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-¡Borja!

Fui corriendo a abrazarlo. Borja es mi primo, pero como no tengo hermanos siempre ha sido como mi primo-hermano-mejor amigo.

-Hola chicos

-Ho-hola.

Ah, se me olvidaba. Estela está más colgada que un pendiente de mi primo.

-Luis, ¿qué te ha pasado?

-Ellas me han pasado

-Eh, no ha sido para tanto

-Bueno, ¿qué os parece si salimos a dar una vuelta?-propuso Borja

-Vale

Nos fuimos los cuatro a la calle después de haber recogido un poco la casa. Íbamos andando por mi barrio cuando nos cruzamos con un hombre. No era la primera vez que lo veía, siempre anda por las calles con la misma camiseta amarilla, los mismos pantalones marrones, la misma mochila, la misma sonrisa boba y el mismo olor a alcohol. Al pasar por nuestro lado, su sonrisa borracha aumentó aún más, y me puse detrás de Borja. No es lo que estáis pensado, no me da miedo, solo...me da...temor, sí, eso, temor.

"Ja, Iria, no te lo crees ni tú"

Bueno, seguimos caminando y nos sentamos en un banco en un parque. El sol nos daba de refilón, las moscas no hacían más que molestarnos y tenía la piel pegajosa. Si, me encanta el verano.

-Chicos, ahora vuelvo.

Me levanté y me dirigí a la fuente. Le estaba dando el sol de lleno, así que antes de beber y refrescarme con el agua la dejé correr para que se enfriara. Mientras lo hacía vi a un chico que andaba con el móvil en las manos, mirando todo el rato la pantalla. Cuando pasó por mi lado vi que estaba jugando al juego ese de Pokemon Go. A mi no me parece mal que jueguen, yo también tengo juegos en mi móvil, pero hay algunos que llevan eso a nivel vicio.

-¡Ahi hay un pokemon!-gritó el chico, y se puso a correr. Lo que seguro que no aparecía en su pantalla era el árbol que tenia delante, porque se chocó con él antes de que pudiera avisarle. Me acerqué, le recogí el móvil, que se había caido con el golpe, y le tendí la mano para ayudarle a levantarse.

-¿Estás bien?

-Creo que si, solo me duele un poco la cabeza.

Me cogió la mano y sus ojos marrones se encontraron con los míos. Sentí un escalofrío recorriéndome la espalda, y cuando me soltó, mi mano cosquilleaba en los sitios donde su piel había tocado con la mía.

"¿Qué te pasa, Iria? No puedes enamorarte de un chico que acabas de conocer en el parque?"

-Me llamo Alejandro.

-Yo Iria.

Tenía el pelo rubio, algo más oscuro que el de los mellizos y un poco ondulado, llevaba una camisa a cuadros rojos y verdes con unos pantalones vaqueros.

"Vale, igual si que puedo enamorarme"

En ese momento se acercaron los demás y los presenté.

-Ella es Estela, mi mejor amiga, Luis, el hermano mellizo de Estela, y Borja, mi mejor amigo, que también es mi primo. Chicos, él es Alejandro.

-Hola.

-Hola.-le respondieron mis amigos.

-Bueno, tengo que irme ya.

"Iria, no puedes dejar que se vaya así sin más, retenlo. Iria, se está yendo, ¿quieres hacer algo? ¡Iria, haz algo!"

Le lance una mirada de ayuda a mi mejor amiga, esperando que entendiera que quería que Alejandro se quedara, y parece que lo entendió.

-Eh, Alex, ¿quieres quedarte con nosotros? Vamos a dar una vuelta por aquí.

-¿Pero no íbamos...?

Estela le tapó la boca a su hermano antes de que pudiera decir nada más.

-Está bien.

Nos pusimos a andar hacia una zona del parque que está llena de hierba. El sol empezaba a bajar, pero al ser verano había mucha luz. Íbamos hablando cuando Borja se tropezó con una piedra y empezó a rodar colina abajo por la hierba.

-¡Que idea!-dijo Luis, y después se tiró él también.

Estela le siguió, y Alejandro también se estaba preparando para tirarse.

-¿No vienes?-me preguntó.

-No.

-Venga, será divertido.

-En serio, no me apetece.

Entonces me cogió de la mano y me empujó para que rodaramos los dos juntos. Al llegar abajo no podíamos parar de reir, y empezamos a usar la cuesta como si fuera un tobogán. Me lo estaba pasando tan bien que me olvidé de la hora.

-¿¡Qué hora es?!

-Las nueve y media.

-¡Hacía media hora que debía de estar en casa!

-Pues yo tenía que estar llegando en este momento-dijo Borja

-Y Luis y yo teníamos que llegar contigo a tu casa, Iria.

-Yo también tenía que estar hace rato en mi casa-nos dijo Alejandro.

Intercambiamos rápidamente nuestros números de teléfono con él y cada uno se fue corriendo a su casa, yo acompañada por Estela y Luis porque sus padres los recogían allí. Al llegar los padres de mis amigos los hicieron entrar rápidamente en su coche sin darme tiempo de despedirme de ellos, y en cuanto entré en casa y vi las caras de mis padres supe que me había metido en un buen lío.

-¡Si te decimos una hora no es para que llegues media hora después!

-Lo siento, yo...

-¡No me valen excusas, nos tenías muy preocupados, podría haberte pasado cualquier cosa!

-No volverá a pasar

-Mañana no saldrás de casa, y olvídate del ordenador durante una semana

Yo solamente agaché la cabeza. En estas circunstancias, no podía hacer nada, y mucho menos, replicar o contestar. Cené en absoluto silencio y nada más acabar me fui a mi habitación. Mi madre había dicho que no podría salir de casa, no que no pudiera tener visitas. Lo malo es que ya me habían retirado el móvil y no tenía ninguna forma de comunicarme con mis amigas. Espera...¿o si que tenia?

El sonido de la tele me llegaba amortiguado desde el salón. Con mucha cautela, me asomé y vi a mis padres sentados en el sofá, tenía via libre. No podía coger mi móvil porque lo habían escondido, así que entré en el despacho de mi padre y abrí mi correo. Le envié un menaje a Leonor para que viniera mañana a mi casa, confiando en que lo leyera. Minutos despúes recibí su contestación, diciendome que aquí estaria. Después, dejé todo como estaba y me acosté en la cama, sabiendo que por lo menos no estaría aburrida mañana.

IriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora