6- El cajón

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Primero que todo quiero disculparme por no haber subido nada hace mucho, pero escribo cuando estoy inspirada, de otra manera la historia no sería buena. Gracias a los que siguen leyendo, les prometo que la historia será increíble. 

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Subí al auto con mi madre mientras que esta conducía frenéticamente por la carretera, yo sentía que ibamos a matarnos. 

- Mamá, ¿qué ocurre, por qué estas tan alterada?

- Hija, esta mañana me ha llamado Marie para cancelar tu cita de hoy, ella estaba exaltada y vuelta un rollo. 

- ¿Qué le pasó?- pregunté asustada 

- Su madre ha fallecido- respondió mientras que miraba fijamente la carretera

- ¿Cómo ha muerto? - sentí curiosidad 

- ¡Cielo!, eso no se pregunta, es de mala educación

- Lo lamento- dije con la mirada baja 

- Estaremos en la iglesia en cinco minutos, arréglate el cabello y se prudente cuando estemos allá, no me avergüences señorita. 

Me sentí mal por haber preguntado la causa de muerte y decidí que no diría nada en el funeral, solo estaría presente para apoyar a Marie. 

Cuando llegamos a la iglesia había al menos unas veinte personas, todas adultas y vestidas de negro, yo me miré y note que no debería de estar en este lugar, pues estaba vestida de rosa y llamaba mucho la tensión, sin embargo a mi madre no le importó. Caminé por la mitad de las sillas de la iglesia y sentí curiosidad al ver un gran cajón que se encontraba en la parte del altar de la iglesia, estaba rodeado de rosas blancas y cintas blancas con inscripciones en ella de color dorado, leía cosas como "descansa en paz", "camino a la eternidad", "vive en el Señor Jesucristo", y otras cosas más. 

- Cielo ven acá - mi mamá murmuró fuertemente y yo corrí hacia ella 

- No seas inquieta nena, dame la mano y quédate conmigo

La verdad no conocía a nadie ahí, mi madre tampoco, pero solo estábamos ahí para Marie; de hecho no la había visto aún y quería encontrarla para darle mi pésame, pero el sacerdote dio inicio a la ceremonia y todas las personas comenzaron a sentarse al tiempo que mi madre y yo los seguíamos. 

 << Hoy hemos perdido a una hermana, una madre e hija, una hija de nuestro señor Dios. Nuestro señor la ha tomado para que ella alcanzara la paz y la eternidad, decidió darle una nueva vida, pues en el reino del Señor hay vida después de la muerte, ...>>

Mis padres no eran católicos devotos, pues solo decían que existía un Dios, pero no iban a misa o rezaban, nunca me hablan de un Dios o Jesús, las creencias religiosas no eran lo primordial en nuestra familia. Dejé de escuchar lo que decía el sacerdote despues de cinco minutos ya que no entendía nada de lo que decía y me aburria, en vez de eso, el recuerdo de aquella mujer saltando a las vías de metro perturbaba mi mente, no comprendía por qué tenía malos sueños y todos se relacionaban con los muertos, estaba agotada, quería descansar de aquellas imagenes que me atormentaban. Finalmente me quedé dormida y una suave caricia me despertó de mi sueño profundo. 

- Cielo la misa ha terminado, ve a darle el pésame a Marie y nos iremos- asentí y comencé a mirar a mi alrededor, pero no la veía, cuando de pronto mis ojos se posaron sobre aquel cajón marrón que había llamado mi atención en el instante que había pisado la iglesia. De un momento a otro dejé de ser yo y mis piernas comenzaron a caminar hacia el altar de la iglesia, no sentía, no escuchaba, nada en mi funcionaba, todo estaba adormecido. Comencé a subir las escaleras y quedé justo en frente de aquel cajón, con pasos lentos me acerqué y de pronto una mano se posó sobre mi hombro. 

