Arima

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Habiéndose despedido de Taishi, del cadáver de Minami, de Marude y de los interrogatorios formales varios de protocolo, partió a casa solo y sin extrema fatiga ni pedazo roto de consciencia.

Kishou Arima se dirigía a la última noche en su residencia provisional para el "Caso Lantern" ya cerrado, tranquilo e inmutable como la más pura sustancia entre los hombres.

Las calles de Tokio eran como un acertijo de laberinto. Las grandes avenidas y brillantes calles y los deplorables callejones y oscuros atajos eran, al final, meras paredes de enredaderas del mismo rompecabezas sin solución: La perdición de toda humanidad a manos de "cosas que se asemejan a Dios", a un Dios de carne y sangre y cartílago hambriento.

Los ghouls acechaban de esquina a esquina y sus ojos no paraban de encontrarlos en todo lugar.

Y de pronto, rodeado de la claustrofobia de un sucio y alejado pasaje, se vio por centésima vez en el único tipo de situación que le daba sentido a su diminuta existencia: Un ghoul de carne y sangre y cartílago a punto de matar -de vivir a costa de- otra existencia que se olvidaría en las apetencias de sus ácidos estomacales.

Preparó a Yukimura apartando el falso estuche del instrumento más inexistente del mundo y agarrándolo en una mano. Se acercó. Uno, dos, tres, cuatro pasos sin movimiento alguno del oponente de la ocasión.

Ella ya lo había notado.

Era ella.

-Oh, vaya, eres tú.

Se volteó a penas terminó de hablarle. Los ecos de su voz –de sus voces- rozaron sus pálidas orejas sin causar cosquilla alguna.

Él no le respondió, como siempre. Se quedó más o menos quieto, mirándola como queriendo saber en qué momento actuar. Serio, pero sin el ceño fruncido o las mandíbulas apretadas.

Ya casi se había acostumbrado a su presencia.

-Te lo dejaré, entonces. No me gusta cenar acompañada, ¿sabes? Y este puede ir a tu record.

Reveló a su presa. Un hombre adulto, no muy delgado, con las cuencas de los ojos hundidas y los labios desencajados.

No: Un ghoul.

Otro ghoul.

Ella dio un salto y desapareció de su vista. El ghoul que quedó, que descansaba su peso en el suelo asfaltado, hizo unos cortos sonidos de dolor y se reincorporó en sus dos piernas. Craqueó una de ellas al devolver el hueso desde su rotura hacia su estado original, haciendo que el líquido rojo fluyera por el concreto gris al tiempo que él mismo podía sentir la mirada de ella desde lo alto, como el espectador casi esperado de sus noches.

-Al parecer no estoy de tan mala suerte- Rió el tipo. Su voz era rasposa y desagradable; sus maneras vulgares y asfixiantes -Me intentan matar pero luego se van y ¡miren! Me dejan una deliciosa cena express ¿A que no es suerte?- Volvió a reír -Los mocosos de secundaria son los mejores ¡Piel tan tierna y en mayor cantidad!

Se acercó peligrosamente y supo que no era uno de los débiles precisamente. Sin embargo no fue problema. De cuatro movimientos lo tuvo tendido en el piso, encharcado entre sus fluidos, preguntándose "cómo" antes de su último suspiro.

La voz volvió, esa vez sin eco, seca y cortante en un abrumador fenómeno de la realidad.

-Eres bueno. Ahora sé por qué comienzan a temerte... Aunque mentiría si te dijera que no lo noté en cuanto te vi.

Silencio, silencio y más silencio.

"Yo no hablo con ghouls".

-Sé que no hablas con ghouls; no importa. Pero... podrías, al menos, intentar destajarme como aquella vez en la que pude haberte matado, Arima-san.

"Yo no hablo con ghouls".

-Y sé que sientes curiosidad, aunque sea muy pequeña.

"Yo no hablo con ghouls"

Y ella tampoco era capaz de sonreír genuinamente.

-¿Quieres ver?

Se acercó entonces, despilfarrando ademanes de intentar atacarlo. Su paso no era acelerado, pero sí hostil. Se acercaba y estaba a punto de llegar a él cuando el muchacho blandió su quinque por reflejo y la adornó con un corte transversal en el abdomen.

La sangre cayó hasta el piso otra vez. Ella se detuvo en el momento preciso y se miró la herida. Sus dedos delgados subieron por la tela de su chaqueta hasta tajadura y se metieron en ella para explorarla. Un dedo se hizo dos y dos se hicieron una mano entera en lo que abría sus carnes y corría carmesí. El estómago podía escucharse latir atrapado entre las paredes de su interior, contra los dedos que lo perforaban queriendo tocar lo más profundo de un ser hace mucho perdido.

-Duele... Pero, mira, es mi estómago... Mi hígado. Son muy rojos, ¿no?

Y cuando iban a salirse del cuerpo, una fuerza regeneradora los volvió a su sitio y la carne se tejió a sí misma con sus hilos de células recién nacidas. Ida la herida, la ghoul se recompuso, erguida, apaciguada. Lo miró, casi con aprecio, con ojos que, latentes, se fundían con la máscara blanca que ocultaba su rostro del mundo.

Tuvo la oportunidad de atacarla de nuevo, pero no logró hacerlo. Solo que quedó mirando, sin poder entender demasiados por qués en una escena tan mórbida como esa.

¿Quién es ella?

Otra voz hizo vibrar el aire nocturno en aquella sátira de muerte. Cuán impresionado yació en ese punto de su existencia en el que su voz era la que sonaba y hablaba por primera vez en su absoluta y magistral indiferencia.

-¿Gustas de comer a los tuyos?

Su voz, en hondas, estaba en ese allí y ahora; con la misma gravedad de siempre y un ligerísimo matiz curioso. Ella sonrió entonces con algo parecido a la genuinidad.

-Solo... No me importa en lo absoluto.

El silencio ahogó sus presencias en un estupor más de incomprensión que de indecisión. Las voces se apagaron por completo y ni el lenguaje corporal ni los ojos fueron capaces de hablar por ninguno.

"Yo no hablo con ghouls. No debería hablar con ghouls".

Y ella se fue otra vez, sin dejar ni rastro ni huella ni algo para recordar.

Pero él no lo olvidaría.

2

-El silencio no me molesta. Sé que somos parecidos: Saber eso me hace sentir un poco menos sola, ahora y para siempre- Murmuró ella al final de la noche del callejón de alguna mala pesadilla.

3

Habiendo pronunciado las primeras palabras que corrieron por sus vientos, Kishou Arima se sentía un poco más tranquilo en la oscuridad de su habitación.

Había aprendido hablar.

Y quizá a sentirse más solo que nunca.

Wendigo - Tokyo Ghoul Fanfic (Arima x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora