Angel mio te encontre

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Ahí se encontraba, como todos los días, en su consultorio; escuchando los problemas de los demás e intentando ayudar y dar algo de consuelo y alivio a esas abatidas almas, que a pesar de estar en el apogeo de su vida ya tenían que vivir con la decepción, el dolor, el rechazo.
El, como su psicólogo, hacia todo lo posible para que aquellos muchachos abandonados y solos se sobrepongan y encontraran paz.
Si, él siempre fue así, desde niño, se mostraba interesado en escuchar a los demás, en ser un soporte y un apoyo para quien lo necesitara; por eso escogió esa carrera, por eso estaba ahí. Aunque el sueldo fuera mínimo, no importaba, el hacía aquello que lo llenaba de gozo y lo hacía sentirse realizado, ayudar.
-Como siempre, Aioros, metido en este consultorio tratando de resolverle la vida a los demás. - negó con la cabeza saga mientras se acomodaba en una silla.
-Sabes que no es ninguna molestia para mí, además, nadie me espera en casa. -respondió con una sonrisa.
-No te sientes fatigado.- hablo saga mirando todo los papeles y análisis que tenía que hacer. - digo, yo la verdad no sé de donde sacas la paciencia para lidiar con tanto adolecente terco y soez. - hablo algo desganado. - de haber sido tú, los encerraba en un cuarto a ver si se les pasa la depresión. -
Aioros lo miro algo indignado.-No digas eso, tu sabes que los problemas que ellos tienes son terribles, si este mundo se interesara más en ellos o por lo menos los escuchara, créeme que sus vidas serian diferentes, ellos no tendrían que hacer lo que hacen...-hablo en tono apagado, ya llevaba más de un año en esa labor, y lo que había escuchado y visto era peor que cualquier cuento o novela irreal.
-bueno, bueno tu sabes que bromeo. - dijo saga intentando excusarse. - yo entiendo que la mayoría de los muchachos y niños que están aquí no se buscaron terminar así, - hablo sereno mientras se ponía al lado de airoso. - aunque...a mi quien me preocupa eres tú, dejas tu vida de lado para meterte en la de los demás he intentar ayudarlos. Mira que si no estás en tu consultorio, estás haciendo servicio social, o en un alberge tratando de aminar y apoyar a esos niños huérfanos, en serio, a veces pienso que tú tienes un problema.-
-Llamas a mi generosidad y solidaridad, problema?-
-no claro que no, es solo que... te he visto hacer tanto por ellos y al final no te lo agraden como deberían. -
Aioros solo negó con l cabeza restándole importancia. - Eso es lo de menos...- siguió examinado unos papeles. -
Saga bufo algo fastidiado- está bien. Se puso en pie. - dejemos eso de lado. - poso su mano sobre el archivo que sostenía aioros para depositarlo en la mesa. - yo vine para otra cosa. - Aioros supuso que quería saga, hecho un hondo suspiro, depositando su espalda en la silla.
-Esta vez prometiste que iríamos así, que ni te atrevas a ponerme una excusa.- Siempre era lo mismo. Cada fin de semana saga lo invitaba a salir a uno de esos bares para tomar una copa y ver cómo iban las cosas.
La verdad, no le desagradaba saga, como hacerlo si era alguien apuesto, pero ahora no tenía tiempo para esos andares, además, sabía que lo que saga sentía era puro capricho, si se conocían desde la preparatoria y desde que él le dijo que lo prefería como amigo que como algo más, saga se empeñó en acercarse a él y en hacerlo cambiar de parecer, pero eso no pasaría, pues el amor no estaba en sus planes, no, lo único que le interesaba era su trabajo y nada más.
-¡Vamos! - exclamo saga. - Te compadeces de los demás, pero a mí que me parta un rayo. - se cruzó de brazos. - qué clase de amigo eres. - dijo burlón, Aioros solo esbozo una media sonrisa.
-Está bien saga, deja que termine con este informe e iremos a donde tú quieras. - le hablo para luego agarrar nuevamente el archivo y seguir con su lectura.
-Así se habla. -hablo saga emocionado. - ya verás que no te vas a arrepentir.
-Si claro. -
Una hora más, tuvo que esperar saga para que Aioros decidiera dejar todas esas hojas a un lado y se dispusiera a salir de su consultorio.
Saga lo esperaba ansioso parado al dalo de su auto, uno lujoso, claro que al ser saga uno de los abogados más requeridos y sin muchos escrúpulos que podían existir, tenía mucho dinero, esa, era una más de las razones por las que Aioros no le hacía caso a saga, pues sabía que el dinero era su principal motor para ponerse a trabajar sin importar la ética de un profesionista.
Si, era famoso pues había ganado la mayoría de sus casos y siempre decía que no se trataba de si era inocente o no, si no de cuanto estaban dispuesto a pagar y que tipo de historia podía inventar resultándole a veces entretenido. Eso desagradaba mucho a Aioros.
-sube. - le invito a pasar a su auto saga.
-no. - se apresura decir Aioros, sabía que si subía a su auto era como aceptar una invitación a para llegar a algo más y Aioros no quería que eso pasara, era muy precavido, además conocía muy bien las intenciones de saga.
- mejor vayamos en mi auto, te parece. -saga lo miro entre confundido y molesto.
- pero...- intento refutar saga, mas ya era tarde, pues Aioros se subió a su auto y encendió el motor.
-ven, sube o...si quieres tú vas primero en tu auto y yo te sigo por detrás. - saga respiro hondo mientras negaba con la cabeza.
-no, claro que no. - saga de mala gana subió al auto de Aioros, este, aunque no era lujoso, estaba muy bien cuidado y en buen estado. Eso sí, Aioros era muy cuidadoso con sus cosas.

Send Me An AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora