Recuerdo nuestra primera cita, tú estabas tan nervioso que temblabas, tus manos, tus piernas y tus labios.
Intenté evitarlo pero no pude, y aunque era la primera vez que salíamos tomé tu mano, caliente, toqué tu pierna, caliente, y besé tus labios, calientes. Tú siempre estabas caliente, y sin pensarlo me enamoré perdidamente de ti.
Me recuerdas a Venus, porque siempre estás a altas temperaturas, aunque a veces podías ser tan frío.