Our love story: Pista de hielo.

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Estaba muy enojado, tanto que hacia sonar el suelo al chocar contra las suelas de sus botas. Mantenía las manos dentro de los bolsillos y las cejas contraídas. Quería olvidarse de la discusión que había tenido con su madre hace unos minutos respecto a sus estudios, así que se dirigió a su lugar favorito. A la pista de hielo.

Cada vez que se encontraba allí se le era fácil relajarse y alejar los problemas o cosas que lo fastidiaran o simplemente que lo ponían triste.

No era un profesional. Me refiero a que él no hacia piruetas o pasos. típicos de un bailarín sobre hielo, él sólo patinaba, sin prisa, con música.

Se le estaba haciendo difícil ponerse los patines, tenía la mano tensa de la rabia. Soltó una lisura y escuchó una risita tímida detrás de él. No podía haber nadie allí. Si alguien lo ve allí, estaría en serios problemas.

Se giró y se encontró con un castaño de labios delgados, sonrisa extraña pero aún perfecta, mejillas que lucían suaves y cálidas, y ojos azules penetrantes, tanto así como lo más profundo del mar.

-Hola- y voz aguda- ¿necesitas ayuda?- sabía que si no dejaba de mirarlo así, éste se iba a incómodar pero era hermoso. Aclaró un poco la voz y le respondió, algo confundido.

-¿Quién eres? ¿Por qué estas aquí?- le dijo sonando serio aunque no resultó. Estaba tan apenado por encontrarse hablando con un chico como él que se mordía los labios para no liberar una estúpida sonrisa, sus hoyuelos aparecieron de todas formas.

-Oh es mi primer día de trabajo aquí y estoy creyendo que llegué algo temprano- rió. rió y fue hermoso- ¿y tú que haces aquí?- le preguntó caminando hacia el banco con una bolsa de gomitas en sus manos. No pretendía sentarse al lado de él ¿no?. Oh, si lo pretendía.

Lo observó en silencio. No recordaba el momento en el que lo invitó a sentarse pero se lo agradeció internamente.- Soy amigo de Bill, un trabajador de aquí.- el otro acercó la bolsa ofreciéndole los dulces, éste lo miró y negó con los ojos cerrados. No le gustan las gomitas de ositos. -Sabe que me gusta estar sólo aquí así que me dio una copia de las llaves.- Asintió con la cabeza dejando entender que lo había captado todo-Si el dueño se llega a enterar de esto, te mato.- era la primera y única persona a la que se lo diría. Bill no cuenta.

-No me asustas.- se alzó de hombros siendo totalmente sincero.

Dejó de observar con poca gracia el patin que lo estaba haciendo renegar para mirar al otro-¿Qué?

-No me asustas. Tú.- contestó con naturalidad, comiendo más y más gomitas. Que molesto.

-No me conoces, puedo ser peligroso.- alzó una ceja para darle misterio. Lo vio en una película.

-Claro, usando una gorrita rosa de lana, típico de un criminal.- río, haciendo chino sus ojos. Esta vez el otro acompañó su risa.

-Pero que atento eres... ¿chico extraño amante de las gomitas?- lo miró divertido. Fue oficialmente lo más estúpido que dijo en su vida.

-Sí, así me llamo, pero me dicen Louis con frecuencia.- sonrió y arrugó la nariz. Adorable.- Y tú eres... déjame adivinar ¿chico rulitos no sé ponerme un par de patines?

-Espera ¿como sabes que tengo rulos?- no era posible que hubiera visto sus feos rulos, estaban escondidos debajo de su gorrita. Mierda.

-Son traviesos- sonrió y escondió un riso detrás de su oreja. Éste, con las mejillas enrojecidas, siguió peleando con sus patines.-Déjame intentarlo.- y sin esperar una respuesta o permiso, se arrodillo y le puso los patines. Tan fácil como meterse una cucharada de comida a la boca.

Our love story. {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora