(2) Emily

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                Munz se apresuró por abrir la puerta de a casa club de los HAMC, estaba consciente de que había una joven semi-moribunda en los brazos de 810 Styles. El aspirante a ángel se encontraba bastante nervioso por todas las situaciones que había experimentado en tan corto tiempo, tales como diversas balaceras, enfrentamientos a puño limpio a las afueras de la ciudad, transporte de arma y drogas, circulación de millones de dólares, secuestro de unas niñas y diversas extorciones a políticos de la ciudad, y ahora una joven herida. Pero las ganas de pertenecer al club eran mayores y estaba dispuesto a hacer lo que fuera por que los hombres lo aceptaran.

— ¡Abre ya! — Gritó Styles con Elizabeth en sus brazos. La joven cada vez estaba más pálida y luchaba por mantener sus ojos abiertos, sin embargo, no estaba plenamente consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor, ya había perdido toda noción del tiempo y de quien estaba cargándola. Si hubiera estado en óptimas condiciones, habría corrido desde un principio.

El aspirante logró abrir violentamente el club y Harry entró despavorido en busca de una habitación en donde posar el cuerpo de aquella chica. El club se encontraba cerca del rio Truckee, una zona bastante aislada y privilegiada de Reno (y quizás toda Nevada), su fachada se mimetizaba con la zona, pero al entrar la huellas de los Hell's Angels estaban en todas partes. Al entrar, a primera vista, se tenía una mesa de bar enorme roja, con diferentes botellas de licores variados y cinco pequeños asientos de cuero color negro, del lado opuesto habían variados sillones negros y rojos de diversos tamaños en conjunto con una pequeña mesita con el logo del club. Harry cruzó toda la ambientación, tomó el pasillo y se dirigió a una de las 4 habitaciones disponibles para cualquier ángel o familiar que necesitara un hogar, ya sea temporal o momentáneo. Abrió la puerta súbitamente y, con las fuerzas que le quedaban, depositó a la chica en la cama de la habitación.

—¿Puedes oírme? — Murmuró Harold cerca del oído de la muchacha al notar que los ojos de ella se encontraban entreabiertos.

—Duele mucho— Susurró la joven de manera entrecortada

—Tu nombre es Elizabeth, ¿cierto? — Dijo Harry sentándose al lado de la chica y sacando su celular para enviar un mensaje

—Si— Respondió Elizabeth —Me duele mucho, mucho— Se quejó tratando de moverse en la cama

—No te muevas y ya vienen a curarte... espera— Anunció Harold cuando su celular sonó y se retiró de la habitación, dejando a la muchacha sola.

Elizabeth comenzó al observar el lugar en donde se encontraba. Estaba todo sucio y desordenado. Tenía las paredes completamente negras, igual que el cielo de la habitación, los muebles también eran negros, incluso la puerta lo era. Ella se estremeció, y más aún al darse cuenta que frente a ella había una calavera, con casco de motociclista y alas, pintada en la pared de la habitación. Esto causó el terror de Elizabeth, estaba en la habitación de un ángel. Si tan sólo sus padres se enteraran, llamarían instantáneamente a la policía, sobre todo si se encontraba sangrando como lo hacía. DIOS, pensó la joven al percatarse que había recibido el impacto de una bala en su hombro hace unos cuantos minutos. Gritó de terror, lo más que pudo, pensando que la socorrerían de inmediato. Así fue, apareció Harry con el teléfono en la mano tras la puerta y pálido de preocupación, pues pensó que la joven había empeorado.

—Dios, tienes que estar tranquila, ya vienen a curarte— Trató de serenar a la joven que se había sentado bruscamente en la cama y tenía los ojos fijos en el símbolo del club

—¡Llévame al hospital! ¡Sácame de aquí! — Comenzó a lloriquear Elizabeth completamente desesperada al darse cuenta que el muchacho trataba de acercarse a ella

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