Sálvame

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Petra tenía más trabajo que nunca, eso le gustaba, ordenar papeles y robar comida era lo suyo.

Si, definitivamente era lo suyo.

Miró hacía arriba, apuntando al enorme cielo artificial que parecía burlarse de ella diciéndole "yo te cree, soy tu creador",  unas gotas de lluvia falsa cayeron dentro de su globo ocular rodeando el iris para caer por su mejilla como una fresca lágrima llena de tristeza.

—¡Mira mamá¡ —señalo un niño bien vestido— es una androide.

La mujer no le prestó atención al pequeño, charlaba con una de sus amigas sobre el feo clima que se avecinaba. Continuaron su camino como toda la gente, pasando sobre la ojimiel, empujándola y fingiendo que no la veían, ella llevaba una bolsa de papel blanco enorme llena de todo lo necesario para atender a Eren.

Ya habían pasado unos meses desde que mató por primera vez, desde que vio como el cuerpo de aquel chico regeneraba su cuerpo, extrañamente el ojo lastimado continuó tal y como estaba.

Rápidamente, esquivó dos coches de policía recogiendo un periódico de la semana pasada del cubo de la basura, donde se leía en subtítulos gigantes la desaparición de Levi Ackerman y el precio por su cabeza.

"Protege a tu creador, protege a tu señor"

Petra camino por horas sobre el pavimento, su cabello se pegaba a su rostro y uno de sus tacones se rompió. Ya era hora, la suela estaba muy gastada.

Mina fue a recibirla, su pequeño cuerpo mojado se acercaba con rapidez, desde el escondite hasta ella.

—¿Trajiste algo nuevo? —dijo la pelinegra mirando el paquete blanco con sus enormes ojos

—Para cuando el bebé nazca —respondió— debemos de preparar todo.

—Pero Eren es un chico y solo las chicas pueden tener hijos —objetó Mina— no entiendo nada.

—¿Recuerdas lo que dice Levi?

—Si —afirmó la niña ayudándola a entrar— Eren es muy especial.

—Las personas especiales como él pueden tener hijos...especiales —explicó— y Levi quiere dejar un recuerdo suyo.

Llegaron al escondite a salvo, Petra dejó las cosas y fue a preparar la cena en la vieja cocina del laboratorio. Mientras Mina curioseaba todo, la ojimiel tuvo que pasar por el despacho del ex doctor Grisha para informarle a Levi que ya había llegado.

Escucho unos ruidos y entreabrió la puerta para ver que sucedía.

Eren ocultaba sus gemidos oprimiendo la cara contra la cobija del suelo, con los brazos descansando en el piso y a cuatro. Era interesante ver como las marcas de dientes y moretones desaparecían de su cuerpo sin dejar rastro, como si aquella piel se tragara todo. Eren se autoregeneraba.

Pasaron unos minutos entre jadeos, besos y los largos suspiros de placer que emitía el ojiverde.

Su castaño cabello ocultaba la mayor parte de su frente y dijo algo muy bajito, solo Levi pudo escucharlo y embistió más fuerte sujetando las caderas del menor con las manos para tomar impulso. Entraba y salía con cuidado de no lastimarlo, acompasándose a su ritmo en un vaivén lento.

Por primera vez, Petra escuchó gemir al pelinegro. La manera en que cerraba los abriendo la boca para tomar algo de aire y, Petra podía jurarlo, para jadear el nombre de Eren antes de llegar al orgasmo.

—Ya llegué —interrumpió al ver que los dos habían acabado.

El ojiverde abrió el ojo sano, sonrojándose todavía más, muriendo de la vergüenza quiso escurrirse hasta alcanzar su ropa pero Levi lo atrajo con cuidado a sus brazos levantándolo para que se sentara.

En ese momento la ojimiel concentro su mirada en el vientre abultado del menor, faltaba tan poco para conocer al pequeño o pequeños que venían en camino.

Todavía podía recordar lo aterrado que estuvo Eren al creer que un tumor estaba creciéndole en el vientre.

Levi tuvo que explicárselo con cuidado, evitando algunas verdades que no valían la pena para ser recordadas hasta convencer al ojiverde de que era cierto.

Por un momento esas verdades sembraron el caos en el escondite, Eren quería abortar al pequeño (era una niña según la ecografía de Petra) no soportaba la idea de ser un monstruo, no soportaba la realidad de tener a esa cosa dentro de su cuerpo. No soportaba tener un hijo/hija que le recordara lo patética que era su vida.

El pelinegro también detestaba la idea, pero aun si esa niña era fruto de una violación, merecía vivir. Lo convenció de que tuviera al bebé, no era culpa suya,  pero no lo logró. Luego la culpa embargó al castaño, Eren había llorado y tenido pesadillas muchas noches, casi todas. Las ojeras debajo de sus hermosos ojos lo demostraban, pero al fin una tarde nublada cuando él leía algo sobre la cúpula de las tres murallas que los protegían de todo, Eren gritó de dolor al caer abruptamente desde el segundo piso.

No podían llevarlo al hospital, Petra hizo todo lo posible para salvar a la pequeña. Incluso el ojiverde lamento la perdida durante semanas. Ya en un estado de depresión al borde de la locura, Levi tuvo que hacer algo.

Esa noche lo acurrucó contra su pecho contándole algunas anécdotas de la casa en los subterráneos, de sus grullas de papel y a medida que hablaba fue desnudándolo. Viendo la mirada perdida de Eren, él también se desnudó sin dejar de hablar, hacia frio cuando hicieron el amor.

Al día siguiente, el ojiverde mostró todos los síntomas de una mujer embarazada.

—No dejes que se muera otra vez —le rogó con sus ojos verdes suplicantes.

—Te lo prometo —eso fue lo único que pudo decirle. Ahora en cambio la promesa estaba por cumplirse.

Al azabache le gusta tocar el vientre de Eren, le parece increíble que su pequeño hijo pueda moverse ahí dentro y responder a su toque con leves patadas.

A veces quisiera tenerlo en sus brazos, un bebé pequeñito que gorjeara y riera, un bebé idéntico a Eren, con el cabello castaño y los ojos claros.

Quería que ese niño le recordara a Eren lo mucho que alguien lo había amado. Que fuera un consuelo cuando él se marchara, una parte de Levi junto a Eren.

Un diminuto milagro dentro de ese mundo caótico apunto de destruirse, donde una persona aburrida de la vida tuvo que enfrentarse a sus propios miedos, superarlos, aplastarlos y destruirlos.

Romper todos los obstáculos, pero le quedaba el último.

Para cumplir el sueño de Eren.

Para concluir su deseo.

Para convertirse en la grulla que escuchara sus oraciones.

EL boleto de salida al exterior, Eren, sus amigos...todos ellos merecían ser libres.

Merecían vivir más tiempo.

De todas formas, el amor no es querer a alguien, es dar la vida por la persona que amas.

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Mi última voluntad

La vida es como un rompecabezas; cada pieza tiene una razón, un lugar y un por qué


GRULLAS DE PAPEL (Levi X Eren/ Riren/ Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora