Jueves por la mañana. 7 a.m.
Estaba entrando al Instituto local de California. Una gran estructura moderna de dos pisos, paredes pintadas de color bordó y blanco dando un gran aspecto de depresión. A decir verdad, antes prevalecía el negro y un gris realmente opaco, creo que ya era hora de darle una mejoría pero aun así seguía sin causar una buena sensación. Los adolescentes se reunían apurados en las entradas de sus salones de clases. Había uniformes por doquier, faldas tableadas a cuadros verdes, amarillos y rojos extremadamente cortas o justo a la medida, sacos verdes desabrochados, ausentes o perfectamente acomodados, camisas blancas arrugadas, provocativas y normales. Medias largas de color negro y zapatos lustrados de color verde oscuro. Pantalones negros, largos, zapatos, aunque algunos iban con zapatillas casuales, camisas blancas, uno que otro con el saco sobre sus hombros u otros abrochados de forma decente. Lo más importante de todo era que faltaba cada vez menos para el fin de semana.
Stella se apresuró en situarse junto a mí con aquellas ganas de vivir y energías envidiable. Llevaba la falda un toque más arriba de lo debido, saco desabrochado y camisa un poco desarreglada.
─ ¿Algo interesante?─ preguntó sin siquiera saber mi estado de ánimo.
─Estoy bien. Gracias por preguntar─ respondí con sarcasmo.
─Oh vamos, siempre tienes algo que contar─ insistió volviéndome a ignorar olímpicamente.
─Mmm, ¿estudiar? ¿Tú lo has hecho?
─Me ofendes. Sabes que no. No soy una cerebrito como tú
─Vaya...─suspiré─ este fin de semana es el cumpleaños de mi madre y opté por comprarle un lindo anillo en la joyería cercana a mi casa.
─Esa es la razón de ese dije en tu cuello─ señaló exageradamente como si ella fuese una detective─ veo que tienes bastante dinero. De hecho, sé que no, pero es de plata. Es bonito─ asintió lento mientras delineaba con la vista el contorno del collar portando un corazón rojizo con alas plateadas.
─Bueno, en realidad me lo regalaron.
Me observó no muy convencida.
─Delante del mostrador lo encontré tirado. El joven encargado me agradeció por hallarlo, el dije era el modelo de otros collares. Pero me dijo que no me preocupara, tenían una copia guardada y como recompensa, me lo obsequió.
─ ¿Cómo era él? ¿Sexy? ─ preguntó casi ignorando mi relato.
─Pues...sí, bastante.
─ ¡Diablos! ─ fingió casi desmayarse─ ¿Mis oídos oyen bien? Estas interesada en otro muchacho. ¿Cómo se llama la joyería? ─ preguntó tratando de hacer memoria del recorrido alrededor de mi casa. Seguramente pensando si había entrado o no.
─"La Perla".
─Uhm...Da igual. Dime como era─ chasqueó la lengua. No sé leer mentes pero seguramente ella se estaba quejando mentalmente por si había coincidido con el muchacho y no recordar semejante encuentro.
─Alto, delgado...bueno, tenía algo de musculatura. Cabello dorado...─.
─ ¿Era real?─. Eso me hizo reír un poco.
─No hay duda de que lo es. Y tenía unos hermosos ojos turquesa.
─Se ve interesante. Quiero conocerlo. Pero no te preocupes, es todo tuyo. Solo echaré un vistazo al futuro chico de mi amiga.
─Eso me da a entender que ya elaboraste toda una historia cursi en tu cabeza.
─Tal vez─ contestó aun observando el dije y encogiéndose de hombros. Pero por su semblante repentinamente curioso, parecía haber descubierto algo─ oye, hay algo escrito.
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Lágrimas de un Ángel
RomantizmUna flor se ha perdido. Entre los ángeles se camufló. Esa sonrisa entre tantas, se perdió. Sin vida. Se marchitó. El roce es tan frío. Cada espina acaricia feroz. Todo palpitar. Toda respiración. Entrecortada...su voz se apagó. Ángel, deja de llorar...