Segundo capítulo.

13 0 0
                                    

Abrí lentamente mis ojos cuando un estruendo se escuchó por todo el bus, haciendo que me despertara más sobresaltada de lo que hubiera querido. Quise levantar mi cabeza, para así poder mirar lo que estaba sucediendo, pero algo hacía fuerza sobre ella. Fruncí el ceño, claramente desconcertada. Al girar mi cabeza hacia un costado y encontrarme con un cuello, que tenía varios lunares repartidos en él, no pude evitar reír, parecía que Kol se había quedado tan dormido como yo. Pero, a diferencia de mi, él tenía el sueño tan profundo que no había oído aquel ruido horroroso, que podría bien haber sido una explosión o algo así.

-Marmotita, es hora de levantarse, creo que podríamos estar muriendo ahora mismo y me tienes acorralada, con tu cabeza y tus brazos.-Murmuré sobre la zona debajo de su mentón, dando un pequeño vistazo a sus brazos que rodeaban mi cintura de una forma casi posesiva. Pero nada. Parecía un oso en hibernación.- ¡KOL! -Grité en su oído, haciendo que se despertara de golpe e intentara levantarse, pero se dio la cabeza contra el respaldo de adelante en el intento.

-¿Pero de qué mierda vas despertándome así?

No le respondí. Sólo fijé mi mirada afuera, notando en ese momento que el bus se había detenido. Un olor a humo insoportable invadió mis fosas nasales, ahí fue cuando dedicí mirar a mi alrededor, dándome cuenta que no había nadie, ni una sola persona, sólo Kol y yo. Ojeando otra vez hacia afuera, pude divisarlos a todos corriendo, adentrándose en un bosque.

-Salgamos de aquí, ahora.-Mi tono era totalmente alarmante, y por la expresión de su cara, noté que él estaba igual.

A paso acelerado, Kol y yo nos levantamos de nuestros asientos para correr hacia la salida del bus. Sentí como su mano agarraba la mía, tirando de ella con fuerza, ya que él iba delante de mi. El sudor de mis manos complicaba un poco el agarre, pero no quería soltarlo, no me permitiría hacerlo, ni tampoco me lo perdonaría si algo le pasaba a él, por el simple hecho de acompañar en el viaje a la chica que nadie nota.

Pateó la puerta de salida con todas sus fuerzas, generando que el vidrio explotara sobre su pierna y varios pedazos se clavaran en la misma, dejando ver sangre al instante y una mueca de profundo dolor en su cara. Sangre. Odiaba la sangre. Y de tan solo verla me enfermaba. Lágrimas comenzaron a escaparse de mis ojos, seguidas de un grito ahogado. Me empujó fuera del autobus, saliendo él detrás de mi al hacerlo. Pase uno de mis brazos por debajo de los suyos, ayudándolo a caminar por la dirección dónde había visto que todos se dirigían. 

Cuando estabamos no más de 100 metros alejados el bus explotó, aturdiéndome al instante. Empecé a respirar con dificultad en ese momento, y el mareo no tardó en presentarse segundos después. Kol cayó al suelo y ahí me dije a mi misma que no podía dejarlo, tenía que ser fuerte y ayudarlo a él. La sangre no dejaba de brotar de sus cortes profundos, me agaché cuidadosamente a su lado, desabroché sus pantalones para bajarlos, ya que si los remangaba seguramente le doliera más. Cuando conseguí quitarselos, rozando apenas las heridas, comencé a examinarlas. Mis pocos y nulos conocimientos de doctora, me habían hecho creer que sólo una de ellas tenía el vidrio incrustado, el cual retiré con mi uña como pude, haciendo que un grito ronco pero fuerte se escapara de su garganta. Me quité la sudadera que llevaba puesta para así ''vendar'' los cortes, tratando de hacer que la sangre parara. La brisa de la noche comenzaba a presentarse y el sol a esconderse. Estabamos perdidos. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 29, 2013 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Welcome to Hottbrock.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora