La noche era calurosa y la chica no sabía dónde estaba, su sentido de la orientación se extravió después de verse muerta y regresar. Se encontraba en shock después de lo ocurrido en la estación de policías, habían pasado ya algunos días. Pudo ver como a la distancia había una casa, más parecida a esos castillos en los que habitaban las princesas de los cuentos de hadas. Atravesó el campo y se escurrió por debajo de la cerca que rodeaba al sitio. Sus piernas estaban maltratadas por la hierba que crecía descontroladamente al no ser podada. Ella no sabía sin entrar o no a ese lugar, apenas podía ver una leve luz escapándose por un ventanal. Solo necesitaba un sitio en el cual tomar una siesta antes de seguir con su peregrinaje, si bien estaba conmocionada por lo sucedido no era tan tonta para ir a su casa y causarle más problemas a su madre, suficiente con lo que le sucedió a su hermano. La policía debía estar requisando el humilde hogar, seguro era ella la principal sospechosa de lo ocurrido en esa vieja habitación de la jefatura. No entendía como sucedió, constantemente se tocaba y revisaba que no estuviera en una pesadilla. La sangre en su uniforme era el constante recordatorio de que aquello que le pasaba era lo más real que en su vida hubiese experimentado. Trató de no desgastar más su mente, ahora era una fugitiva de la justicia y si en algún momento la llegaran a encontrar preferiría recurrir al suicidio antes de consumir sus años de vida en una prisión, sin duda prefería escaparse hacia el hades antes de verse ahogada en la tortuosa rutina de saber que no se tienen esperanzas. Intentó llorar pero por alguna extraña razón ya no tenía lágrimas, los torrentes de sus hermosos ojos oscuros se habían secado. Estaba muy cerca de la residencia y descubrió que de cerca era mucho más hermosa, vio admirada las gárgolas que custodiaban la entrada y los detalles arquitectónicos que adornaban el sitio, por instantes despejó su mente de las ideas de suicidio y la preocupación que la colmaba. Se dedicó a admirar los helechos que escalaban las paredes antiquísimas, el piso con inscripciones en un lenguaje desconocido para la joven y la torre principal la cual imaginaba como la prisión de una bella damisela secuestrada. El lugar hacia explotar sus sentidos y la imbuía a pensar en cosas más relajantes, le hacía recordar esos cuentos que su hermano mayor le compartía cada noche cuando eran niños. El rostro de la chica se volvió a arrugar, la tristeza de recordar a su hermano asesinado la trajo de regreso a su panorama actual. Buscaba algún sitio para guarecerse del roció nocturno, algo acogedor y donde no pudiera ser encontrada, caminó hasta la puerta principal, amplia y de madera oscura con algunos remaches de metal colocados en modo de decoración, un escudo justo encima de esta servía de insignia para que cada persona que entrara a la residencia reconociera el linaje de la familia que allí habitaba, o al menos eso era la idea en un principio. Se dejó distraer por las escrituras en los laterales del escudo y no se percató que alguien salía de la casa de manera presurosa.
— ¡Sono maniaci! — Gritó Augusto en un perfecto italiano y una sonrisa burlesca en la cara mientas abría de par en par la pesada puerta — ¿Qué les hace pensar que tal labor es posible?
— ¡Lo que vivimos!... ¿¡Acaso no recuerdas como obtuviste “esas” habilidades!? — Respondió Constantina con un tono molesto, mientras se colocaba de pie entre sus colegas, aún dentro de la residencia.
— Las tengo desde que nací… Soy un ser especial, elegido por los dioses, mi sangre es noble, esta es la herencia que obtuve de mi padre — La última frase sonó con una connotación de dolor.
— Sr Santacrose, ¿quiere saber cómo realmente usted gano esos poderes? — Interrumpió Gran Dad — Yo puedo… — Suspendió su frase junto a las partículas de polvo que se esparcieron al Augusto abrir el arcaico portón.
— ¿Quién es esa chuiquilla? — Cuestionó Etelredo adelantándose al resto de sus colegas.
Ella se mantuvo estática por un momento, sus ojos estaban rojos y aunque no había llanto que bañara su rostro se encontraba notablemente triste. Poco a poco levanto su cara y cruzó mirada con la del hombre que tenía justo frente a ella, sonrió tenuemente.
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Alma fría
Mystery / ThrillerSiempre se ha dicho que el alma es una extensión divina, el aliento sagrado de los seres superiores. Estas divinidades cuentan con un poder que va más a allá de lo imaginado y lo reservan para su uso exclusivo dejando a los seres creados con pocas c...