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Cuando empezó Osomatsu el instituto su madre se enteró de todo, era lógico debido a la popularidad, incluso pidieron a Atsuko permitir que emitieran un anime de ellos, a lo que se negó por miedo a lo que podría conllevar.

Osomatsu jamás vio a su madre tan enfadada, su padre también lo estaba y no ayudaba en nada. Ese día hubo varios gritos en la casa. Por un lado estaba Osomatsu que quería continuar con el fenómeno para darles vida a sus hermanos en cierta manera. Por otro lado estaban sus padres que creían que su hijo y Atsuko se estaban aprovechando de una desgracia familiar para conseguir popularidad.

No fue una pelea normal, por los gritos incluso la policía se presentó en su casa por una llamada de los vecinos, Osomatsu ese día se encerró en su cuarto y lloró, estuvo varios días sin comer ni salir.

Finalmente después de muchos días de insistencia por parte de Atsuko, Osomatsu accedió a verla. La chica estaba muy nerviosa, sabía perfectamente lo que había pasado en la casa, todo el barrio lo sabía. A pesar del escándalo los matsus continuaban siendo un fenómeno en internet y sus fans ignoraban la verdad, había personas del barrio que escribían en foros y redes sociales la realidad, que solo existía el hermano mayor y los demás eran una invención hecha porque sus cinco hermanos menores murieron al nacer. Por suerte no le daban mucha credibilidad, lo consideraban un creepypasta más, después de todo habían otras leyendas urbanas que corrían en internet. La más famosa que se acercaba a la realidad era la de una madre que escribía sobre sus sextillizos asesinados por su padre alcohólico en un ataque de locura para recordarlos. Otra muy famosa era que cada gemelo representaba un pecado capital y que había otro gemelo escondido más maligno.

Finalmente Atsuko vio a su amigo acercándose con una sudadera amarilla, lo saludó pero rápidamente palideció, algo iba mal. Osomatsu se abalanzó sobre ella y la tiró al suelo, no era una actitud normal en él.

–¿Qué haces Osomatsu? –preguntó confundida.

–¿Osomatsu? –preguntó extrañado y con una expresión facial de locura que él jamás haría–¡Te equivocas, soy Jyushimatsu!

Atsuko palideció todavía más. Intentó durante el resto del día que Osomatsu dijera que todo era una broma, pero no resultó. Al finalizar el día y al despedirse intentó convencerse que al día siguiente estaría normal.

Pero no fue así.

Al día siguiente vino de Todomatsu, no de Jyushimatsu. Al siguiente vino de Karamatsu. Al siguiente de Todomatsu. Al siguiente de Ichimatsu. Al siguiente de Choromatsu.

Finalmente vino a verla de Osomatsu, pero cuando Atsuko le preguntó "¿a qué estás jugando?" Su amigo dijo que no sabía de qué estaba hablando.

Atsuko no quería reconocerlo aunque era obvio. Aquel día cuando Osomatsu le llamó por teléfono para jugar al mahjong junto a sus hermanos, tuvo un mal presentimiento, principalmente porque era imposible. Cuando llegó lágrimas cayeron de sus ojos al ver el panorama, en la mesa de mahjong estaba sentado Osomatsu, donde tenían que estar los otros jugadores habían tres sudaderas: una verde, otra rosa y una amarilla. En el sofá estaban puestas otras dos sudaderas: una morada y una azul. Estaban colocadas de tal manera que parecía que alguien estuviera sentado observando.

Era obvio, Osomatsu había perdido la cabeza. El juego de los sextillizos invisibles le había llevado a ello. Creía que sus hermanos estaban allí con él y se disfrazaba de sus hermanos creyendo que era ellos adaptando la personalidad que habían imaginado.

Después de meses así, su madre entró en depresión al ver en lo que su hijo se había convertido y el padre comenzó a emborracharse de más. Finalmente tuvieron que tomar una decisión muy dura pero necesaria: llevar a su hijo a un psiquiátrico.

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–Ya veo... –murmuró la psicóloga mientras tomaba notas de todo lo que había escuchado. Se notaba fría a pesar de la tragedia que le había relatado Atsuko, seguro que estaba acostumbrada a escuchar historias similares. En cambio las otras enfermeras de la sala tenían expresiones tristes, parecía que la historia les había afectado mucho.

–Es todo lo que sé–dijo Atsuko–. Con su permiso...

–Espera–la detuvo antes de llegar a la puerta–. Como puedes comprobar tu amigo no se ha curado, sigue creyendo que tiene seis personalidades diferentes. Te hemos estado espiando en tus charlas y le sigues el juego, te advierto que si no cambia eso tendré que prohibirte que lo vuelvas a visitar.

Atsuko asintió y salió por la puerta cerrándola con fuerza, no por enfado, más bien porque quería enterrar toda la charla que había tenido en esa sala cuanto antes mejor. Tenía razón, desde el día donde comprobó por primera vez que se había vuelto loco, le había seguido la corriente. En el fondo sabía que no solo lo hacía por él, también lo hacía por ella misma. Tenía miedo de perder a Karamatsu, Choromatsu, Ichimatsu, Jyushimatsu y Todomatsu. Dicen que al llegar a la adolescencia los amigos imaginarios desaparecen, pero ¿Cómo hacerlos desaparecer cuando son tan perfectos?

Pasó una semana en la que Atsuko no volvió a pisar el psiquiátrico, se sentía culpable porque seguramente Osomatsu se entristecería al no verla aparecer, pero no era capaz de ir. No sabía cómo hablarle a su amigo sin seguirle la corriente. Se pasó todos esos días mirando videos y fanarts de ellos rezando para que toda esa realidad fuera una cruel pesadilla y que todo lo inventado fuera realidad.

Para bien o para mal, ese día comenzó algo que en cualquier momento sabía que iba a ocurrir, todo salió a la luz.

Fueron muchos los periódicos y televisiones que sacaron instantáneamente la noticia "la verdad tras los matsus". Todo lo que contaban los medios era exactamente lo que contó Atsuko a la psicóloga, el mundo ya sabía que los cinco matsus menores estaban muertos, una de las enfermeras se había ido de la lengua. No sabía cómo reaccionar ante esa noticia ¿era buena o mala? Lo último que hizo fue mirar el twitter, "Matsu" era el trending topic número uno del mundo en esos momentos, no volvió a mirar ese ninguna red social ni medio de comunicación ese día. No quería saber cómo había reaccionado el mundo ante la verdad que ella misma comenzó en su blog ¿la odiarían?

Pero al día siguiente las noticias fueron otras, principalmente, la gran cantidad de personas que habían ingresado en la ciudad viniendo de otras prefecturas. Ningún anciano del barrio entendía que estaba pasando, más cuando todas aquellas personas se dirigieron al cementerio budista. Los monjes tampoco comprendían la situación, hasta que vieron como todos se reunían en una tumba en concreto. La inscripción era:

"Familia Matsuno"

Era donde estaban enterrados los pequeños cuerpos de Karamatsu, Choromatsu, Ichimatsu, Jyushimatsu y Todomatsu, o lo que quedaba de ellos.

Una fan que vivía en el barrio buscó la tumba en el cementerio, al encontrarla colgó una foto en twitter y animo a todos los seguidores de ese maravillosa y enternecedora historia de los hermanos matsus a visitarles y a decirles que ojala estuvieran con ellos.

La tumba se llenó de una gran cantidad de ornamentos y amuletos ofrecidos por los fans y aquellos que sintieron lastima por su historia. También habían algunos fanarts y escritos, el que más destacaba era uno donde ponía "Recupérate y encuentra la felicidad Osomatsu".

Pero en verdad lo que todos querían era ver a esos seres tan perfectos con un corazón latiendo. Las historias habían tenido mucho éxito por una razón desconocida por Osomatsu y Atsuko, los autores de ese manga ficticio: esos amigos invisibles fueron creados con todo el amor que una persona podía sentir por otra. Aunque los sextillizos siempre se peleaban en las imágenes, aunque en los fanfic se pasaban el rato sacándose los defectos, a pesar de ser bordes entre ellos en todas las conversaciones imaginarias que tenían... Se respiraba un amor familiar que ningún otro manga popular pudo lograr.

Todos querían que existieran, eran imperfectamente perfectos, fueron creados para ello. Pero solo Osomatsu pudo verlos vivos alguna vez.

Solo él pudo escuchar los latidos de sus corazones antes de que dejaran de latir


Latidos de sus corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora