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Una sensación de vacío y a la vez de presión se acoplan en mi cabeza, negándome cualquier sentido o pensamiento.

Caigo al suelo, el suelo de esa fría calle, con la tez pálida, las pupilas dilatadas y sin un atisbo de vida.

Remontemonos unos dias atrás.

Estaba hablando con un amigo por teléfono, mensajeandonos. Bueno, más que amigo, era conocido. Era el primo de mi amiga Rachel. No era mi estilo, claro.

El chico en cuestión era un niñato, que de por si era tonto, y la única neurona que tenía no sabía usarla.

¿Yo? Bueno... Sería una mezcla entre el monstruo de las galletas, que invadía mi pelo largo y mis tatuajes, la típica chica descuidada. Simplemente me gustaba ir y ser así. Cómoda, sencilla y para toda la familia. Lo malo: la boca de camionero que tenía. En varias veces me había causado problemas.

En ese momento, suena la puerta. Era Sasha.

-Hey, hermanita... -salta encima de mi cama y por el rebote, me impulsa hacia arriba.

-Zorra, que me partiré la crisma por tu culpa. -digo con mi media lengua.

-Oh, vamos. No seas tan quejica. -veo que mira mi telefono- ¿Sigues hablando con ese idiota?

-No me queda otra. Rachel me lo pidió, para que pudiese escabullirse de casa sin que se enterase su primo.

-Creo que de tanto hablar con él se te esta pegando su idiotez. -dice con una sonrisa que muestra sus dientes.

-La idiota serás tu, que te has puesto mal la raya del ojo. -le miento, para joderle.

-¡No me jodas! -sale corriendo hacia mi baño, y se mira al espejo. Cuando se da cuenta que le he mentido, yo ya estaba partiendome la caja.- Nadia, con esas cosas no se juegan.

-Deberías haberte visto la cara. Parecía la cara de un chihuahua asustado.

Como siempre, se indigna y sale de su habitación. Y así, chicos, es como servidora se libra de su hermana, la pesada.

Ya en esas, me levanté de la cama y fui a mi escritorio. Entre mis libros, discos y demas, se hallaba mi instrumental de dibujo.

Encontré entre mis libros aquella flor que descubrimos en la pradera, la cual puse a secar para conservarla. Ahora era de un salmón pálido, pero antes era de un fucsia intenso.

Ese fue el día en el que descubrí quien era. Por eso decidí conservarla.

Ahora que pienso... Cogí el teléfono y la busqué. Ahí estaba, ella. Era como un ángel caído del cielo. La sonrisa que me provocaba con tan solo leer su nombre valía millones. Decidí escribirle. Ahora estaría en su casa.

+Hey, Mia.

Tardó un poco, pero contestó.

-Hola Nadia!!! Como estás?
+Bien, y tu?
-Bien, aquí con el pesado de mi hermano, que no deja de dar la tabarra.
+Hace un rato mi hermana mayor estaba igual. A veces la encerraría en su armario, ya que tanto lo quiere.

Justo en ese momento me llaman a cenar.

+Voy a cenar, vale? Luego podríamos hablar por Skype si quieres...
-Claro :3. Estoy deseando que llegue el sábado.

Si, el sábado hacía 1 año que nos habíamos conocido. Se podría decir que tanto ella como yo fuimos el apoyo de la otra, así que es un día que hay que celebrar.

Ella es un año mayor que yo. Somos como el día y la noche. Yo tan mía y ella tan suya. Era la chica dulce, tierna y simpática que caía bien a todos. Yo era más borde que las ortigas, y pocos se acercaban a mi.

Pero ese día....

BoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora