Lunes

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Comencé el primer día de la semana despertando con la dulce pero al mismo tiempo fuerte voz de mi madre. 

- Hola bebé, es hora de que despiertes o llegarás tarde, el desayuno está ya preparado en la cocina. - Dijo sonriendo y quitándome el pelo de la cara.

- Mamá, no me digas bebé... - aún somnolienta, me quedé pensando unos segundos - Gracias por dejarme el desayuno listo. - Le di una sonrisa abriendo bien los ojos y sentándome en la cama, ella comenzó a bajar las escaleras en dirección a la cocina.

Recordé que la noche anterior no me había bañado así que me apure en arreglar todas mis cosas y ducharme. Bajé las escaleras corriendo y saludé a mi papá como de costumbre.

- Ojalá no llegues tarde esta vez. - Me dijo algo molesto por la hora en la cual me estaba marchando.

- No llegaré tarde. - Dije mientras le daba un último bocado a mi sándwich mañanero y me dirijía en dirección a la puerta.

- ¿Y tus dientes Cathie? - Avisó mi madre algo riendo cuando yo estaba a punto de cerrar la puerta.

Después de hacerme mi "lavado bucal" como decía mi profesora de básica cuando se le ocurría hablar formalmente para hacer reír un poco a sus inmaduros alumnos; tomé la micro en el paradero de al frente. Sólo había un asiento vacío en aquel transporte y estaba al lado de un chico de mi institución, su nombre era Johan. Nos conocíamos desde pequeños y él siempre fue un odioso, la mayor parte del tiempo se dedicaba a molestarme o hacía que los profesores le llamaran la atención. Ahora que hemos crecido, no ha cambiado nada, mi única opción era sentarme a su lado, ya que para cuando la micro se llenara no quería estar apretada como sardina enlatada junto a un montón de estudiantes desconocidos, que por cierto, estaría propensa a cualquier toqueteo. Me senté junto a él y lo primero que hubiera querido es que no me hablara, pero simplemente fue lo primero que sucedió.

- Hace tiempo que no te veía niñita - Dijo intentando llamar mi atención. Yo sólo miré hacia otro lado sin responder nada como todas las veces.

¿Que te pasa?, ¿me tienes miedo?.- Dijo riéndose.

- No quiero hablar. - Respondí queriendo dejar de escuchar su voz.

El viaje duró una eternidad mientras Johan seguía hablando sobre cosas que para mí no eran nada relevantes. En un momento me dijo que era idiota por actuar como lo estaba haciendo, no dije nada pero me dieron unas enormes ganas de golpearlo en la cara. Llegamos al liceo, yo estaba estresada de tanto escucharlo así que preferí ir al baño a mojarme la cara con agua fresca. Ahí dentro estaba una chica del 2°C tomando un poco de agua, se llamaba Javiera, era algo hiperactiva y a veces me hacía reír, era de esas personas que se preocupaban por el bienestar de otros.

- Cathie, ¿qué haces aquí en el baño?, ¿alguien te ha hecho algo?. - Dijo preocupada ya que yo pocas veces iba al baño en el liceo. No era lugar para sospechar de nada pero ella siempre se preocupaba por mí, tal vez me encontraba propensa a lastimarme fácilmente.

- No nada, solo vine a mojarme la cara...- Dije en un tono medio bajo.

¿Estás segura?. - Preguntó de reojo. Yo lo afirme intentando cambiar el tono de mi voz.

Bueno, si no es nada grave es mejor que nos apuremos un poco ya que es hora de entrar a clases.- Dijo con una sonrisa esperando que yo se la devolviera, no era común de mí, así que no lo hice.

 Ella se despidió de mi en la puerta del profesor en donde tenía la primera hora de clase. El docente había salido hace un momento así que mis compañeros estaban hablando y la sala era un enredo de sonidos. Me puse a caminar en dirección al penúltimo asiento de la última fila, en el camino una compañera me hizo una zancadilla, no caí al piso pero las personas que lo vieron se largaron a reír, no me interesó y seguí caminando. Cuando me senté la chica que me había hecho la zancadilla fue donde mí sonriendo, notaba con un sentimiento de culpa leve.

- Debieras reír más. Pensé que nos dirías algo pero te quedaste callada igual que siempre. ¿No te cansas de que te molestemos? -

- Estoy acostumbrada. No es nada - Miré hacia abajo.

Ella volvió a su asiento, el profesor llegó, pasó lista con los nombres de sus alumnos y comenzó su larga clase. Siempre la primera hora es la más larga, o bueno, eso siempre pareciera.

A la salida de clases, tropecé con un chico de mi misma clase, su nombre era Carlos. No había hablado nunca con él pero me parecía una buena persona.

- Disculpa no quería empujarte. - Dije entre asustada y confundida, ¿soy tan idiota que no miro hacia donde voy?, me dije a misma.

- No importa, fue mi culpa. Por cierto, quería entregarte esta libreta que se te había caído, llevas tu mochila abierta. -

Fue el momento en me me sentí muy avergonzada, primer día que me pasaba eso.

- He visto que ocupas esta libreta para dibujar en clases, no sé si te molestarás pero revisé un poco un tus dibujos y enserio, dibujas muy bien. - Dijo sonriendo.

- Ah...gracias. - Dije en el tono medio bajo que ocupaba siempre.

Me pareció extraño que la gente se fijara en lo que hago pero bueno, ya había revisado mis cosas, no tenía nada que decirle, además, primera vez que alguien me hacía un cumplido por mis dibujos, es más, nunca nadie había visto lo que dibujaba. No me gusta que la gente se acerque mucho a mí, menos cuando me concentro en algo.

- Bueno, con permiso, tengo que llegar temprano a casa. Adiós. - Dijo mientras miraba la hora de su celular.

- Adiós. - Dije aún teniendo la libreta en mi mano.

Guardé mis cosas, me preocupé de que mi mochila estuviera correctamente cerrada y comencé a caminar rumbo a casa. Como tenía la mochila abierta había perdido el dinero para volver, así que tenía que ir caminando, no era muy lejos así que no me preocupó el caminar; mientras tuviera audífonos y música en mi celular todo estaría bien.

Llegué a mi casa un poco cansada, el tiempo semi-frío y nublado me ayudó bastante para no sentirme acalorada. 

- Por lo menos no había perdido las llaves - Suspire -  Mis padres me hubieran castigado -

 Abrí la puerta, subí y ordené mi habitación como de costumbre, revisé mi libreta y había un dibujo menos. Lo primero que sentí fue susto al haber perdido el dibujo del cantante de Nirvana que había hecho hace poco, luego lo pensé y recordé que Carlos había tomado mi libreta, olvidaba ese tipo de cosas con frecuencia. Me enojé al darme cuenta que había arrancado una hoja de mi preciado objeto así que comencé a esperar que el día terminara rápido para poder verlo a la mañana siguiente.

Me puse a estudiar un poco ya que la próxima prueba era al otro día, pero luego de una hora y media me aburrí y me puse a tocar guitarra. Llegaron mis padres y me preguntaron cómo estuvo mi día, sólo atiné a decirles que fue un día común como siempre; no les dije de la zancadilla ni del robo de mi dibujo. De cierta forma es lindo que mis padres se preocupen por mi, pero no quiero que se preocupen más de la cuenta.

El comienzo de mi historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora