El inicio de una travesía

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El ciervo estaba delante suya, bebiendo agua de un charco. A Dyn no le gustaba la ciudad y estaba intentando mantenerse lo más alejado posible, atrayendo al animal hacia su posición. Lanzó una piedra hacia donde se encontraba el ciervo para llamar su atención. El animal volteó su cabeza hacia Dyn y observó atentamente en busca
del cazador. Entonces, cuando el animal se acercó lo suficiente, Dyn saltó. El ciervo corrió valle abajo y Dyn le persiguió
Tras casi cinco kilómetros de persecución, Dyn se encontraba cerca de Átrux, la ciudad más cercana a la caverna.

Seguía persiguiendo al ciervo hasta que llegó a una roca. Entonces lo vio. Era la ciudad. La había contemplado muchas veces pero nunca tan cerca. Se sentó encima de la roca olvidándose del animal al que estaba persiguiendo y observó el paisaje que estaba enfrente suyo. Muchas personas se encontraban caminando por el mercado y el casco antiguo de la ciudad. Aún así, desde la roca, las personas se veían como hormigas. Se podía ver a una mujer y a su hijo jugando cerca de una fuente cuando pasó. Una sombra se acercó al niño lentamente. Era una persona de una estatura media e iba cubierto por una capa roja como la sangre. No se le podía ver la cara, pues la tenia tapada con una capucha

Cuando ya estaba situado al lado del niño, se quitó la capa y su tamaño cambió. Disminuyó su estatura y quedó a cuatro patas. Sus ojos se tornaron a un amarillo similar al del ambar y de su piel empezó a salir pelo. Entonces, una larga cola brotó de su cuerpo. Su tamaño era comparable al de un caballo, pero era mucho peor.

El niño todavía no se había dado cuenta del enorme animal que estaba detrás suya. La madre, que se había ido a sentar a una banca, volteó a ver hacia donde el niño se encontraba y entonces soltó un grito agudo.
Dyn, quien se había movido de la piedra, se encontraba ya a las puertas de la ciudad. El no quería acercarse pero sabía que era el único que podía salvar a ese niño de esa criatura, de ese lobo huargo.
El niño. Pensó en el sentimiento de culpa que brotaría en su corazón si no llegaba a salvarlo a tiempo y entonces, empezó a correr más rápido.

Había varias personas en cerca de la fuente, obsersevando espectantes la escena, pero entonces, aparecieron. Mas de cincuenta personas con la misma capa roja se empezaron a juntar alrededor de la fuente y entonces, todos se quitaron la capa y empezaron a transformarse en lobos huargo. Parecían una manada, pero uno de ellos no se había transformado. Entonces, en vez de disminuir en estatura, empezó a crecer. Los dedos de los pies empezaron a meterse hacia dentro y el rostro se le empezó a estirar. Se volvió más robusto y al final de su transformación dos cuernos salieron de su cabeza. Era un minotauro.

Dyn llegó a la plaza, espada en mano y dispuesto a combatir. Contempló el escenario y pensó que podía hacer. El mino embestía contra las casas y hogares rompiendo los tejados y tumbando las paredes.

A continuación din se le acercó y le dijo - ¡eh!¡estoy aquí!- El minotauro se giró y miró a Dyn como si se tratase de un insecto. Se le acercó corriendo dispuesto a embestirle y entonces, Dyn se agachó y encajó su espada contra el tórax de la bestia. Él minotauro se apartó, puso,su mano contra su pecho y al retirarla, la herida causada por la espada había desaparecido. El joven quedó paralizado y sin saber qué hacer. Tenía detrás un roble que le dejaba sin ninguna vía de escape. Entonces el mino volvió dispuesto a matarle. No podía moverse y entonces, cuando el minotauro se encontraba a un metro de él, Dyn se agachó y el minotauro quedó con uno de sus cuernos clavado al árbol. Después,Dyn desenvainó las dagas que tenía en los muslos y con ellas clavó las manos del minotauro al roble.

Entonces, ya cuando el mino no podía soltarse, agarró su espada con las dos manos y se abalanzó contra el minotauro. La cabeza de la bestia rodó por el suelo y entonces, ya cuando acabó, se acercó a los lobos huargo , que junto a las personas que se encontraban en la plaza, habían estado observando. Ya en la fuente, tomó al niño y lo puso detrás suya, y dispuesto a defender a esa gente, puso su espada delante del lobo que estaba situado al frente. Este gruñó, enseñó su dentadura como gesto de amenaza y saltó.

La espada quedó manchada de sangre y los demás lobos, ya atemorizados, miraron a Dyn y huyeron en dirección a los bosques que se encontraban alrededor de la ciudad.

El joven cazador se acercó a la madre del niño que antes había tenido que proteger y empezaron a hablar. La madre respondió a su acto y le dijo -gracias, tú salvaste a mi hijo- el asintió y a continuación dijo al aire y en voz alta -¿¡alguien sabe qué  eran esas criaturas!?-. Todas las personas que estaban presentes en la plaza hicieron silencio y entonces, un anciano que estaba sentado en una banca dijo - son metamórficos ,gente capaz de transformarse en cualquier criatura. Nosotros los llamamos mimetistas o multiformes-. Dyn miró al anciano y se dirigió a el -¿cómo sabe eso?- Se hizo un amplio silencio hasta que el anciano separó los labios y dijo -porque uno de ellos mató a mi hijo-. Dyn miró a la montaña y en ese preciso instante, decidió que no volvería a casa.

El metamórfico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora