—¡Vas a caer!—Sokka hizo una pose de lucha intentando provocar a la chica. Ella intentó ignorarlo, pero el evidente tic en su ojo era clara evidencia de que mi primo era la molestia más grande que esa chica enfrentaba en estos momentos.
Los de la aldea hicieron espacio para poder observar la pelea mientras nosotros nos centrábamos en no perder. Se escuchaban varios susurros y apuestas sobre quién iba a ganar. Espero que estén apostando a mi favor.
Como era de esperarse, la chica dio el primer golpe. Corrió a toda velocidad hacia mí, dando una vuelta en el aire generando una hilera de fuego que se acercaba peligrosamente hacia mí. La esquivé haciendo una barricada de nieve, la derretí en cuanto el ataque fue eliminado y guié el agua hacia ella con el intento de derribarla.
Ella se agachó y plantó firmemente sus piernas sobre el hielo, dando pasos largos y decididos mientras con sus manos lanzaba bolas de fuego en compás a sus movimientos. Me cubría y las esquivaba, enviando ráfagas de agua hacia su pecho con el fin de que dejara de mover las manos. Derretía mi hielo y continuaba lanzando fuego.
Casi logra derribarme cuando, de un salto inesperado hacia atrás, propulsó una gran llamarada de fuego desde la planta de sus pies. Fue un ataque bastante bueno que requería precisión; insisto en que necesita mejorar.
Mientras preparaba mi ataque, noté como ella arreglaba la posición de sus pies y piernas. Fue entonces cuando recordé que los maestros fuego basan el uso de su elemento en la postura de sus piernas y en la respiración
Era un truco sucio pero terminé rompiendo el hielo bajo ella, desestabilizándola y ayudándome a terminar sobre ella, a punto de dar el golpe final. Ella se dio por vencida con un bufido.
—La pelea fue corta, pero he ganado—dije orgulloso ayudándola a levantarse. Ignoró mi intento de ayuda y se levantó ella sola. Se veía molesta.
—Fue porque te subestimé. Pensé que eras más débil de lo que parecías—. Murmuró fulminando con la mirada a los aldeanos que celebraban mi victoria.
—¿Se puede saber el nombre de la perdedora?—Sokka se dirigió a la soldado con una sonrisa burlesca—. Después de todo, creo que llamarte la señora de los perdedores es un poco humillante. No llegarás nunca al título de "señora del fuego" si sigues así.
—Mar—. Respondió a secas ignorando a Sokka—. Me llamo Mar.
Pude ver como se le iluminaba el rostro a mi primo mientras reía. Congelé las piernas de Mar para que no intentara asesinar a mi estúpido familiar.
—En ese caso se podría decir que Mar está...—Sokka trató de contener una carcajada—está la mar de enojada.
La chica frunció el ceño y, derritiendo la trampa de hielo en la que estaba, se acercó a mi primo.
—Si yo estoy la mar de enojada—gruñó Mar—,tu vas a estar la mar de chamuscado.
—Nada de fuego control en la aldea—Sokka levantó las manos defensivamente con una sonrisa de lado—órdenes de un superior. Dudo que no querrás... Calentar las cosas con el jefe, ¿verdad?
—¡No necesito fuego control para darte tu merecido!
Negué con la cabeza ante la actitud de la salvaje chica. Comencé a arrastrarla hacia mi tienda, intentando calmar a los aldeanos diciendo que yo mismo me haría cargo de Mar. La dejé en mi tienda, amarrada de manos y pies; al menos así no haría fuego control. La única vez que la dejé sola, fue porque necesitaba hacer una revisión con los que quedaban en la aldea y reforzar nuestra seguridad. Dejé a Katara, mi prima, a cargo de Mar. Espero que entre chicas se comprendan.
Regresé agotado de aquella junta. Habían muchas cosas que tenían que tomarse en cuenta y todo eso requería trabajo y esfuerzo. Al menos espero que Mar me deje dormir.
—¡Asco! Espero que no sepa tan mal como huele—. Me detuve antes de entrar a la tienda y escuché las quejas de Mar—. ¡Yo no quiero eso! Se ve feo. Huele a pescado.
