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Ya había amanecido y el sol no me dejaba dormir mas, me senté en la cama y me di cuenta que no estaba en casa, lo había olvidado, estoy en un campamento.
Me terminé de levantar y saque la maleta de debajo de la cama, busqué una ropa cómoda, licra negra, t-shirt deportivo y un par de tenis color morado, no sabía qué actividad tomaría hoy pero esta ropa estaría cómoda como sea. No tenía hambre y no me sorprendía, la verdad había comido bastante malvaviscos la noche anterior y al parecer todavía estaba satisfecha, así que obvie ir a la cafetería por comida y preferí ir a la pizarra en busca de actividades por hacer para el día de hoy.

- Una clase de pintura seria perfecta para empezar en el campamento. -Le dije a Alexandra, nos habíamos reunidos al salir de las cabañas y ella ya había decidido ir a tomar clases de tenis. - Ósea, por lo menos para mí, no soy buena en ningún deporte, bueno, tampoco es que he practicado alguno.

- Deberías intentarlo conmigo, vamos, será divertido - Dijo justo al momento que me tocaba las palma de las mano y las estiraba con desesperación, insistiendo en que dijera que sí.

-No. No creo que me vaya bien, además, no quiero terminar con moratones por golpes de una estúpida pelota de tenis.

-No lo harás, será la primera clase, no creo que nos pongan a servir con una raqueta sin antes saber cómo usarla.

- Esta bien, Alexandra, cogeré solo esta clase, creo que me arrepentiré luego de esto.

- Te prometo que no lo harás, se que te va a gustar.

Anotamos nuestros nombres en la lista de jóvenes para aprender tenis y nos fuimos a unos bancos bajo un árbol a esperar que las clases empezaran.

- ¿Te gusta dibujar? - Dijo Alexandra, se notaba que buscaba tema de conversación, pero yo no era muy buena con esto

- Supongo que si quería escoger clase de pintura es porque me gusta ese tipo de arte.

- Ohm, cierto. Iré por algo de comida nos vemos en un rato en la cancha, para empezar la práctica.

-Está bien.

Vi como se alejaba, descubriendo que ahora sí tendría un poco de paz, para pensar y estar a solas, siempre me gusto estar a solas y más si podía pensar en otras cosas que no sea el colegio. ¿Cómo estará mamá ahora mismo? Miré el reloj que tenía en mi mano derecha, el que nunca usaba, no sabía porque me lo había puesto hoy, pero ya la había encontrado alguna utilidad, aunque no supiera leerlo del todo, confundía las manecillas y normalmente tenía que repasar la tabla de multiplicación del cinco para poder leer la hora, era una de las cosas que no había aprendido en el colegio, leer el reloj. Tampoco había aprendido ninguna de las tablas que no fuera el 3, el 5 y si lo pensaba mucho el 9 y obviamente el 1, la verdad no sabía cómo seguía siendo buena estudiante si en la mayoría de las cosas básicas fallaba. Volví a mirar el reloj, habían pasado unos 10 minutos de que Alexandra se había ido, no creo que falte mucho para que empiecen las clases y talleres dentro del campamento así que me paré del banco y caminé en dirección a la cancha.

- Eres a la única chica que he visto caminar sola hoy, normalmente ustedes hacen amigos rápido. - Me dijo el chico de la oficina - Creo que no te gusta hablar mucho, hola, mi nombre es Steven.

- Hola, mi nombre es Laura.

-¿Como estas Laura? ¿Hacia dónde vas?

- Bien ¿Y usted?, a la cancha de Tenis, me he inscrito.

- No me digas usted, me haces sentir viejo, te aseguro que somos contemporáneos de edad, estoy solo ayudando a mi padre con esto, no creas que me debes tanto respecto. - No pude evitar una sonrisa divertida y asentir, haciéndole entender que entendía todo lo que había dicho. - Pero mira, si vas a la cancha, vas en la dirección incorrecta y si me das unos minutos puedo llegar, recoger las listas del muro y llevársela a los encargados de las clases y luego llevarte a la cancha.

Fall for the first time Donde viven las historias. Descúbrelo ahora