Escuché la alarma y le di la espalda al sonido, cubriéndome hasta la cabeza con las mantas, tratando de ignorarla. Pero la maldita era muy persistente. Entonces escuché unos golpes fuertes en la puerta de la habitación.
-¡Ya levántate y apaga esa endemoniada alarma de una maldita vez! ¡Huevona! -gritó del otro lado con su voz chillona Gwen mientras aún aporreaba la puerta-. ¡Hablo en serio! ¡Ya!
Logré oír cómo se alejaba dando pisotones al piso. Aventé las sábanas a un lado y apagué la alarma, estirándome para levantarme. Me estiré y abrí las cortinas, dejando entrar un poco de luz. Era mitad de semana apenas y ya Gwen se había acostumbrado a tenerme de nuevo por aquí, aunque claro, nadie en la escuela lo sabía, que ella y yo viviéramos bajo el techo no era algo que quisiéramos que se supiera, Jay me llevaba a la escuela, y afortunadamente no me había topado aún con Reeve, de hecho, comenzaba a creer que su regreso había sido solo producto de mi imaginación, aunque la detención por las tardes me hacía volver a la realidad.
El castigo no era tan malo, aunque bueno, es la primera vez que me castigan y debo decir que la gente que ronda el salón de detención no es nada bonita, soy la más decente y educada; pero el castigo consistía en lecturas por lo que era soportable, tal vez debería comenzar a golpear a todo aquél que se me cruce en frente, ¿por qué no volver realidad algo que piensan que haré? Ahora cuando me ven por el pasillo me abren un camino más grande que antes, ya que algunos incluso se pegan a los casilleros y tratan de evitar mi mirada, aunque siguen lloviendo los elogios y los regalos. Tal vez ahora debía cambiar mi nombre a Catherine "la brava" White. Sí, claro.
-Pequeña, apúrate, deberías entrar al baño antes de que te gane Gwen -escuché a Jay.
Cierto, debía correr y ganar el baño. Tomé mi bata y así en pijamas corrí hacia la puerta del baño, encerrándome para tomar una ducha.
-¡No puede ser! ¡Tú le dijiste que ya iba subiendo ¿cierto?! ¡Tarda siglos bañándose! ¿Cómo puedes traicionar a tu propia hermana? -me llegaron los gritos que pegaba Gwen-. ¡Los odio! ¡Idiota!
-Sufre zorra -canturreé mientras el agua tibia limpiaba mi piel.
Terminó mi baño y salí hacia mi cuarto rápido, antes de encontrarme con James y me viera en bata. Le había pedido a Flor que me llevara a la escuela un par de maletas, en una había ropa y mi cosmetiquera, en la otra zapatos. Tomé un vestido azul de la primera maleta, y unos Jimmy Choo plateados.
-Mis amores -les susurré mientras los acariciaba.
Lista para salir me miré una última vez en el espejo de cuerpo entero que había en la puerta. Me veía encantadora. Contenta con mi apariencia abrí la puerta y salí del cuarto, encontrándome con Jay en el pasillo.
-¿Lista? -sonrió de lado y me ofreció el brazo.
-Obviamente -enredé mi brazo en el suyo y bajamos para ir a su auto.
●°•°•°•°•~♡♡♡~•°•°•°•°●
Era viernes nuevamente. Una parte de mí se sentía apenada de estar aún en casa de James, y le pedía disculpas a Maggy cada vez que la veía por ser una carga, y ella siempre contestaba con una dulce sonrisa: "Deja de ser tan modesta, es un encanto tenerte en casa como en los viejos tiempos".
Y dirás: ¿no te estás portando como una niña? ¿No te cansas de ser una molestia para tu mejor amigo y su familia?
La respuesta es: no realmente.
Ok, tal vez si estoy siendo un poco infantil, pero Maggy y James aman tenerme en su casa, ¿por qué debería negarles el gusto de tenerme como compañía? Odiaba mi casa y el hecho de siempre estar encerrada en ella con una intrusa durmiendo en la habitación de al lado, aquí me sentía en paz, con gente que me mostraba verdadero cariño, esto era un verdadero hogar y era lo que más deseaba.

ESTÁS LEYENDO
I'm the bitch! [EN PAUSA]
Novela JuvenilSoy Catherine White, tengo 17 años y voy a la High School Robertson, una de las preparatorias más reconocidas del país. ¿Y qué más puedo decir? Mi vida es PER-FEC-TA. Tengo todo el dinero que cualquiera podría desear, soy la capitana de las porrista...