- Hola Cielo- volteé a mirar, era Marie, se veía delgada y con los ojos hinchados de tanto llorar 

- Lo lamento- dije tímidamente 

- Lo se- sonrió levemente- gracias por haber venido 

Las dos permanecimos de pie mirandonos fijamente y sintiendo un incómodo silencio que fue interrumpido por una voz masculina, <<Marie , en verdad lo lamento, se...>> 

La voz masculina y mi psicóloga se alejaron dejandome libre el camino para mi misión, me concentré y dí un paso más hasta el cajón, cuando me acerqué y vi a la madre de Marie dentro del cajón me desvanecí, primero se me durmieron las piernas, despues todo parecía lejano y caí al suelo. 

Cuando desperté sentí un dolor punzante en mi cabeza, pasé mi mano por ésta y me detuve y  al sentir una gran hinchazón en la parte derecha. Me senté y noté que estaba en mi habitación, sentí curiosidad de saber como había llegado hasta ahí cuando de repente mi mamá entro con un tazón lleno de agua y un trapo en la mano. 

- Hija, gracias a Dios- susurró- ¿cómo te sientes? 

- Un poco aturdida, ¿qué pasó? 

Mi mamá se acercó a acomodarme las almohadas de la cama para que quedara se-mi-sentada

- Recuestate- me empujo con suavidad y humedeció el trapo en el agua colocandomelo en la cabeza 

- Auch- me quejé 

- Te has hecho una contusión,  se te pasará 

- ¿Mamá, qué ha ocurrido?- volví a preguntar 

- No lo sé, estaba sentada en las sillas de iglesia cuando de pronto varias personas comenzaron a exaltarse y a armar un círculo, cuando me acerqué te ví en el suelo, de inmediato llamé a tu padre y me ayudó a traerte aquí. 

- No recuerdo nada 

- Hija te llevaré al médico, ...

- ¡No mamá!- la interrumpí- no es necesario, simplemente me desmayé por la impresión 

- ¿Qué?- me miró confundida 

- Me acerqué al cajón porque tenía curiosidad, creo que me impresioné y por eso me desmayé- su cara comenzó a tornarse pálida y después roja. 

- ¡Cielo Cambrell!, ¿por qué has mirado el ataúd?, por dios cuando aprenderás a comportarte 

"Ataúd", en mi mente quedó esa palabra, así que ese es el verdadero nombre del cajón, pensé. 

- Ya no se que más hacer contigo señorita, préstame  atención cuando te estoy hablando- sus gritos me sacaron de mi mundo de cajones- la otra semana te irás con tu padre, me volverás loca. 

Salió de mi alcoba gritando despavorida y hecha una furia mientras que yo solo sentía curiosidad por esa nueva palabra, pero de inmediato un recuerdo horrible se posó en mi cabeza, la imagen de la mujer en el ataúd. La mujer del ataúd, la madre de Marie, era la mujer que había visto en mi sueño, aquella que saltaba a las vías del metro y me decía que lo sentía y que no podía más. Aún no entendía a que se refería con eso. Comencé a sentirme mareada y confundida, necesitaba aire así que salí al jardín y me acosté en el césped mirando la inmensidad del cielo azul. 

Pobre Marie,  pensaba mientras que veía como el sol lentamente se escondía a través de la cerca del jardín, necesitaba hablar con ella, necesitaba respuestas. Entré en la casa de nuevo y fui hacia la sala, tomé el teléfono y busqué en el directorio el numero de mi psicologa, aún no sabía que decirle cuando de repente contestó. 

- Hola , ¿con quién hablo? 

- Mmm, soy Cielo 

- Ahh Cielo claro, ¿en qué puedo ayudarte?- preguntó con voz casi inaudible 

- Necesito hablar contigo, es algo urgente 

- Cielo te entiendo, pero necesito unos días antes de atenderte, aún no estoy preparada 

- Lo sé, lo entiendo, pero no es sobre mí de quien quiero hablar - escuché total silencio al otro lado de la línea- es sobre tu madre. 

- Nena, por favor ya basta- dijo con la voz ahogada 

- Ella te quería Marie y lo siente, siente haber saltado a las vías del metro 

- Espera nena, ¿cómo sabes eso?, yo no se lo he dicho a nadie- murmuró desconcertada 

- ¿Puedo verte mañana? 

- De acuerdo





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⏰ Última actualización: Jul 25, 2016 ⏰

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