Sin armaduras.

Como el mundo la veía a ella.

Chica sencilla, no era la más hermosa, pero tenía magia. Inteligente, con una gran capacidad para llevarse bien con las personas; algo extraño para ser una chica introvertida. Sí. Esa era Amina. Esa chica amaba los deportes como no tienen idea. Ese tema la apasionaba como nada. Preguntarán, entonces... ¿Cuál es su problema?. Pues bien, veamos... Detrás de esa armadura que ella se colocaba, de aparentar ser la chica que lograba tener todo bajo control. Aquella a la que nada le duele, nada le importa. Aquella roca que movían de un lado al otro sin derecho a hablar, sentir u opinar. Detrás de todo eso, se encontraba una chica que le importaba demasiado lo que pensaran de ella, bastaba que le dijeran algo desagradable y ella pasaría todo el día con eso en la cabeza. Le costaba creer en si misma. No aceptaba que todo lo que realizaba le salía de maravilla. Era algo que iba más allá de la modestia. Llevó muchas decepciones, pero no lograba sentar cabeza, algo masoquista de su parte. Hasta no pasar por dicha situación, no lograba creer todo lo que le decían. Ella era demasiado buena con personas que simplemente eran basura. Confiaba ciegamente de todos. Esperaba mucho de los demás, esperaba que entregaran todo de sí, así como ella lo hacía. ¿Lo único que lograba llevarse eran decepciones?... al parecer sí.