Vanessa

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Iren abrió los ojos lentamente al sentir como la luz se filtraba por la ventana, gimió adolorido y trato de levantarse, lo que les costó bastante pues el cuerpo le dolía muchísimo y se sentía muy débil. Una vez que logro levantar el torso; se dedicó a analizar todo el lugar con la mirada. Estaba en una enorme habitación adornada con exquisito gusto, estaba adornado con costoso amueblado, con una enorme y suave cama al centro, con finas sábanas blancas que habían sido manchadas con su sangre. Entonces sin previo aviso, todos los recuerdos de lo que había pasado un día antes, atacaron su cabeza como una bomba, logrando que se volviera a poner muy nervioso. Voltea de nuevo hacia todas partes en busca de respuestas pero no encontró nada más que una persona que yacía sentada en una silla y recargada a la orilla de la cama. Era la muchacha nerviosa del balcón, estaba profundamente dormida y parecía realmente agotada. Entonces Iren recordó que había sido gravemente herido y que horas antes se estaba desangrando, llevo sus manos a su costado y se encontró con que tenía el torso desnudo y que había sido vendado y curado, la chica lo había sanado y por lo visto también lo había cuidado. La miro fijamente por unos segundos, acto seguido, sin una pizca de delicadeza comenzó a sacudir el hombro de la joven para despertarla. La muchacha despertó con un pequeño gruñido en señal de queja y se tallo los ojos bastante adormilada, acto seguido miro al muchacho por algunos segundos pues no paso mucho para que se levantara con un brinco, bastante alarmada, corrió a esconderse detrás de lo que parecía un vestidor, una vez ahí, miro con recelo al joven desde su pequeño escondite.

—Hola. —dijo Iren. La muchacha no contesto parecía no entenderle. Iren suspiro cansado, cerró los ojos un momento para concentrarse y hablo de nuevo. —Hola —repitió y esta vez lo dijo en un francés perfecto. La chica lo miro sorprendido.

— ¿Quién demonios eres? —lo cuestiono la joven.

— ¿Dónde estoy? —dijo ignorando rotundamente la pregunta de la muchacha.

— ¡Contesta, intruso! —exclamo, molesta, sobresaltando al muchacho por completo.

—Calma, calma, no te voy a hacer nada, como asaltarte o violarte o algo así. —dijo Iren con amabilidad.

—No puedo confiar en las palabras de un intruso.

—No soy un intruso, ven, hablemos.

—No. —dijo rotundamente.

—No vamos a lograr nada si hablamos de extremo a extremo. —la chica levanto una ceja, pensativa. —Ya te dije que no te voy a violar. —la muchacha no muy convencida salió de su escondite, lentamente. Dejando ver a una joven no muy alta, de cara redonda con expresión gruñona y facciones bastante tiernas. Sus ojos eran grandes de color miel y su cabello era castaño y rizado de apariencia sedosa. Vestía un vestido de color azul celeste muy largo con varios arreglos muy populares en la época y un exagerado escote que dejaba ver los pechos de la muchacha. El vestido estaba manchado con la sangre de Iren, al parecer la chica lo había arrastrado hasta el interior y había limpiado el piso por donde lo había llevado.

Iren quedo boquiabierto al ver lo hermosa que era aquella joven, sin duda era la mujer más hermosa que Iren había visto.

—O tal vez sí. —dijo el muchacho sin pensar mucho. Logrando asustar a la joven que corrió a su escondite de nuevo.

—No, No, espera, era solo una broma, no te voy a hacer nada. —la joven lo miro sin confiar mucho y de nuevo camino hacia él, lentamente, hasta llegar a pocos centímetros de la cama.

—Hola. —la saludo de nuevo. La chica miro más detenidamente a su invitado y noto que no lucia tan anormal... salvo por sus ojos que eran ¡Purpura!

Lounk: Ciudad industrialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora