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La paciencia de Michael se estaba agotando.

Hacía más de 40 minutos que se encontraba como idota sentado en uno de los cómodos sillones de la biblioteca y le era más que difícil no rendirse a la tentación de tomar una siesta en estos, pero no quería causar una mala impresión a Annie.

Tronó sus dedos con fuerza y pasó su mano por su cara en señal de cansancio y desesperación. Una vez cansado de esperar se levantó a regañadientes del sillón y golpeó el libro de ciencias contra la mesita de café que estaba frente a él, llevándose una mira de desaprobación de parte de la bibliotecaria del lugar.

Entonces se sintió el ruido de los cascabeles de la puerta que anunciaban la llegada de alguien y al ver la puerta sintió tocar el cielo con las manos por un microsegundo.

- Hola, Michael - saludó ella y al voltearla a ver de vuelta pudo notar que vestía completa y absolutamente de negro y utilizaba unas gafas oscuras.

- Annie - asintió en saludo.

- Siento llegar tarde - quita sus gafas y mira hacia un costado, pero no hacia él -, es el aniversario de mi hermano.

- ¿Está casado? - Preguntó con curiosidad.

- Está muerto - y por primera vez mira fijamente a los ojos del chico.

Sus orbes hazel destilan triztesa y dolor. El rojo de sus párpados resalta su color exótico y no dejo de privarse en perderse en sus rotos ojos. Sus labios están resecos, no como la última vez que la vio.

Entonces su conciencia lo hace sentirse como un idiota por haber insultado su irresponsabilidad y su falta de consideración hacia él.

- Por favor no digas que lo sientes, y que toda la mierda se irá en un tiempo y solo quedarán los buenos recuerdos. No es así. El dolor te acompaña donde vallas, está en cada lugar en donde lo buscas porque nunca deja de recordarte de que pudiste hacer algo para evitarlo pero no lo hiciste, así que no me vengas con palabrería barata aún que venga con buena intención, porque las palabras bonitas no aplacan el dolor desgarrador, digas lo que digas.

Entonces él no dijo nada, no porque no tenía nada que acotar sino porque no hacía falta, pero hizo algo mejor, la abrazó.

Solo de esa manera en la que sus brazos pedían a gritos otros brazos, en la que su pecho pedía otro pecho en el que perder la frecuencia de los latidos con la del otro, la abrazó de la manera en la que su corazón pedía ser arreglado.

Late ✧ mgcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora