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Su madre nos abrió la puerta, y al entrar a su apartamento nos golpeó un fuerte olor a lavanda. Pasamos al salón, con las paredes pintadas de un bonito azul turquesa y decorado con los muebles blancos. Dejamos nuestras bolsas en el sofá, cogimos la ropa y nos dirigimos cada uno hacia el cuarto de baño que nos había asignado Olimpia para ducharnos. Entré en el mio y cerré la puerta con pestillo. El agua caliente quitaba todo resto de arena de mi cuerpo, mientras me enjabonaba el pelo con un champú. Cuando acabé los demás aún no habían terminado y fui a la habitación de Olimpia. Me senté en su bonita cama morada, y encima de la mesilla encontré un par de papeles doblados. Sin poder resistirme, y mirando antes que no hubiera nadie, los abrí. En uno solo encontré un número de teléfono apuntado, en otro una lista de la compra, pero fue el último el que más me llamo la atención. En el mensaje, una persona anónima citaba a mi amiga ese día a medianoche en la playa. En eso estaba cuando escuché abrirse la puerta de la habitación y me pillara irremediablemente con las manos en la masa.

-¿Has leido todo?

-Si, ¿qué es eso?

Se sentó a mi lado en la cama, mojándome ligeramente con su pelo húmedo. Respiró hondo y empezó a hablar.

-Desde hace unos días estoy recibiendo cartas anónimas. No sé de quién son, supongo que de algún vecino. Bueno, al principio eran cartas de amor, a mi me incomodaba un poco porque estoy saliendo con Pablo, pero no les dí mucha importancia. Después, al enterarse de que tenía novio, él empezó a recibir notas pero esta vez de amenaza, diciendo que cortara conmigo, y yo igual. La última nota ha sido esta, citándome esta noche.

-No vas a ir, ¿verdad?

-Bueno, al principio pensaba ir...

-¡Olimpia! ¿Cómo se te ocurre? Yo creo que está pirado.

-He dicho al principio. Luego me lo pensé mejor y no tenía pensado hacerlo.

-Tienes que descírselo a tus padres, antes de que llegue a algo más.

-¿Crees que puede llegar?

-No lo sé, pero es mejor decírselo.

-Pero no me atrevo.

-No pasa nada, yo te ayudaré.

Bajamos al salón y les relatamos toda la historia. Claramente, sus padres se asustaron, pero intentaron no perder la calma y avisaron a la policía de las amenazas que habían recibido los dos, diciendo que irían en lugar de Olimpia a esa cita. Una vez aclarado eso, por fin Pablo se dignó a salir del cuarto de baño.

-¿Por qué has tardado tanto?

-Yo...bueno...ha habido un ligero problema con cierto grifo de cierta bañera, eso no quiere decir que sea la tuya... o igual sí...jeje

Salimos corriendo hacia el baño y nos encontramos ese cierto grifo de esa cierta bañera arrancado de cuajo de su sitio. Nos quedamos mirando a Pablo con una mirada interrogante, esperando una explicación.

-Estaba duchándome, puede que cantando, puede, cuando me he despistado, me he resbalado y... he aterrizado sobre el grifo, y... se ha soltado.

-¡Tu pagarás la reparación, cabeza de chorlito!

-Oli, calma.

-Sabes que no me gusta que me llames Oli.

-Aquí lo importante es...¿estabas cantando en la ducha?

-¡Iria!

Los dos me miraron molestos, pero momentos después nos echamos a reír.

-Creo que será mejor que nos sentemos a cenar.

IriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora