El Informante de Shinjuku - 2

513 55 12
                                    

4

En alguna calle de Ikebukuro

El guardaespaldas se detuvo en el estacionamiento del Hospital General, sin dejar de fumar. Dirigió su mirada a la ventana que correspondía a la habitación de Tanaka Tom y, luego de pensar que no era conveniente preocupar a su amigo con asuntos que era capaz de resolver por sí solo y menos aun cuando su estado de salud se encontraba en estado crítico, se encaminó al sitio señalado por Hisame Minamoto.

Al terminar la llamada con el sujeto, Shizuo se marchó a su departamento y, como esperaba, encontró la firma de quién estaba tras las palabras del extranjero: Izaya Orihara. Apenas abrió la puerta de su hogar, Shizuo supo que algo no marchaba como siempre y tan pronto como se adentró en la casa fueron confirmadas sus sospechas; cada uno de sus trajes de camarero, sin excepción, estaba hechos jirones y regados desde la entrada hasta el cuarto más alejado.

Sin ayuda de nadie, has cavado la tumba, Izaya-kun.

Con la rabia recorriéndole el cuerpo entero, pero sin manifestarse como esperaba que lo hiciera apenas viera al informante, Shizuo llegó a dónde seguramente lo esperaban. Poco le importaba quien o quienes le recibieran, lograría que asumieran la responsabilidad y el "castigo justo" por amenazar a su hermano y también en represalia al ataque hacia su sempai...

Sin embargo, encontró sospechoso que el lugar, contrario a lo que esperaba, estuviera desolado. Solo cuando logró captar un aroma sumamente desagradable supo el motivo por el cual Izaya e Hisame estaban ausentes y se reprochó por haber confiado totalmente en su fuerza sobrehumana.

Shizuo se las arregló para salir rápidamente pero se dio cuenta de que había hecho lo que Izaya había querido o lo que Hisame buscaba. Mientras atisbaba a un costado la avenida principal, cubriéndose parcialmente la nariz, Shizuo se preguntó si acaso las suposiciones de Celty habían sido acertadas. Si lo eran, se limitaría a pensar que siempre había un buen motivo para querer eliminar a la pulga.

5

Shizuo Heiwajima cayó de rodillas en medio del callejón. Y se vio forzado a soportar su peso con una mano; con la otra, intentó aflojar el cuello de su camisa pues respiraba de manera entrecortada. El informante se acercó a dónde había caído su enemigo y exhibió una amplia sonrisa.

–¿A las dos en punto? Muy bien... –dijo en voz apenas audible.

Shizuo quiso levantarse y arremeter contra el otro, pero terminó por caer nuevamente en el suelo. El sonido de su caída así como también sus jadeos los captó el informante con perfecta claridad.

Izaya se llevó una mano al rostro y adoptó una expresión eufórica. Empezó a reír de un modo que hizo que el monstruo únicamente pudiera verle, por completo anonado. Aunque el informante reía, Shizuo creyó que su repentino arrebato era demasiado perturbador... La risa de Izaya era estridente y, tan pronto como Shizuo le prestó mayor atención, se dio cuenta de que reflejaba rabia y, por supuesto, dolor.

Un dolor que no fue capaz de entender sino hasta que escudriñó al informante. Por unos instantes, el guardaespaldas enjauló al monstruo pues se dio cuenta de que Izaya solo se dirigía a él cuando resollaba con mayor fuerza. Como si no supiera dónde estaba. Poco le importó el que la odiosa pulga llevará apresada entre los dedos una pistola... En definitiva, la imagen en conjunto no terminaba por gustarle.

Una vez más, Shizuo recorrió con la mirada al informante y le pareció que éste también llevaba en la oreja algo parecido a un micrófono. Fue entonces cuando aventuró que era lo que estaba pasando.

¿Será posible...?

–Izaya... –dejó escapar Shizuo con voz sumamente seria.

El otro se dobló de la risa y clavó su mirada descompuesta en el monstruo. Siguió su cuerpo –ahora notoriamente más delgado– sacudiéndose por completo y sus ojos se anegaron en lágrimas. Shizuo encontró tal actitud demasiado insoportable. Por alguna razón, le provocó una malestar más grande del que ya sufría.

Duelo de MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora