Capítulo 4

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Primera Gran Aventura...

Casi te pierdo... otra vez

Hiccup mira como embarcan a un encadenado y asegurado Toothless. Todo eso era su culpa. Debió hablar desde un principio, ocultar a Toothless y contarle a su padre. No debió fingir que era bueno dominando a los dragones. No debió hablar del nido.

Debió escapar con el cuándo la idea tomo forma en su cabeza. Con ropa y algo de comida. Pudieron ir a alguna isla deshabitada, lejos de todo. Solo ellos dos.

Su padre le mira por unos segundos y sus palabras queman en su pecho.

''No eres mi hijo''

Los barcos empiezan a alejarse y la impotencia lo abruma. Todos los vikingos en esos barcos iban a su muerte segura. Perecerían nada más entrar al nido, si tenían la suerte de entrar. Toothless también moriría y todo por su culpa. Seria marginado, echado de la isla, abandonado a su suerte. Porque seguro como Hellheim que no heredaría el liderazgo de Berk. Y aunque lo hiciera él no es material para ser líder.

Le quedó muy claro en el momento en que miro los ojos de Toothless.

Astrid se para a su lado y él desvía la vista para no hacer contacto visual con ella. Antes, que la rubia vikinga le mirara era su mayor sueño. Antes estaba perdidamente enamorado de ella. Antes se hubiera derretido con el solo hecho de que ella lo abrazase como lo hizo la noche anterior mientras volaban. Antes de conocer a Toothless.

—Debes sentirte mal—dice ella jugando con sus manos. Hiccup suspira pero no la mira—. Lo perdiste todo. A tu padre, a tu tribu, a tu mejor amigo...

—Oh, gracias por recordármelo—responde en un suspiro algo acido. Ni siquiera tiene fuerzas para enfadarse por el comentario de la vikinga.

—¿Por qué no lo mataste?—Pregunta ella y lo mira—. Los demás, todos nosotros, lo hubiéramos hecho pero tú... tú no lo hiciste. ¿Por qué?

—No lo sé—suspira y se gira para marcharse.

—¿Cómo que no sabes?

—No sé Astrid, no sé. Fui... fui un cobarde, no... no quise matar a un dragón.

—¿Acabas de decir no quise?—Ella lo mira incrédula y Hiccup trata de no hacer una mueca.

Sus pensamientos dispersos, una parte de él se aleja con Toothless. La otra llora por su estupidez, le recrimina que es su culpa.

—No sé. ¡300 años y soy el primer vikingo que no quiso matar a un dragón!

Pasa una mano por sus cabellos y mira al horizonte con el semblante triste, serio.

—Ayer... ayer me preguntaste de qué lado estaba Astrid—lo mira, los ojos verdes inundados de un dolor mudo, lacerante—. No pude responder porque... porque no sabía. Quería ser uno de ustedes pero... cuando mire a Toothless en el bosque.

Se detiene y la mira.

—No quise matarlo. Él se veía tan asustado como yo lo estaba—Hiccup muerde sus labios—. Cuando... cuando lo vi a los ojos me vi a mí mismo.

Astrid suspira y rasca su nuca.

—Él debe estar muy asustado ahora. ¿Qué harás al respecto?

Hiccup frunce el ceño y bufa.

—Probablemente algo estúpido—masculla entre dientes. Pareciere que es lo único que puede hacer.

Astrid ríe entre dientes y se cruza de brazos.

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