Prólogo

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Vei las hojas amarillentas caer, un leve viento lograba levantarlas sólo unos pocos centímetros del suelo. Me gustaba la luz solar del otoño. Su calor era tan débil. Pero aún así, si te mantuvieras algunos minutos expuesto a ella, la luz intentaría mostrarte su poder. No importa que tan débil sea, intentará calentarte.

Me gustaba ver como los rayos del sol atravesaban las cortinas blancas. Me gustaba el otoño.

-Lucas.- allí estaba esa voz molesta- Lucas por favor necesito que te concentres y comiences a colaborar.

Como siempre la señora Wilson estaba sentada en el sillón al costado de la cama. Con su anotador y esa lapicera que tanto odiaba, su color rosa con brillos realmente me fastidiaba. Estaba tratando con locos, no con niños de cinco años, un poco de respeto por favor.

La iba ignorar, era más divertido analizar por novena vez el tiempo antes de ver su ridículo peinado.

-¿Lucas entiendes lo que pasa?- no respondí, no lo iba a hacer- Lucas necesito que me hables.- suspiro aún más molesta- Ya no eres un niño.

Y nuevamente se dio por vencida, conocía todos los tipos de suspiros que tenia. Era insoportable, si. Pero sólo quería ayudarme y yo no quería su ayuda.

Otra sesión había fracasado, quizás su insistencia era porque realmente quería que mejore, o solo asegurar que no conseguirán otra mejor psicóloga y adiós dinero. Pero por primera vez le había oído decir algo coherente.

Me voltee para verla, ella estaba de pie y dada vuelta iba a irse del cuarto.

-Ese es el problema.- respondi, para luego sólo carraspiar.

Hacia días que no hablaba. Sentí un dolor al hacerlo, mi garganta ardía.

La mujer se dio vuelta lentamente, al ver su cara podía notar su asombro.

-¡Oh dios mio Lucas!- se acercó con paso acelerado hacia mi- ¿Qué has dicho?

La mire a los ojos. -Ese es el problema.

-¿Cual dime?- miro solo unos segundos al suelo, para luego comprender- Ya no eres un niño.- sus ojos celeste me vieron fijos.- ¿Ese es tú problema?

-Una edad maravillosa ¿no lo cree? Tenemos todo lo que realmente necesitamos, pero no lo sabemos. Hasta que crecemos y nos damos cuenta que la vida no era tan dulce como lo esperamos.- la mire a los ojos- ¿Pero sabe cuál fue la diferencia conmigo?- La mujer negó con su cabeza- Mi infancia jamás fue buena, mis sueños solo eran pesadillas, mis padres eran una mierda y mi hermano- rei sarcástico- dichoso hermano el mio.

-Lucas pero fuiste un niño feliz.

-¿Un niño feliz?- volví a reír- ¿A que le llama felicidad? ¿A tener el juguete más caro que quisiera, a tener una mansión de sueño, a tener dinero?- mire el suelo- Solo quiero volver a ser normal y volver al instituto.

-¿Al instituto?

-Si- afirme- Quiero volver a ir, quiero ver a mis amigos. Quiero ver a Jack, a Thomas, a mi novia.- La tome de las manos- Señora, esto realmente me duele, es como un mal sueño que no se acaba. Puedo fingir ser normal, lo hecho durante mucho tiempo. Solo déjeme, quiero que salga allí afuera y les diga que estoy bien.

-Lucas.- Esta vez ella me tomo de las manos.- ¿Cuantos años tienes?

Su pregunta me pareció extraña. Y solo me producio una risita sincera. Estaba perdida esta señora.

-Dieciseis, ya casi diecisiete. Mi novia cumplirá dieciseis dentro de unos meses.

-Lucas ¿Cómo se llama tú novia?

-Isabella.

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