En numerosas ocasiones, las personas pensamos que la vida es tan difícil de entender como de explicar. Nadie comprende por qué cuando todo va como queremos, algo falla y nuestra fantasía se destruye por completo, dejándonos las ruinas, el simple recuerdo de lo que un día nos hizo felices. Pues bien, yo al igual que el resto también me lo pregunto ¿por qué las cosas se acaban con el tiempo? Nunca entenderé por qué las ilusiones, los sueños, los sentimientos e incluso a veces, los corazones de las personas, se apagan con la misma facilidad que las velas de una tarta de cumpleaños. En mi opinión solo hay dos opciones: la primera es que, si esos sentimientos desaparecen de la noche a la mañana, nunca llegaron a ser verdaderos; y la segunda, que deseamos sentir cosas con tanta intensidad, que acabamos por creer que esos sentimientos son profundos y reales, aunque el corazón no esté de acuerdo y sean fruto de nuestra mente.
Yo siempre he pensado que la vida es como una noria. Todo el mundo sube. Algunos, asustados, fingen tener ganas de montar, aunque en realidad se mueren porque alguien proponga ir a otra atracción. Otros, por el contrario, luchan por ser los primeros de la fila. Cuando todo el mundo ha ocupado su vagón, el destino tira de la palanca y comienza a girar. Todo parece ir bien cuando de pronto, se detiene. Todos los presentes, confusos, tratan de averiguar qué es lo que ocurre. Durante un buen rato, todo el mundo permanece asustado y expectante. Algunos, angustiados, lloran y no saben si preferirían tirarse o seguir ahí parados. Muchos de los que han quedado parados en lo más alto, disfrutan de las vistas y se alegran de haber pagado lo mismo que el resto y poder permanecer allí más tiempo. Pues bien, así somos las personas. Cada uno tiene su forma de ver la vida. Unos se desesperan, se asustan y lo ven todo negro en las situaciones difíciles. Otros (a los que he de reconocer que admiro), exprimen cualquier situación y la disfrutan al máximo; digamos que es como si estuvieran hechos a prueba de balas, preparados para cualquier 'parón' que pueda traerles la vida.
En ese momento, yo no podía, por desgracia, decir que pertenecía al segundo grupo. Triste pero cierto. La reciente muerte de mi madre me había hecho ver la vida de otra forma, caerme de bruces contra el suelo sin verlo venir.
Hasta entonces, yo llevaba una vida normal y me consideraba una adolescente feliz y afortunada, pero desde que ella no estaba, mi alegría se había esfumado y me sentía algo culpable por no haber sabido aprovechar los momentos al máximo. Son ese tipo de experiencias las que realmente te abren los ojos y te dicen: eh! El tiempo está pasando mientras tú estás ahí sentado haciendo nada, pensando que ya harás esto o lo otro aunque quizá mañana no estés aquí.
Puede que forme parte del ser humano el empezar las cosas siempre al final, en el filo del precipicio. A veces necesitamos un empujón para ponernos en marcha, espabilar antes de que sea tarde...
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¿Casualidad o Destino?
Teen FictionNos gusta el poder, el control, sentir que las cosas son nuestras. Nos gusta tenerlo todo planeado, que todo salga como esperamos. Quizá por eso a veces nos perdemos todo lo bonito, todo lo que no se espera. Tenemos las cabezas amuebladas a la perfe...