Entré y me encontré con una amarrada Mar y una levemente molesta Katara, quien sólo intentaba darle comida. Sostenía un tazón de sopa de ciruela marina y amenazaba a la chica con la cuchara llena de sopa.
—Tendrás que comértelo si no quieres pasar hambre—. Reñía Katara—. Es esto o nada.
—¡Nada! ¡Mil veces nada!—Mar alejaba su cara de la cuchara, haciendo cara evidente de asco—. ¡Quiero café! ¡Una hamburguesa o algo, no sopa!
—¿A qué se debe todo este ruido?—pregunté sumamente molesto. No estaba de humor para soportar los gritos de Mar—. Deja de quejarte y haz lo que Katara diga.
Estaba a punto de irme de nuevo cuando vi a Katara quien me suplicaba que la dejara irse. Al parecer Mar llegó al borde de su paciencia. Suspiré y le señalé que podía irse. Suspiré en cuando salió de la tienda; ahora estaba solo con ella y un plato de sopa frío. Genial. Me senté frente a ella.
—Vamos a hacer esto por las buenas o por las malas—murmuré tomando el tazón con ambas manos. Estaba helado.
—Tal vez si lo caliento sepa mejor. Sólo tienes que soltarme y-
Coloqué el tazón en sus manos. No era tan idiota como para soltarla; ella podía usar muy bien su fuego control desde su posición. Lo suficientemente bien como para no poder soltarse. Sentí una calidez a través de mis guantes y decidí que la comida estaba lo suficientemente caliente.
—Bien. Dí "aaaah"—bromeé ofreciéndole una cucharada de la sopa caliente.
—Tengo diecinueve, soy lo suficiente mayor como para-
Antes de que siguiera hablando, le metí la cuchara a la boca. Supongo que iba a comer a las malas. Mar abrió los ojos como platos y, en lo que menos esperaba, tenía sopa hirviendo en mi cara. ¿Acaso me había escupido? Al menos no estaba tan caliente como esperaba; la sopa se enfrió un poco en el camino a mi rostro.
—¡Está caliente!—se quejó mientras me reprochaba con los ojos llorosos. Tenía la punta de la nariz y las orejas rojas—. Se supone que debes soplarle un poco o algo.
Suspiré quitándome los rastros de sopa de mi rostro. Tomé un trapo para limpiarme mejor. Decidí que no iba a comer de ninguna manera y dejé el tazón de lado.
—En ese caso, te agradecería que no hagas ruido—. Murmuré acercándome a mi cama—. Hoy fue un día bastante cansado y la vida aquí inicia temprano. Buenas noches.
Al menos se mantuvo callada. Estaba a punto de quedarme dormido, cuando el sonido del estómago de Mar rugiendo me hizo sentir algo mal. Estar amarrado, cansado, hambriento y con frío no suena como lo más cómodo del mundo.
Me levanté y traje un colchón extra con sus respectivas cobijas–coloqué una extra en caso de que le de mucho frío. Últimamente ha estado más helado de lo normal–y la desaté, asegurándole que si trata de escapar, probablemente termine congelada.
—No soy tan estúpida— murmuró antes de dormirse, tenía todas las cobijas puestas hasta la barbilla—. No tengo nada ni a nadie que me ayuden a escapar. Estoy sola. Tendré que esperar unos días y regresarme con la siguiente embarcación.
—¿Habrá otro ataque?—pregunté alerte. Ella se dio la vuelta y se escondió en las cobijas.
Pensaba contestarle algo cuando caí dormido. Creo que fue poco profesional de mi parte dormir frente a un enemigo suelto; pero estaba tan cansado que no pude evitarlo. Otro ataque de la nación del fuego... Creo que debemos estar preparados para ello. Mañana hay muchas cosas que hacer.
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Avatar: el viaje de un maestro agua
FanfictionPorque el agua y el fuego son tan distintos e incompatibles como el agua y el aceite. Javiki, joven maestro agua debe ir en busca de su padre al lado de una soldado de la nación del fuego. ¿Acaso esa chica será confiable? {{Portada cortesía de Dian...