Como ella veía al mundo.

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-¿Yo, magia?. Pfff, no te enseñaron que es malo mentir.
¿Quién soy yo para dar una opinión?, ¿Qué gano con decir lo que pienso?, ¿Y si se siente mal con mi crítica?, esos eran sus pensamientos más frecuentes.
Amina pensaba que era un deber ayudar a todos. Pensaba que mientras más "labor social" hiciera la querrían más. Sentía que a parte de su inteligencia no lograba poseer nada más, lo único que le quedaba era ser esa chica que realizaba todo y así todo el mundo "le agradecería". Sí, estaba consciente de su inteligencia, pero... ella consideraba que no era suficiente. Quería más y nunca lo lograba. Pensaba que, las personas que le originaban el daño no lo hacían intencionalmente, pero muy en el fondo sabía que todos ellos eran conscientes de lo que estaban haciendo, y que eso la dañaba.
No aceptaba que, ayudar sin más, le hacía daño.
No aceptaba que, confiar en todos era peligroso.
No aceptaba que, ser demasiado buena no era siempre algo satisfactorio.
No aceptaba que, callar todo lo que pensaba y sentía le causaría un gran desorden emocional.
No aceptaba que, algunas verdades por muy duras que fueran, eran la realidad.
No aceptaba que, muy pocos son amigos y son muchos los conocidos.
Para lograr comprender todo esto tuvo que pasar por mucho, tardo demasiado tiempo en abrir los ojos. Darse cuenta quién era quién.
Quién realmente valía la pena como para permitirle seguir en su vida, y a quien debía dejar ir.
Necesitaba alejarse de ciertas personas quizás un día, un mes, un año, o tal vez... toda una vida.

Sin armaduras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora