"Tranquila, solo es Alejandro, no te pongas nerviosa, respira, tran... ¡Alejandro está tocando a la puerta! ¿Quieres ir a abrirle? Ah, es verdad, ya voy..."
Sin embargo Leonor se me adelantó y fue ella la que le abrió
-¿Asi que tú eres Alejandro...?
-Si, soy yo. ¿Te habían hablado de mi?
Antes de que le respondiera algo comprometido, fui a inteponerme entre los dos.
-Hola, Alejandro, esta es Leonor, es una amiga mía
-Encantado. Iba a proponerte una cosa, pero si tu amiga también quiere venir puede acompañarnos
-No creo que pueda, yo....eh...me encuentro un poco mal, iba a tumbarbe ahora mismo.
Le agradecí con la mirada a Leonor que renunciara a salir para poder dejarme a solas con él, hasta que me acordé de que estaba castigada y sin poder poner un pie fuera de casa
-Lo siento, pero estoy castigada por llegar ayer tarde, y ni puedo salir en todo el día
-A mi me han quitado el móvil por lo mismo
Al decir la palabra móvil me acordé del mio, que estaba en una mesa a centímetros de Alejandro y su número aparecía en la pantalla a punto de llamarle. Con mucho cuidado para que no se diera cuanta, moví la mano poco a poco hasta acercarla a mi móvil para después apagarlo sin que nadie notara nada.
-Pues nada, me voy
"Iria, no dejes que se vaya así sin más"
-Ya que has venido, ¿por qué no pasas y te quedas un rato?
-Está bien
Se sentó en el sofá mientras yo iba a la cocina a por refrescos y algo para picar. Lo dejé todo sobre la mesa, y un rato después de estar hablando con él, escuché el motor del coche de mi madre, que ya llegaba a casa
"No, no puede ser, ¿por qué llega pronto justo el día que quiero que tarde? Tengo que sacarlos de aquí"
-Alejandro, me parece que va a ser mejor que te vayas yendo, no quiero que tus padres se vuelvan a enfadar, ni nada...
-Tranquila, aún puedo estarme un rato más
"¿Por qué los chicos nunca pillan las indirectas? Por favor, que alguien les enseñe"
-Da igual, es que también Leonor se encuentra mal, y estamos haciendo algo de ruido, no quiero molestarla...
-Hablaremos más bajo
"Justo cuando quiero que se vaya es cuando más insiste para quedarse, seguro que si quisiera que se estuviera más rato conmigo se iba a la primera"
Miré disimuladamente por la ventana y vi como mi madre cerraba el coche y se dirigía a paso rápido hacia la casa, tenía que conseguir sacarlo ya, si no me iba a castigar otra vez y tampoco quería que pensara que estaba sola con un chico en casa.
-Da igual, mejor te vas yendo, y así seguro que no llegas tarde
-Iria, ¿qué pasa?
No me quedaba otra que confesar
-Estoy castigada y se supone que no puede venir nadie a verme, por eso tienes que irte
-Haberlo dicho antes, ya me hubiera ido
La verdad es que a veces las chicas nos complicamos mucho con eso, es más fácil decir las cosas claras, directamente.
La llave se metió en la cerradura de la puerta y empezó a girar.
-¡Rápido, vamos!
Le empujé hacia mi habitación, donde estaba Leonor, y cerré la puerta justo al mismo tiempo en el que mi madre abría la de casa
-Hola, ¿cómo estás?
-Bien
Yo no dejaba de pensar en que había dejado a Alejandro en mi habitación. No es que pensara que fuera a curiosear nada, pero no me hacía mucha gracia que el chico que me gusta estuviera ahí. Mi madre cogió la sartén para empezar a hacer la comida, y yo tenía que sacar a mi madre de casa el tiempo suficiente para que se fueran Leonor y Alejandro. Entonces me asomé a la ventana de la cocina, que está en la parte trasera de la casa y grité.
-¡Vale, ahora va! Mamá, dice el vecino que salgas un momento para decirte algo.
Se fue por la puerta trasera de la cocina, mientras yo corría hacia mi habitación y hacía que mis amigo salieran de casa por la puerta principal, justo a tiempo para que mi madre no notara nada
-Iria, no lo he visto
-No sé
-Voy a tocarle a la puerta
-¡No! Digo...mejor no molestarle, si se ha metido en casa es porque ya no hace falta
-Da igual, voy a ver que quiere.
Nuestros vecinos de la casa de al lado son una pareja joven que se casaron hace poco, y yo me llevo bastante bien con ellos. Tienen sobre unos treinta años, y muchas veces hemos hablado cuando coincidiamos en la piscina común y hay que decir que más de una vez me ha salvado de algún que otro problema. Mi madre llamó y nos abrió Carlos
-Hola.
-Hola Carlos. ¿Qué querías?
-¿Yo?
Me puse a hacerle señas para decirle que se inventara algo, y parece que me entendió.
-Ah, era que nosotros no veíamos bien la tele, era por ver si os pasaba lo mismo, pero ya está solucionado.
-Bueno, pues si ya está arreglado me voy, adiós.
Mi madre se marchó, pero yo me quede fuera
-¿En que lío te has metido ahora?
-¿Yo? ¿En un lío?
-¿Qué has hecho?
-Pues estaba castigada sin salir, y como no quería aburrirme invité a Leonor a venir, y después de un rato vino también otro amigo mío, pero mi madre ha venido antes de lo normal y he tenido que hacer como que la llamabas para que saliera de casa y Leonor y Alejandro pudieran irse.
Después de soltar todo ese discurso tomé aire y esperé la reacción de mi vecino. Carlos solo asintió y se echó a reir. Entonces apareció por la puerta de su casa Inma, su mujer.
-Hola Iria, ¿quieres pasar a tomar algo?
-Voy a preguntar.
Volví a mi casa y se lo pregunté a mi madre.
-¿Puedo ir a casa de Carlos e Inma?
-Sabes que estás castigada
-Pero es aquí al lado, y me he portado muy bien durante todo el día.
-Está bien, puedes ir, pero te quiero aquí a la hora de la cena
-Vale, adiós.
Pasé la tarde en casa de mis vecinos, y después cené y me acosté, sabiendo que me quedaban pocos días de libertad absoluta.
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Iria
Non-FictionHola, me llamo Iria. ¿Quieres conocer mi historia? Estás invitad@, solo tienes que darle a leer y empezar a disfrutar del libro.