Frío Calor y Humedad (continuación)

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Ya era mucho de admirar desde una distancia prudente, era momento de iniciar la Odisea y acercarme y disfruta de ese hermoso, suculento cuerpo, fué por ello que me acerqué a la cama, ella seguía recostada, topless, parecía ansiosa, y yo estaba igual.

Decidí iniciar besando sus piernas, empezando por sus pies, subiendo por las firmes pantorrillas que me guiaban a la parte interna superior de esas torres coronadas por su sexo, besaba suavemente rosando mi lengua en su suculenta piel color bronce, la que se sentía cálida y se pegaba de vez en vez en mis labios, y yo continue subiendo, y llegué finalmente al objeto de mis deseos, sus labios mayores, su delicado pero exquisito sexo, su olor realmente era embriagante, motivante, besé sus labios como si besara su boca, mientras lo hacía acariciaba su seno izquierdo con mi mano diestra, apretándolo suavemente y presionando entre las llemas de mis dedos su duro pezón, haciéndola gemir de excitación, lo cual me entusiasmaba aún mas.

Continue haciéndole el sexo oral, metía mi lengua en tu vagina, chupaba con frenesí tu clitoris, mientras seguía masajeando, esta vez, ambos senos, ella cogía mi cabeza y la hundía aún mas en su sexo, podia sentir como temblaba de placer, sus manos, sus piernas, todo su cuerpo se estremecía sutilmente cuando daba tanto estímulo en sus zonas mas herógenas, pero no se como se le ocurrió, pero me empujó lejos de ella y me dijo; ¨aún te falta por ver¨ asi que me dispuse a volver a mi lugar, a medio metro de distancia de donde ella estaba, se reanudo el show en donde ella era la protagonista y yo, por el momento, solamente un espectador, y vaya show aquel, un verdadero espectáculo digno de filmar.

Ella se acomodó magistralmente en la cama, justo en el centro y comenzó a masturbarse, inició pasando sus manos de arriba hacia abajo, cruzando sus senos, bajando por su vientre, frotando su ombligo de manera delicada, y mientras hacía todo eso no apartaba su mirada de mi, mordiendo sus labios incitantemente, bajo su mano a su sexo, y rozaba sus labios abriendo levemente la entrada a su vagina y a la vez con el gancho que se formaba entre sus dedos atrapaba su rosado clitoris, mientras que con la otra mano daba placer sus hinchados pezones, entonces inició un soneto de gemidos, suaves jadeos que penetreaban en mis oídos y levantaban aún mas a mi amigo del sur, pense que ya era el momento justo de invadir esas tierras y enterrar mi espada en su rebosante cáliz, contenedor de jugos divinos, de ambrosia carnal, asi que decidí acercarme, acaricié el seno que tenía libre, y ella arqueó la espalda, chupe nuevamente su sexo, y dejó salir un fuerte gemido...

Sueños HúmedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora