Capitulo 3 "Te miento porque te amo"

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Hola a todos, espero se encuentren muy bien, quiero disculparme por mi ausencia,  pero he estado tan ocupada y agobiada por la escuela; pero en fin, quiero agradecerles a cada uno de los lectores de esta historia por votar, eso es una gran motivación.

Sin más los dejo para que lean el siguiente capitulo con la esperanza de que sea de su agrado.


Aun cuando Shinjuko estaba totalmente plagado de sonidos provenientes de la gran multitud de personas que compraban y trabajaban desesperadamente, el ruido que producían todos estos, se vio opacado por un bestial rugido que cierto hombre dejo salir de su boca.

Rabia, impotencia y furia eran las palabras que podían describir el estado de ánimo actual de Shizuo Douglanikov, quien estaba más que molesto y se podría decir que algo incrédulo, su mente aun no podía asimilar que esa serie de eventos le hubiesen ocurrido a él y solo a él.

Después de permanecer inmóvil por unos momentos el militar decidió marcharse a su hogar, su traje se había arruinado gracias a la vergonzosa y patética caída en el enorme charco de lodo causada por aquella desastrosa chica, sin duda, algún día se la toparía y la haría pagar por humillarlo de tal forma; con esos maquiavélicos pensamientos, empezó a caminar mas rápido, no quería que nadie lo viera de esa forma tan deplorable y menos algún conocido de él o su familia, pero siendo realistas más de su familia, ya que él no tenía muchas amistades, usualmente siempre estaba cumpliendo alguna misión en el extranjero y eso no le permitía entablar largas y afectuosas relaciones con las personas de Shinjuko.

Mientras iba de regreso a su hogar, el joven rubio, escuchó los murmullos provenientes de los habitantes que se detenían a observarlo con expresiones de total confusión y muchas otras personas que se reían descaradamente de él, a estas últimas debía de admitir que estuvo más que tentado a mandarlas a volar de un solo golpe; pero decidió controlarse al recordar la promesa que le hizo a su madre de mantener oculta su fuerza sobrenatural,  gracias a esta promesa comenzó a fumar, ¡ah! ese maldito hábito inició cuando el rubio se unió al ejercito, ya que al principio cuando solía ser un simple soldado, se enojaba demasiado por todas las ordenes sin sentido que le daban, además que no soportaba a los superiores que trataban de humillar a los de bajo rango, sin duda odiaba a las personas prepotentes, aquellas que abusan del poder; si así fue como comenzó a fumar un cigarro tras otro en busca de la paz que tanto añoraba, su madre y Vorona solían decirle que dejara de fumar, que eso solo lo mataría, pero su padre alegaba que él era alguien con un don especial, no en vano tenía esa descomunal fuerza, algo tan absurdo como el cigarro no le haría daño a alguien tan fuerte, a Shizuo todo eso lo tenía sin cuidado, ya que si fumar le relajaba y ayudaba a cumplir la promesa que hizo a su madre lo seguiría haciendo, después de todo le creía a su padre, él no era normal, él era un monstruo.

Después de sufrir toda clase de contratiempos Shizuo logró llegar a su hogar, milagrosamente sin haber golpeado a alguna de las tantas personas que se rieron de él o dañado algún bien del dominio público.
Cuando por fin se encontró en la entrada principal de la majestuosa mansión Douglanikov, el rubio abrió la puerta con el mayor sigilo que alguien tan tosco y abrupto se puede permitir, aun a pesar de que era la persona menos cuidadosa, nadie se percato de su llegada, la casa se encontraba sumida en un silencio sepulcral, claro que en el momento que Shizuo se escabullo por la mansión hasta su habitación no notó el inusual ambiente que había en el hogar de los Douglanikov.

- Vaya, por lo menos algo salió bien, nadie me vio llegar – Agradecido, cerró la puerta de su habitación y comenzó a despojarse de su ropa, hasta quedar solamente en bóxers, dejando su uniforme regado por todo el suelo, entro al baño, abrió una de las llaves de la tina y se dispuso a tomar una larga ducha con el fin de librarse del lodo que había terminado por toda su cara y cabello.

En la búsqueda de la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora