El Monstruo de Ikebukuro

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En Ikebukuro, durante una tarde de marzo.

Erguido cuan alto era y con las manos dentro de los bolsillos del pantalón, Shizuo Heiwajima contempló a Vorona, pero su resolución no fue diferente que hacía unos cuantos días. Tan centrado estaba en dar por concluida la reunión, que el hombre no se percató de que algunos citadinos reparaban en él y en su compañera. Tenía que reconocerlo: eran una pareja muy vistosa.

—¿Entiendes que debo hacerlo? Aun con todo lo que te he dicho.

—Estoy convencida de que puedo lograr que esa molestia muera. Si Shizuo-sempai da la orden de matarlo, lo haré a la brevedad —dijo Vorona, con un tono que sonó menos mecánico que otras veces.

Shizuo miró a la mujer directo a los ojos. No encontró más que determinación en ellos, pero decidió que no podía usarla de esa manera. No cuando había perdido a una de las primeras personas que logró durante años que se sintiera parte del mundo.

Shizuo rozó los dedos de Vorona con los suyos, pero prefirió poner su mano en el hombro de su kohai. La mujer se mantuvo quieta como una estatua. Únicamente pestañeó.

—Claro que puedes, pero no es tu batalla.

—Lo será cuando Shizuo-sempai decida que puedo involucrarme. Mataré al ser humano que le causa tantos problemas. Si me informa o no de su paradero, el trabajo estará listo antes de que termine el día —Shizuo encontró consuelo en la insistencia de la mujer, pero siguió sin cambiar de opinión.

—Sé que lo harías.

—Es el enemigo de Shizuo-sempai; yo, una asesina. Es lógico que me requiera en esta empresa.

—Sí, lo es. Él lo quiso así —conformé pasaba el tiempo, Shizuo esperó que la conversación se alargara. Al percatarse, apretó el puño izquierdo. No quería flanquear ni un poco.

—Es peligroso actuar por venganza, pero creo entender lo que dice.

Shizuo apoyó su mentón en la cabeza de Vorona.

—Espérame en el Russia Sushi.

—¿Cuál es el motivo?

—Si esto sale "bien", iré a despedirme de ti.

—En mi opinión, podría hacerlo en este momento. Ahorría tiempo.

—Quiero verte más tarde —antes de que Vorona volviera a cuestionarle, Shizuo se explicó—: no sé qué es matar a una persona, no tengo idea de que podría sentir. No quería sacar el tema, pero quizá puedas ayudarme. Aunque dije que no pensaba involucrarte de ninguna manera. Lo siento por eso.

—Shizuo-sempai es mi mentor. Sus problemas son de mi interés. Así suelen funcionar las sociedades o asociaciones. No negare que me gusta matar sin más, pero si Shizuo-sempai no lo consiente, está bien. Lo esperaré en el Russia Sushi. Pero he de señalar que no es la mejor operación táctica.

—Gracias, Vorona. Me haces feliz.

—No lo está, ni un poco. Sus gestos lo delatan, lo mismo que su voz.

Shizuo rio con pesar. En vista de la naturaleza de su protegida, se atrevió a besar su frente.

—Confió en ti, pero prométeme que no harás nada que llame la atención. Si algo sale "mal" di la verdad, toda la verdad.

—Sí, como guste. Iré al Russia Sushi —dijo Vorona con aquel acento que Shizuo encontraba agradable o reconfortante, no sabría decir cual opción era la correcta—, ¿a qué hora se reunirá conmigo?

Duelo de MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora