reacción de su desconocido visitante se adentró más en su habitación. Iren al notar que solo se trataba de una muchacha indefensa y nerviosa, se calmó un poco. Al parecer había invadido el balcón que daba a la habitación de la joven, la cual se veía bastante asustada, aunque por la obscuridad no se podía apreciar muy bien sus rasgos. Asustada se quitó uno de sus finos tacones y amenazo con este al joven.

—¿Qué demonios quieres? Mas te vale irte o llamare a los guardias. —dijo intentando sonar amenazadora, aunque en su voz se podía escuchar el miedo que sentía. El joven ladrón no entendía nada de lo que decía la chica pero su acento le parecía muy gracioso.

—¿Quién eres? —pregunto Iren en su propio idioma con un hilo de voz antes de que el dolor lo obligara a retorcerse. La muchacha noto la enorme herida que el intruso llevaba en su costado derecho y como un enorme charco de sangre se estaba formando bajo los pies de este.

—De seguro ya tuviste un encuentro con los guardias ¿Verdad? No dudes que vendrán por ti. — Iren sonrió, aquella chica le resultaba graciosa. Se retorció por última vez antes de caer al suelo y ahí perdió el conocimiento.

Lounk: Ciudad industrialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora