El resto de la mañana fue soportable. Para qué mentir, verdad los primeros días de clases suelen ser aburridos, no debería sorprenderme en absoluto. Durante el receso, Stella, Dylan y yo le dimos un recorrido escolar a Daniel. Ella era la encargada de relatar las historias y rumores que corrían en la institución mientras que Dylan seguía observándolo de manera analítica, prefería ignorar ese detalle porque me ponía los pelos de punta. Hubo un instante en mi vida que marcó mi forma de pensar, mi vida y a mí misma. Una persona que entró para destruirlo todo como un huracán. Y desde ese momento, mi amigo evalúa críticamente a cada hombre que me habla, se comporta como un hermano mayor y en cierto modo me tranquiliza, lo comprendo. Pero a veces exagera las cosas. Daniel trataba de no observar a Dylan pero de vez en cuando le echaba un vistazo de reojo, la diferencia era que Dan sonreía casi permanentemente.
Muchas chicas se nos acercaron durante nuestro recorrido turístico, como era de esperarse. Las de primer año desbordaban timidez, me recordaba demasiado a mí cuando apenas estaba comenzando la escuela secundaria; mientras que las de sexto se arrimaban sin vacilar, es más, hasta nos apartaban del camino como simples estropajos estorbosos. Un "permiso" o "disculpa" parecían palabras desconocidas en su vocabulario. Zafando del instante incómodo y a tiempo del fin del receso, regresamos al salón de clases sentados en la última hora de clases en la materia Literatura con la Señorita Hemsey. Una mujer de estatura normal, cabello corto, rubia de ojos marrón oscuro. Usaba una calza negra con unos tacos del mismo color y una camiseta larga de color blanco. Simple pero atractiva. Debía tener unos veintiocho. Usualmente en la clase de Literatura teníamos con la Señorita Valdez, aunque en realidad no me quejo. Aquella mujer era irritante, tenía mal gusto para elegir libros de lectura y no era nada justa con las lecciones orales. En cambio la nueva profesora se veía prometedora. Anoté los materiales que ella nos pidió para dentro de dos semanas y decidí dejar de escucharla para garabatear cosas sin sentido en mi cuaderno. De pronto oí el chirriar de una silla junto a la mía, dejé el lápiz y me giré en su dirección. Era Stella.
- ¿Este sábado irás?
-Apenas es Jueves, eres bastante impaciente- sonreí- sabes que siempre voy, esa noche es tu turno de invitarme a tu casa. Aunque iré más tarde, pasaré tiempo con mi madre por su cumpleaños.
Cada sábado sin falta salíamos juntas al restaurant de su tío, Car&Cup, situado cerca del muelle de la playa. Era un local llamativo por su decoración automovilística, llantas de varias formas, luces, motos antiguas, estampas, fotografías, asientos de piloto. En fin, un lugar bastante atractivo para los turistas y residentes. Luego de cenar y pasarla bien, yo dormía en su casa o ella en la mía, era otra de nuestras tradiciones.
-Dalo por hecho. La especialidad del sábado será lomo triple con papas y gaseosa. Imperdible. Dylan, también estás invitado.
-Creo que eso lo sabía- repuso con una sonrisa que me pareció más a una mueca. Dylan no presenciaba muchos de nuestros instantes de chicas.
-Aguafiestas- rechistó Stella.
- ¿Tú quieres ir?- pregunté mirando a Daniel, quien parecía estar inmerso en nuestra charla. No creí que a Stella le molestara.
-Gracias por invitarme pero tengo que trabajar en la joyería hasta tarde. Hay muchos encargos en estos días- contestó.
-Oh, entiendo. Está bien. Será para la próxima.
Al cabo de unos minutos más, la campana de fin de clases sonó. Recogí mis cosas mientras la Maestra Hemsey se despedía amablemente. Me apresuré en salir junto a Stella y cerrar la puerta a mis espaldas. El padre de mi amiga la esperaba en la vereda de enfrente, la despedí con la mano y seguí mi camino hacia casa.
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Lágrimas de un Ángel
RomanceUna flor se ha perdido. Entre los ángeles se camufló. Esa sonrisa entre tantas, se perdió. Sin vida. Se marchitó. El roce es tan frío. Cada espina acaricia feroz. Todo palpitar. Toda respiración. Entrecortada...su voz se apagó. Ángel, deja de llorar...