Días silenciosos

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Me sentía tan sola, tan alejada de todo. Era muy frustrante el ver a todos en sus actividades cotidianas y que ellos no pudieran notarme. Caminaba de un lugar a otro, era un alma en pena buscando su lugar en el mundo.

Antes lo tenia todo, amigos que me querían, a mi madre, una mansión a mi cargo y una misión de vida, además de un compañero del que yo estaba profundamente enamorada. Pero ese terrible accidente cambio mi vida en un segundo.

Esa ultima salida para salvar a las personas restantes de mi lista, esa explosión en mi casa me había dejado en estado de coma y no sabía de que manera podía ver todo lo que sucedía a mi alrededor.

Hace mas de dos meses de ese terrible día y yo seguía aquí, vagando en una forma no física por toda mi casa subterránea.

En las mañanas me quedaba en mi cuarto, viendo mi cuerpo en esa cama conectado a varios aparatos electrónicos que median mis signos vitales. Estaba viva gracias a esas máquinas, me acercaba y me quedaba contemplando mi propio semblante, mis mejillas ya no tenían el mismo rubor de antes, ahora estaban pálidas, ojeras oscuras habían aparecido bajo mis ojos y la falta de alimento me había adelgazado. No me agradaba para nada mi estado físico actual y no sabía como podía regresar a él y despertar de una buena vez. No podía sentir ningún tipo de contacto físico, si alguien chocaba conmigo por casualidad, solo sentía un escalofrío. No tenia el poder de atravesar cosas, por lo que mi intento por ser fantasma fracaso. Nadie podía verme, era completamente invisible, excepto para mi mejor amiga Lizzie.

Casi le da un infarto la primera vez que me vio de esta manera, después de comprobar que no era un sueño, me hizo millones de preguntas sobre que se sentía estar así.

Lizzie siempre había sido un poco rara, sus sueños eran extraños y muy vividos, constantemente se repetían e incluso algunos llegaron a ser una especie de premonición. Después de mucho platicar llegamos a la conclusión de que su mente era muy abierta.

Fue un alivio encontrar alguien con quien poder platicar normalmente, aunque solo fuera un par de horas en las tardes. Tampoco podía estar todo el día en su habitación platicando sola, a veces iba a visitarme a la mía y cerraba la puerta para asegurarse de que nadie entrara. No queríamos que la creyeran loca o peor.

Ella me contaba las cosas mas importantes de la casa, me mantenía al tanto de la situación y como era la convivencia entre todos. A veces le pedía que hiciera ciertas cosas que no podía hacer yo, recordarle a mi mamá tomar sus medicinas o cuidar a Engel de la odiosa de Karen.

Engel venía a visitarme a diario por las mañanas y noches. En la mañana pasaba a revisar mis signos vitales, platicarme un poco sus planes del día y animándome a despertar. Por las noches me contaba lo que le había sucedido, me leía un capitulo de algún libro o tocaba un poco para mi, después me deseaba buenas noches y se retiraba.

Me preocupaba mucho su estado, lo veía cansado, mas delgado, su cabello siempre estaba revuelto y no peinado como antes. No comía bien y paseaba por la casa siempre pensativo y no hablaba mucho con los demás.

-¡Amigo, me preocupas!. Te estas descuidando mucho- le dijo Jeremy, su mejor amigo, un día que los escuchaba platicar en la sala- Estas adelgazando, escucho como tienes pesadillas en las noches y te excedes en el trabajo demasiado. Pasas horas y horas en el laboratorio o la sala de juntas. ¡No puedes seguir así o terminaras enfermo!

-Es la única manera que puedo escapar, mantener mi mente ocupada me evita pensar en cosas malas. Y por las noches solo sueño que ella nunca despierta- le respondió en un tono melancólico a su amigo- No podría soportarlo.

Verlo de esa manera me dolía muchísimo y no sabia que hacer. Su sufrimiento era también el mío. Me acercaba a veces a él, las veces que el cansancio lo agotaba y terminaba dormido en el sofá de mi cuarto, y lo observaba. Su cara no tenia el mismo color saludable de antes.

-Todo estará bien, no permitiré que sigas sufriendo de esta manera.

Esta era una agonía terrible e interminable, una pesadilla de la que no podía despertar. Una enorme e interminable tempestad.

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