3. Recuerdos de un pasado doloroso.

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-Yo...- las miradas curiosas de los dos me hicieron continuar- Yo llegué a la tierra hace unos años, como ya saben. Me hice amiga de Marco y unos meses después llegaste tú, Star... pero... lo que no saben es que...

-¿¡Qué!?

Suspiré pesadamente, y me senté en el piso.

Hace unos años |antes de que Mia llegara|

Changing Creek.

Una "chica" castaña, caminaba por los pasillos de un gran castillo. Llevaba su típica sudadera roja y sus jeans azules, mientras caminaba por ahí con paso desinteresado.

Llegó a una espaciosa sala, en donde estaban sus padres discutiendo a susurros. Su madre, castaña y con una belleza increíble, se giró hacia su hija y su cara se desfiguró totalmente.

-¡Mia Díaz! ¿Por qué no traes tú atuendo? ¡Sabes que si alguno de los reyes te vé, nos despedirán! - reprochó la mujer a la casi- adolescente. Ella solo rodó los ojos.

-Lo siento, Ma. Ahora me la pongo- bajo la irritable mirada de su madre, fué corriendo a donde estaba su gran armadura de hierro. Ella con toda sus fuerzas, se la puso. Quitándole toda la inocencia y dándole un aspecto fuerte e intimidable.

Volvió a caminar por el pasillo, encaminándose a sus clases. Pero, el destino claramente se puso en su contra y la hizo chocar con un rubio engreído y de ropas muy finas y caras.

-Fíjate por donde vas, tío- se giró y vió a Mia- ¡Ah, eres tú! Aún asi, fíjate. No debes andar por ahí haciendome tropezar - ella puso los ojos en blanco por la actiud del príncipe Moon Butterfly.

Ignoró sus comentarios y entró a la sala, en dónde había una silla y junto a ella, una señora y un señor muy bien arreglados y con rostros serios. En las majos de la mujer estaba una aguja. Mia tomó aire y se sentó en la silla, siguiendo el patrón de todos los días.

La mujer se le acercó, y antes de ponerle esa aguja en su piel, preguntó:

-¿Qué tienes que hacer? - La castaña se quedó callada, mirando al frente. La señora frunció el ceño y volvió a preguntar , obteniendo la misma respuesta.

La aguja fué introducida en su cuello con brusquedad, haciendo que el líquido azul recorriera sus venas hasta llegar a su cerebro.

-¿Qué debes hacer?- preguntó por tercera vez.

La adolescente contestó, con tono serio y los ojos castaños ahora tintados de azul- Debo matar a los Díaz de Echo Creek.

-¿Cuál es tú misión?

-Destruírlos, y a todos los que se opongan.

Una sonrisa maliciosa adornó los labios de la mujer, quien le dió unas palmadas en el hombro y la guió hasta la sala de armas. Ahí ella tomó sus clases de todos los días, hasta cuando se hizo tarde y el efecto de ese líquido se perdió.

Caminó algo cabizbaja hasta su habitación, llevándose la gran sorpresa de que sus padres conversaban con los reyes, ambas familias tenían caras serias y sus bocas se abrían tanto que perecían que se iban a comer en cualquier instante.

Al notarla presencia de la adolescente, todos los que estaban en aquella sala guardaron silencio. Uno incómodo, según Mia.

-Cariño- La castaña se asustó, esa era de las primeras veces que su madre se refería a ella con un apodo cariñoso. -Tenemos que hablar.

Unos guardias se situaron a sus costados, guiándola hasta una sala fría y oscura, con muchas máquinas y cables.

La transpacie pensó la chica al ver la gran máquina conectada a una televisión grande, que dejaba ver a todas las familias de Echo Creek. Junto a todas, estaba la gran familia Díaz. El chico de apenas 12 años iba de acá para allá con su uniforme blanco de karate, mientras sus padres cocinaban una mezcla rara.

I Can't Decide [Bill Cipher | Tomás]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora